En verano de 1976, un avión que cubría el trayecto de Tel-Aviv a París fue secuestrado por cuatro personas, dos palestinos del Frente Popular para la Liberación de Palestina y dos alemanes de la Célula Revolucionaria alemana. Su objetivo era la liberación de más de 50 presos a cambio de soltar a los rehenes del vuelo que han desviado al aeropuerto de Entebbe, en Uganda. Un suceso que en ocasiones anteriores ya han contado en la gran pantalla y que el director José Padilha ha recuperado con la promesa de algo nuevo.
Mientras que el mundo se ha acostumbrado a este tipo de historias, ya sea a causa de la ficción o de la actualidad del día a día, Padilha busca la innovación intentando retratar todos los puntos de vista de los implicados, profundizando en las decisiones de los secuestradores, su relación con los rehenes, los especialistas militares que llevarán a cabo el rescate e incluso los políticos que se enfrentan al problema. La idea es incidir en que no todo es blanco o negro, que incluso desde la visión que puedan tener los secuestradores se puede encontrar un punto de verdad, entender por qué hacen lo que hacen, aunque no necesariamente llegues a empatizar con ellos.
De esta forma, teje un gran entramado de personajes de todo tipo con buena intención pero, al ser tan amplio, apenas se queda en la superficie. Sus protagonistas hablan y dicen lo que piensan, pero no llegan a expresar de verdad qué hay detrás de todo, lo sentimos por los rehenes que han acabado en esta clase de situación pero no llegan a ser nadie para nosotros, los secuestradores y sus motivos nos resultan indiferentes, y el entramado político se trata de forma tan distendida y relajada que acaba convertido en un sencillo tira y afloja, como si no pudiese haber víctimas, como si todo fuese un ejercicio de entrenamiento o un simulacro de atentado.
El querer dar un abanico tan amplio de personalidades en tan poco tiempo implica que no se pueda llegar a definir cada personaje como se debería, algo que tal vez haya afectado a los propios actores. Los principales protagonistas, Daniel Brühl y Rosamund Pike, leen frases de guión, sin más. Se podría decir que aparecen completamente planos. La película intenta aportar más sobre ellos, con flashback de cómo han llegado a este punto o con monólogos sobre sus aspiraciones, pero en ejecución están tan carentes de vida, de verdadera fuerza, que prefieres que pasen a otro actor rápidamente.
Después de un inicio bastante peculiar, la trama se desarrolla siguiendo los hechos reales, dando lugar a que la parte central de la película sea larga y pesada. La fuerza inicial del planteamiento se ha perdido y nos encontramos, efectivamente, perdidos en Entebbe, sin nada llamativo para el público más que esperar que pasen los días y lleguen los militares para dar un golpe de efecto.
Entre personajes insípidos, paseos con metralletas en mano que no se usan y tensión únicamente en el primer momento del secuestro y al final del mismo, ¿qué clase de película es realmente '7 días en Entebbe'? No es una película de acción, ni siquiera un drama político. Hay dos formas de verla, como una película más de un secuestro aéreo... O escarbar y encontrar el verdadero mensaje (bien) oculto.
La verdad que esconde un baile
En la mezcla de historias, hay una que llama la atención por inesperada: la de un soldado y su novia bailarina. Mientras él participa en el grupo de rescate, los espectadores pueden ver los ensayos de ella, desde el mismo inicio de la película hasta el final, en que la representación se entremezcla con el rescate de los rehenes al ritmo de Echad Mi Yodea, ofreciendo el único y verdadero momento de tensión a lo largo de casi dos horas.
Esta danza da inicio a la película y acaba siendo el centro de la misma ya que la película no trata de un secuestro, es un mensaje. El tema musical en realidad es un canto religioso tradicional cuya coreografía habla del diálogo. Desde 1990 se interpreta este baile de forma que los bailarines repiten los mismos movimientos, quitándose las prendas que los atan, para finalmente conseguir una liberación respecto a todas sus ideas preconcebidas. Excepto uno. Sólo un bailarín permanece igual que al inicio de la actuación y cada vez que se mueve, cae al suelo, derrotado.
Es un comentario artístico que se repite de forma más sencilla durante la trama en la que se incide en el hecho de que si no se pasa al diálogo, la guerra que mantienen no terminará nunca. Padilha ha querido dar su visión de por qué los israelíes no pudieron negociar con los terroristas, pero es algo que se pierde tanto y que necesita de cierto interés por saber más, que se ha quedado a medio camino. Tendrá que seguir ensayando.
Nota: 6
Lo mejor: La secuencia del rescate, el montaje de verdad te sumerge en el momento.
Lo peor: El tramo intermedio, se queda estancado y el espectador pierde el interés.
