Parece mentira que a nadie se le hubiera ocurrido antes darle a Inma Cuesta un papel protagonista para dejar salir en todo su esplendor ese encanto con el que ha nacido. '3 bodas de más' es su oportunidad para que sea la primera, pero ni mucho menos la última. Se pone a las órdenes de Javier Ruiz Caldera en una comedia romántica que quiere presentarnos cromo sería la Bridget Jones española.
Cuesta interpreta a Ruth, una bióloga marina que ha sufrido recientemente una nueva ruptura. Con su vida un poco cuesta abajo, la guinda del pastel llega con las invitaciones a las bodas de tres de sus ex. Su becario le convence para que vaya a las bodas, y él se ofrece como voluntario para acompañarla, que en el fondo es comida y bebida gratis, y un lugar perfecto para ligar.
La película intenta buscar desde el principio la carcajada general, y lo logra en unas cuantas ocasiones de la forma más directa posible, ya desde la primera escena en la que Berto Romero nos da uno de los mejores momentos del guión. En general, la aparición de los "humoristas" del reparto (Romero, Paco León, Joaquín Reyes, Silvia Abril...) suele suponer la llegada de los gags más potentes de la historia, algo que solía ser la tónica en las anteriores películas de Ruiz Caldera y que aquí se sigue cumpliendo. También han encontrado a secundarios descacharrantes como Rossy de Palma o una grandísima Bárbara Santa Cruz. Eso no quiere decir que los protagonistas no estén a la altura, pero suya es la labor de poner el lado tierno a esta historia.
Inma Cuesta conquista nada más aparecer en la pantalla con desparpajo y sentimiento, y dota a a Ruth de ese punto de inocencia necesario para creernos que, y seguro que a muchos se les pasa por la cabeza la pregunta, un "pibón" como ella no tenga a mil y un hombres a sus pies. Aunque nos lo explique perfectamente Berto Romero al principio. También retrata a un tipo de mujeres que parecen poder con todo aunque tropiecen más de una vez y no sean ni mucho menos perfectas. Ningún pero se les puede sacar a Ruth, ni a la actriz detrás de Ruth, todoterreno donde las haya. Se nota que el equipo de casting de la película ha visto 'Primos', porque aciertan al volver a juntarla con Quim Gutiérrez, que aparece con un papel bastante similar al que le dio en su día Daniel Sánchez Arévalo. La química sigue estando ahí, aunque resulte algo manida. Martín Rivas comienza a salir del cascarón y llega a tocarnos la fibra unas cuantas veces en la película de la misma forma que lo hace con Ruth.
Discursos incómodos, DJ despistados
Aunque el reparto aprueba con nota en su labor de cómicos, hay algo que no hace que estas bodas se conviertan en algo memorable. Y es el guión y la labor del director. A pesar de lograr escenas con sentimiento o momentos que nos harán estallar de risa (el discurso inicial, una escena de sexo bestial, una escena en los créditos...), hay otras que no solo no tienen sentido, sino que vienen tan poco a cuento que terminan sacándonos de la historia, como es el caso de una conversación sobre el porno. Las irregularidades en la película continúan unas cuantas veces más con tramas secundarias de poco interés y un final tan abrupto que no hace justicia a los momentos que nos ha dado el largometraje previamente.
Otro fenómeno inexplicable es la selección musical. La película está salpicada por temas tan míticos como 'Everybody Hurts' o 'Carrie', y sin embargo la mayoría son totalmente desperdiciados, entrando con calzador. Al menos en lo visual no desencanta, y nos ofrece tres escenarios de nupcias con su propia esencia, lo suficientemente bien aprovechados. Si algo ha demostrado el director de 'Spanish Movie' es que sabe jugar con los tópicos.
Es posible que '3 bodas de más' sea capaz de convencer gracias a un humor nada rebuscado, a una protagonista femenina carismática y potente, de las que últimamente dan muchas alegrías a la comedia, y que cuenta con personajes que encajan con facilidad en una trama de enredos. De hecho, muy mal sentido del humor hay que tener para no echarse unas risas con muchos de los gags que recorren el largometraje. Por eso no es comprensible que, habiendo material para ello, estos inusuales enlaces recorran un camino tan irregular, que nos lleva de la carcajada al desconcierto en menos tiempo de lo que tarda en llenarse la barra libre en una ceremonia.