El de Daniel Guzmán no ha sido un camino ni corto ni fácil. Y con la fama que tiene gracias a la televisiva 'Aquí no hay quien viva' cualquiera lo diría. Diez años ha tardado en poder completar 'A cambio de nada', su debut en la dirección. Una película que evoca -y mucho- a su cortometraje 'Sueños', dos historias en las que el drama y la comedia se funden, con la mirada inocente de unos infantes como protagonistas y en la que se cuelan retazos de su propia vida. El ahora director y guionista se ha desnudado ante todos nosotros con esta primera película.
Si una cosa queda clara tras visionar 'A cambio de nada' esta es la capacidad de Guzmán detrás de las cámaras. Con una carrera que no ha hecho más que empezar, y aún siendo un tanto aventurado, se pueden atisbar ciertas intenciones e intereses a la hora de trabajar, lo que llamaríamos "personalidad". Sin ser una propuesta que arriesgue mucho a nivel formal -tampoco lo precisa- queda claro desde el principio que el cineasta sabe muy bien en todo momento dónde y cómo situar la cámara (regalándonos estupendos planos como el de Dario encaramado al metro), controlando bastante bien el lenguaje visual y eso se agradece. No se limita a colocar la cámara y esperar que ocurra la magia.
Aunque si tuviéramos que quedarnos con algún aspecto de la película sería con el montaje y la dirección de actores. Al provenir de la interpretación Daniel Guzmán sabe cómo dar en la tecla para sacar el máximo partido de su reparto. Un reparto en el que se combinan actores profesionales (de la talla de Miguel Rellán o Luis Tosar) y otros no profesionales, como Antonia Guzmán (su abuela), para quienes en el fondo esto no deja de ser un juego, como bien nos comentaba él mismo en la entrevista que nos concedió.
El trabajo que hace con los niños protagonistas y la abuela es formidable, está cargado de verdad y en ningún momento se percibe esa falta de formación en el arte de actuar. Aunque con maestros como Miguel Rellán a tu lado eso es imposible. El veterano intérprete hace un pequeño pero determinante papel para el devenir de la trama y viéndolo no cabe más que preguntarse porque no se le dan más oportunidades en la gran pantalla. Es un tipo de un talento increíble y da la impresión de que lo tenemos infravalorado, que no sabemos aprovecharlo.
Para trucaje, el montaje
El otro de los aspectos que destacaba era el montaje. Siempre están sucediendo cosas en pantalla en 'A cambio de nada', siempre está sucediendo algo. Nacho Ruiz Capillas, el editor, le imprime un ritmo trepidante a la película, pero ese sobreesfuerzo para dejar niquelado el montaje revela la trampa. Suceden muchas cosas y cuando nos queremos dar cuenta ya hemos llegado al final, pero cuando nos ponemos a reflexionar en lo que hemos visto nos damos cuenta de que durante gran parte del tiempo no ha sucedido nada relevante (además, viendo el desenlace, se puede deducir que ha habido cambios de última y hacer algunos ajustes... aunque ojo, esto último ya son impresiones propias y pura especulación).
Todo lo que tiene de buen realizador, le falta de guionista. Quizás porque la historia no daba para más o porque simplemente no ha querido contar nada más, pero el hecho es que da la sensación de que nos falta algo. Y esto es algo que se percibe claramente al inicio de la película. Se nos presenta una trama de carácter realista, en la que unos padres pelean por la custodia de su hijo y este siempre está en medio, siendo obligado a elegir entre uno de sus progenitores aunque no quiera. Presentado el conflicto, el chiquillo se va de casa a vivir sus particulares 'aventuras en la gran ciudad' y los padres desaparecen del mapa. No volvemos a saber nada de esta trama... hasta el desenlace. Parece que el director se acuerda de ella a última hora, y como le viene bien para cerrar el resto de historias, reabre el conflicto y lo soluciona en una secuencia.
'A cambio de nada' no es una película redonda, ni mucho menos, pero sí supone un buen debut que genera ciertas expectativas para el futuro de Daniel Guzmán, quien tras conquistar Málaga se enfrenta al gran reto: convencer al público.