Este fin de semana llega a nuestras pantallas 'Corazón rebelde', película que opta a tres estatuillas en el teatro Kodak, y que supone el primer largometraje tras las cámaras en la carrera del actor Scott Cooper, quien a su vez firma el guión, adaptado a partir de la novela homónima de Thomas Cobb.
Más allá de querer autoconcebirse como una falsa biopic alrededor de la figura de Bad Blake -personaje inspirado, según palabras del propio escritor, tanto en el cantante Hank Thompson como en el escritor Donald Barthelme-, 'Corazón rebelde' pretende erigirse, y en buena medida lo consigue, como representación de un modo de vida, casi una elegía en toda regla de un tipo de música, el country, que va más allá de la mera concepción musical para definir tanto a una época como un país.
Así pues, el personaje al que da vida Jeff Bridges se nos presenta como recepctáculo de las mieles y hieles de una filosofía de vida, un estado anímico repleto de claroscuros que, radiografiado a través de la intimista cámara de Cooper, se nos muestra más propenso a la oscuridad que a la luz. Quizá por ello 'Corazón rebelde' deriva a medida que avanza del retrato de un perdedor entrañable hacia un viaje iniciático en pos de la redención, en el que -cómo no- una mujer hará que su protagonista deba elegir entre ese modo de vida que que lo define o un futuro mejor.
De este modo, 'Corazón rebelde' no puede dejar de recordarnos a otros tantos filmes de corte similar, con 'Leaving Las Vegas' a la cabeza, si bien la película de Scott Cooper se nos muestra excesivamente benévola con su protagonista, un Jeff Bridges que borda su papel pero cuyo personaje parece carecer de cierta enjundia dramática, sobretodo a raíz de un desenlace algo precipitado en el que éste no parece llegar a tocar verdaderamente fondo, o al menos no con la suficiente contundencia como para proceder a semejante catarsis.
A pesar de ello, 'Corazón rebelde' es un film de agradabilísimo visionado, con buenas interpretaciones y una banda sonora que nos sumerge en la esencia sureña a las primeras de cambio, y que se nutre y sustenta de manera monotemática en el tragicómico retrato de ese encantador y trasnochado, patético y entrañable loser llamado Bad Blake.
