'CSI: Las Vegas' ha dicho adiós con una película televisiva tras 15 temporadas, más de 300 episodios, tres series derivadas ('CSI: Miami', 'CSI: Nueva York' y 'CSI: Ciber') y 3 Globos de Oro a mejor Drama. El balance de su recorrido televisivo se dice rápido. Solo en unas líneas. Pero hay que asimilarlo. Su productor, Jerry Bruckheimer ('Armagedon', 'Piratas del Caribe', 'Sin Rastro'), es sin duda el Rey Midas de la televisión estadounidense: creó con CSI la gallina de huevos de oro televisiva y ha sabido mantenerla hasta el final, a pesar del agotamiento de la fórmula y de las idas y venidas de viejos personajes. El capítulo doble es una despedida inclusiva para los fans que han estado ahí desde el principio y a los muchos que se fueron descolgando con los años. Sin rencor. Nos invitan a pasar y verlo para disfrutar con el caso final de una de las series más incluyentes de la última década en una vuelta a sus inicios. Porque, ¿quién no ha visto alguna vez algún capítulo de CSI?
Una nueva manera de hacer televisión
'CSI: Las Vegas' ha sido uno de los dramas policiales más longevos de la televisión actual. Se estrenó en el año 2000 revolucionando el género policial e inaugurando las series procedimentales que se recrean en el método policial científico. Creó una nueva manera de contar las historias policiales en televisión. Su fórmula mágica: una asesinato en el primer minuto y efectos de posproducción, la recreación de las escenas de los crímenes, una estética y fotografía impecable, flashbacks ilustrando la narración de los hechos, o esa bala ralentizada que nos dejó a todos hipnotizados la primera vez que la vimos. Además, CSI siempre ha sido muy fácil de ver ya que siempre se ha planteado como episodios auto-conclusivos. Cada episodio presentaba un asesinato que se resolvía al final. Con un guión perfecto en su sencillez. Y nos encantó Grisson, con su amor por los insectos y ridículos sombreros. Y Catherine, Sara, Nick y Warrick, que nos añadían una pequeña dosis de tramas personales a cada episodio. La combinación perfecta para la televisión generalista.
Y CSI se hizo franquicia
Su éxito fue mundial y pronto vinieron las series derivadas. CSI se convirtió en franquicia. Y nos fuimos a Miami y Nueva York. Misma fórmula, distintos escenarios y personajes. Pero no era lo mismo. Nunca fue Las Vegas. Siempre algún crossover nos recordaba que todo formaba parte de un mismo universo, el producido por Bruckheimer. Pero no. ¿Y qué pasaba mientras en Las Vegas? La fórmula seguía intacta pero el tiempo, inevitablemente, hizo su mella. Actores que se fueron y espectadores que empezaron a abandonar la ciudad de los casinos por otras ficciones que les ofrecían diferentes retos. Otras maneras de entender las historias televisivas que por esos años eclosionaron en sus apuestas narrativas. La bala ralentizada dejó de sorprendernos. Y sí, la audiencia se volvió infiel y la fórmula CSI se agotó. Como la vida misma. CSI se convirtió en esa viejo amigo al que podías volver, que siempre estaría ahí aunque no con sus caras originarias, que fueron abandonando la serie. Tras 15 temporadas, había que ir concluyendo.
Vuelta a los inicios como homenaje final
La televisión en abierto es la industria de los sueños y para el final de esta historia había que volver al principio y traer, de nuevo, a aquellos que hicieron de CSI el fenómeno social y televisivo que ha sido. Volvieron Grisson y Catherine, y nosotros escuchamos de nuevo esa famosa intro de 'The Who' (Who are you?). Incluso algún personaje secundario recurrente vuelve aparecer en pantalla. Ha sido, sin duda, un homenaje a su esencia y a aquellos que disfrutaron el método policial. Inmortality, así se llama su último capítulo doble, es un final que va a complacer a la audiencia por lo previsible de su argumento y procedimiento. Porque se vuelve a repetir la fórmula y porque la audiencia sabrá además si sus personajes memorables (Grisson, Catherine o Sara) van a permanecer felices y seguros el resto de sus vidas. Chapeau Bruckheimer.
Lo que no cabe duda es que son ya inmortales en el imaginario colectivo de la audiencia seriéfila del siglo XXI. Y aunque nos digan adiós, como dice Ted Dason en este último episodio en el que él queda relegado a un segundo plano, "nunca es tarde para empezar un capítulo nuevo". Tomamos nota.