Tu cara me suena: Rosamund Pike
Del teatro a las series
Siempre ha tenido la vena artística, se podría decir que la ha heredado. Sus padres se dedicaron a cantar ópera durante muchísimos años, y ella comenzó su andadura como actriz bastante pronto. Tras conseguir una beca para estudiar en Badminton School, en Bristol, y mientras se metía en la piel de Julieta en 'Romeo y Julieta' en el National Youth Theatre, un agente se fijó en ella.
Desde ese momento fue intercalando televisión y teatro, incluyendo las siguientes series inglesas: 'A Rather English Marriage', 'Esposas e hijas', y 'Love in a Cold Climate'.
Convertirse en chica Bond
Su salto a Hollywood y a la gran pantalla lo dio con 'Muere otro día', la cuarta y última entrega de esta saga protagonizada por Pierce Brosnan. Este papel llegó en el mejor momento, ya que la actriz iba a dejar la actuación por falta de oportunidades, y se iba a poner a trabajar en Waterstones, una cadena de librerías.
En la película se metió en la piel de la chica Bond Miranda Frost, una agente del MI6.
'The Libertine'
Tras su paso y coqueteo con la acción, Pike se metió en la piel de Elizabeth Malet en 'The Libertine', una película centrada en la vida de en John Wilmot, Conde de Rochester, confidente del rey Carlos II de Inglaterra en 1660. Esta película estaba protagonizada por Johnny Depp, y le otorgó su primera nominación a los British Independent Film Awards como mejor actriz de reparto.
En el mundo de Jane Austen
En 2005, con un par de proyectos a sus espaldas, Rosamund Pike consiguió hacerse con el papel de Jane, la hermana mayor de Elizabeth (Keira Knightley), en 'Orgullo y prejuicio'. La actriz se ha declarado fan de la escritora en más de una ocasión, y en una entrevista declaró lo siguiente: "Creo que gusta tanto por la modernidad que tiene su personaje [el de Elizabeth]. Y el hecho de que ella está tratando con algo tan universal como enamorarse".
Diez años más tarde, en 2015, la actriz puso su voz al audiolibro de esta obra de Jane Austen.
Su base en Inglaterra
Durante los siguientes años la vimos en un buen puñado de producciones, en su mayoría producidas en Inglaterra. Desde 'An Education' a la secuela de 'Johnny English'. Además, se la vio en un buen puñado de obras de teatro 'Hitchcock Blonde' de Terry Johnson y 'Summer and Smoke', ambas en Londres.
La actriz declaró que estaría feliz con hacer al menos una obra de teatro al año. Hasta el momento la hemos visto en 'Gaslight' (2007), 'Madame de Sade' (2009) y 'Hedda Gabler' (2010).
Dejó 'Superman' por 'Ira de Titanes'
Quizá fuese una mala decisión, pero fue la que tomó. La actriz tuvo la oportunidad de participar en 'El Hombre de Acero', junto a Henry Cavill, metiéndose en la piel de un personaje desconocido, no era Lois Lane. Finalmente la actriz participó en la secuela de 'Furia de titanes', titulada 'Ira de titanes'.
En esta aventura que no consiguió conquistar a la crítica, ni al público (pese a una recaudación bastante buena), la actriz se metía en la piel de la Reina Andrómeda, sustituyendo a Alexa Davalos de la primera entrega.
De la acción al drama
Antes de conseguir el papel que la pondría en el objetivo de todas las cámaras, la actriz participó en un buen puñado de filmes, desde acción fantástica como 'Ira de titanes' hasta 'Jack Reacher', o incluso en comedias como 'Bienvenidos al fin del mundo' o 'Héctor y el secreto de la felicidad'.
Parece que la actriz no tiene miedo a nada, y prueba todos los géneros que se le pongan en su camino.
'Perdida'
Y entonces llegó su momento. En 2014 participó en el thriller dirigido por David Fincher que conquistó a la crítica y el público, 'Perdida'. Esta adaptación cinematográfica de la novela homónima de Gillian Flynn hizo que todos nos fijásemos en ella.
Según contó Fincher en una entrevista, Pike fue su primera opción para el papel, quería a una actriz que no fuese demasiado conocida, y que no hubiese aparecido en ningún papel importante.
La resaca post 'Perdida'
Tras su paso por 'Perdida' y conseguir todas las nominaciones de premios habidas y por haber, la actriz volvió a enfocarse en proyectos más chiquitines y personales, como por ejemplo 'Nuestro último verano en Escocia', 'Devolver al remitente' o 'Un reino unido'. Además de esto también ha participado como dobladora en la serie de animación 'Thunderbirds Are Go'.
Próximos proyectos
Este año tendremos la oportunidad de verla en '7 días en Entebbe', junto a Daniel Brühl y bajo la dirección de José Padilha, en 'Three Seconds' con Ana de Armas y Clive Owen con Andrea Di Stefano como director, y en 'A Private War' con el fantástico Jamie Dornan.
Además de esto se encuentra en la producción de 'Moominvalley', la serie de animación de los Moomin, en la que participarán actores como Kate Winslet y Taron Egerton. Con estreno fijado en 2019.