El premio Nobel George Bernard Shaw dijo sobre los deseos inalcanzables: "Hay dos tragedias en la vida. Una es no alcanzar el deseo de nuestro corazón. Y la otra es alcanzarlo". Benoît Jacquot es un gran amante del drama, un apasionado del amour fou. Ya lo dejó bien claro con propuestas como 'Adiós a la reina', 'Adolphe' y 'Villa Amalia'. Ahora llega '3 corazones' una vuelta de tuerca más a los triángulos amorosos que pasó por la Selección Oficial de la 71ª edición del Festival de Cine de Venecia.
Marc es un hombre dedicado auditar cuentas para la Hacienda del Estado. En uno de sus viajes a provincia pierde el tren de regreso a París y, mientras hace tiempo, conoce a Sylvie, una mujer con mirada insegura y perdida. Ambos tienen conexión, sin conocerse de nada empiezan a hablar y van caminando por la ciudad durante toda la noche, conversando sobre la vida, la existencia, el amor, la pasión. Tras toda esa mágica velada, vivida en completa armonía, Marc debe volver a París.
Por miedo a no volverse a encontrar, ambos acuerdan citarse unos días más tarde en el Jardín de las Tullerías de la capital francesa. Ese día Sylvie acude al encuentro, pero Marc no llega a tiempo. Años más tarde, Marc se enamora de Sophie, con la que llega a casarse. La sorpresa será importante cuando sepa que la hermana de su nuevo amor es Sylvie. Es entonces cuando ambos se dejan llevar por una pasión perdida, pero quizás ya sea demasiado tarde para recuperarla.
La angustia de la pasión
No es fácil entrar en estos tres corazones. Primero hay que ser un romántico, alguien quien desea estar embriagado de pasión y drama. Jacquot sube las dosis melodramáticas en este emocionante triángulo amoroso. Con lo cual, aquél que prefiera los dramas verosímiles, las historias de amores realistas o, directamente, una comedia romántica al uso, se verá decepcionado ya que este filme es tremendista cual ola que golpea violentamente las rocas de un acantilado.
No es algo malo ese tremendismo si sabe llevarse y es consecuente con lo que quiere mostrar. Es el caso de esta propuesta, que parte de una velada donde la pasión queda verbalizada, de ese instante inmortalizado en el alma de Benoît Poelvoorde y Charlotte Gainsbourg. Ahí comienza esta balada de lo imposible, del tiempo irrecuperable, de ir a deshora. Un momento lleno de sentimiento que sólo puede reflejar el arte, que embriaga a sus protagonistas y los conduce al abismo.
Y está la tercera en discordia, Chiara Mastroianni en este triángulo amoroso representa el amor seguro, aquél que da estabilidad pero que, realmente, no crea tormentas de pasión, de amor vehemente. Un dilema entre aceptar la vida tal cual es o vivir de sueños imposibles. Gracias a la magnífica banda sonora de Bruno Coulais, se consigue entrar en esas altas dosis de drama, de pasión. Una música que crea rayos y truenos en esa ciudad de provincias y provoca que este romance loco sea más intenso que un thriller criminal.
Los truenos del corazón
Cuatro son los intérpretes que le dan alma a este intenso melodrama. Por un lado está Benoît Poelvoorde, el cómico se toma en serio el papel y ofrece su interpretación más comedida y una demostración del grado dramático que puede alcanza; está Chiara Mastroianni, mujer de mirada directa y facciones duras que da el punto de amor dedicado necesario para su contraparte: Charlotte Gainsbourg, que sigue en la línea de personajes que suele interpretar: Llenos de desesperación y extremos. Y, además, la gran Catherine Deneuve hace acto de presencia mostrando su faceta más conocida, la de mujer nívea como el invierno.
'3 corazones' es lo más cercano al bolero en el cine francés actual. Benoît Jacquot crea una exaltación a la pasión, al amour fou y lo hace con elegancia y maestría. Un abismo de pasiones, desencuentros y el amor como principal fuente de ardientes deseos e incómoda angustia.