'Como la vida misma' es la obra de un autor con personalidad propia. De un autor honesto, obsesionado por plasmar su visión de la vida en la pantalla, tanto en la grande como en la pequeña. Se trata de Dan Fogelman, creador de la exitosa serie de NBC 'This Is Us', donde retrata las experiencias que han marcado las personalidades de los integrantes de una familia a lo largo de varias décadas. Una idea que abraza 'Como la vida misma', pero de un modo ligeramente diferente.
Los que no conozcan el trabajo televisivo de Fogelman difícilmente serán ajenos a películas como 'Cars' o 'Crazy, Stupid, Love', ambas escritas por él. Si bien la primera es una película de animación con el inequívoco sello de Pixar y John Lasseter, la segunda es una ingeniosa y divertida comedia romántica en la que ya se podía apreciar el gusto de Fogelman por contar historias de personajes que, a priori, no tienen nada que ver, pero que, de algún modo, acaban conectándose. En el caso de 'Como la vida misma', la historia gira alrededor de dos familias: Will (Oscar Isaac) y Abby (Olivia Wilde), una pareja de Nueva York que espera a su primer hijo, y Javier (Sergio Peris-Mencheta) e Isabel (Laia Costa), un matrimonio español y su hijo de 9 años. El evento que los relaciona marca irremediablemente sus vidas para siempre, y este acercamiento multigeneracional es lo que enlaza la película con 'This Is Us'. Sin embargo, 'Como la vida misma' es mucho más profunda, mucho más oscura y, seguramente, mucho menos accesible. No todos están dispuestos a entrar en el juego de Fogelman, un rompecabezas que apela a los sentimientos más que a la racionalidad. Es ahí donde radica la profundidad de la película, en el carácter tremendamente personal de lo que nos está contando su autor. El mensaje es claro: somos de quienes venimos y pese a la tragedia que puede envolver nuestras vidas, por encima siempre estará el amor.
Fogelman apunta directo al corazón en 'Como la vida misma', pero el disparo no parece haber alcanzado su objetivo en el caso de gran parte de la crítica y público internacional. Ha sido acusada de terrorismo emocional, manipulación y de empujar al espectador hasta las lágrimas con situaciones y acontecimientos de una gravedad fingida, artificial. Pero estos argumentos para desacreditarla chocan con la intencionalidad de Fogelman de transmitir como la vida nos manipula, nos sorprende, nos pone de rodillas y nos hace levantarnos. La vida no es de fiar. Lo que es indiscutible, es que la forma de percibir una película como ésta, cimentada sobre el amor, el dolor, la pérdida y en general los sentimientos más intensos, estará en parte condicionada por el bagaje emocional de cada espectador y espectadora y puede llegar a convertir la sala en un mar de lágrimas ante un público entregado.
Dan Fogelman ha escrito un guion muy hábil, lleno de giros inesperados y cambios de tono muy complejos y que consigue, para quien la afronte a pecho descubierto, involucrar, sorprender y conmover. Ese artificio no es más que la propia naturaleza de una película muy honesta, coherente y valiente. Porque hace falta mucho coraje para rodar la mitad de tu película en un país que no es el tuyo y en un idioma ajeno. Los dos últimos capítulos de la película se sitúan en Carmona, donde se desarrolla la historia de Saccione (Antonio Banderas), un rico terrateniente que tiene como empleado a Javier, que vive en su propiedad junto a su mujer Isabel y su hijo Rodrigo.
Narrador no fiable
El guion se articula en cuatro capítulos con diversos narradores en off. Esta estructura narrativa enfatiza en la idea anteriormente mencionada; la vida es el narrador no fiable definitivo. De hecho, el personaje de Abby escribe su tesis universitaria desarrollando esta idea. Describir la película en orden cronológico sería hacer trampas y traicionar su propia esencia, pero lo que sí podemos contar es que la película comienza con un Will emocionalmente devastado escribiendo un guion sobre la idea del narrador no fiable. Este prólogo tiene un ritmo endiablado y cuenta con un divertidísimo cameo de un famoso actor que no mencionaremos. A partir de ahí se acaba la diversión, aunque no el humor negro. Will va a terapia, donde podremos conocer qué le ha pasado y por qué se encuentra en esa situación. Su testimonio nos sirve para conocer su historia y la de Abby, pero, ¿podemos fiarnos de él? Los recuerdos que sí ocurrieron se mezclan con otros que no pasaron nunca, construyendo el relato de "la verdad" a través de una realidad paralela. Para Fogelman la percepción del mundo formada en la mente de una persona con un trauma puede ser tan auténtica y tan válida como la propia certeza.
Estructurada en capítulos, 'Como la vida misma' renuncia a seguir un oden vectorial en un juego de flashbacks y flashforwards nada arbitrario, es de hecho la manera más eficaz de contar esta historia, que además encuentra su justificación narrativa al final de la película. Sin embargo, es cierto que esta disposición episódica, además de su "charlatanería", ha provocado que algunas de las voces más críticas la acusen de sufrir el "Síndrome Tarantino", una intencionalidad que queda patente en la propia obra cuando Fogelman homenajea de manera explícita 'Pulp Fiction' en al menos dos escenas. La película también rinde tributo a otra importante figura de la cultura pop, en este caso del ámbito musical: Bob Dylan. Su disco Time Out Mind, y en concreto la canción 'Make You Feel My Love', un tema optimista y romántico dentro de un álbum gris y pesimista, se percibe como otra de sus principales influencias. 'Como la vida misma' entona la misma canción de amor que Bob Dylan a través de sus personajes y su historia: "Cuando la lluvia sople en tu cara, y el mundo entero esté en tu contra, yo podría ofrecerte un cálido abrazo, para hacerte sentir mi amor".
Solidez interpretativa
Todo el aparato imaginado por Fogelman se vendría abajo si los intérpretes no estuvieran a la altura. Por suerte, no es el caso, y todo el reparto muestra su más que probado talento. Los veteranos y los no tan veteranos, todos están a la altura. Oscar Isaac es uno de los mejores actores de su generación, y aquí lo vuelve a demostrar dando vida al frágil Will. La presencia de Olivia Wilde y su mirada vidriosa nos hace más fácil comprender el amor casi desmedido que siente Will por ella. Mandy Patinkin interpreta al entrañable padre de Will, y sus escenas con la magnífica Olivia Cooke desprenden una melancolía sutil y dolorosa. Por su parte, Annette Bening cumple, como siempre, interpretando a la Doctora Morris, la terapeuta de Will. El reparto español es igual de brillante. Antonio Banderas le aporta una gran naturalidad a su personaje de Saccione, y Sergio Peris-Mencheta justifica su proyección internacional con un papel complicado. Sobre todos ellos destaca un nombre, tal vez menos conocido pero con un talento descomunal; Laia Costa. La actriz barcelonesa se confirma como una de las mejores de nuestro país. Su interpretación es cálida, sensible, natural y al final, desgarradora. Fogelman ha dicho de ella que va a ganar muchos premios a lo largo de su carrera, y no va desencaminado.
'Como la vida misma' es una película que merece una oportunidad. Sus pretensiones son las de un hombre que cree firmemente en lo que está contando. Un hombre que abraza la vida y nos invita a abrazarla. Un hombre que perdió a su madre siendo joven y que justo un año después conoció a su esposa. Porque todos hemos experimentado la pérdida en nuestras vidas. Todos hemos caminado por sitios oscuros. Pero siempre hay lugar para la luz. Siempre hay hueco para una canción de amor en un disco triste.
Nota: 7
Lo mejor: La honestidad de Dan Fogelman y unos actores en estado de gracia que trabajan sobre un emocionante guion.
Lo peor: Quizás intenta abarcar demasiado, pero eso no quiere decir que no lo consiga.