'A la vuelta de la esquina' de Thomas Stuber ('Herbert') es la Espiga de Plata- ex aequo- del la pasada edición de la Seminci. El libreto de la cinta alemana se basa en el relato corto 'In the Aisles', incluido dentro de una colección escrita por el germano Clemens Meyer. Un grupo de trabajadores se enfrenta a su empleo diario en una tienda de alimentación, donde todos esconden secretos y añoran pasiones ocultas, que se entrelazan en una sencilla narración. Se encuentra presente la influencia característica de cineastas como Roy Andersson ('Una paloma sentada en una rama reflexionando sobre la existencia') o Aki Kaurismäki ('El havre'), en el planteamiento de la búsqueda de la belleza y del reflejo de la soledad. No obstante, la cinta es incapaz de alejarse de la corriente gélida noreuropea, característica en muchos casos de las películas alemanas.
Durante años reconocidos realizadores como Paolo Sorrentino se han perdido en la búsqueda de la excelsa belleza, pero a veces puede que esté delante de nuestras propias narices sin advertirlo. La película de Stuber es experta en ello. Nunca una fábrica había sido retratada con tanta compasión. Es curioso como 'A la vuelta de la esquina' puede retratar paisajes anodinos, simples, aburridos, aparentemente feos, con una hermosura sublime. Una tienda que funciona como almacén es mostrada con muchísimos matices, luces, planos, distancias... Lo atractivo nunca había sido relativizado de una mayor manera.
Este trabajo funciona muy bien a la par con la fantástica construcción del fuera de campo de la cinta y del propio marco cinematográfico. En muchos momentos no llegamos a conocer las narraciones completamente, pero la historia se completa como un gran puzzle deshecho en muchas piezas.
Dentro de este engranaje destaca por encima de todos Christian (Franz Rogowski), un protagonista construido sobre su propia timidez y un pasado oscuro que quiere dejar atrás. Uno de esos tipos que vale más por lo que calla, que por lo que habla. Su incapacidad de actuar con naturalidad y de sociabilizar correctamente perfilan un rol lleno de riquezas emocionales. Su enamoramiento de Marion (Sandra Hüller) y su relación casi paterno-filial con Ben (Peter Kurth) nos ofrecen diferentes caras de una personalidad compleja.
La historia de la cinta es abandonada a una mera narración del tiempo y los personajes, que puede llegar a convertirse en lenta y tediosa sin necesidad. La repetición de planos casi idénticos en los largometrajes pueden llegar a funcionar muy bien, uno de los últimos ejemplos es 'Feliz día de tu muerte', con un sentido narrativo más allá del simple paso del tiempo. En este caso, la película de Stuber peca de una reiteración excesiva, incoherente con los conflictos y artificial en su presentación.
A esta artificialidad se le suma la propia adoptada por la relación entre los personajes. Dada la procedencia de la cinta, no podemos pedir que se convierta en un divertido musical como la portuguesa 'La fábrica de nada', ni que presente un romanticismo gótico como la británica 'In fabric'. La cinta se sitúa en Alemania, donde los sentimientos y la pasión son narrados habitualmente desde una perspectiva más distante. Esta falta de pasión en muchas ocasiones puede causar un alejamiento de la identificación con los personajes. La frialdad de sus actos, su forma de interactuar entre sí y de mostrar sus sentimientos van más allá del mero hecho de la caracterización de los personajes. Los protagonistas están demasiado contenidos en todo momento y es algo que resulta en ocasiones poco natural. La cinta no termina de funcionar en su proyección internacional.
Reflejo de la soledad
'A la vuelta de la esquina' refleja en todo momento la soledad basada en la influencia de autores como Kaurismäki. La cinta persigue la búsqueda de un clímax, pero cuando está a punto de alcanzarlo vuelve al punto de partida, sin lograrlo a lo largo de todo el metraje. Esta ruptura del guión habitual es un hecho totalmente intencional. ¿Funciona? A pesar de que un hecho discutible a juzgar por sus reconocimientos, está claro que la cinta es bastante disfuncional en este aspecto.
Los momentos de mayor empatía hacia la química entre los personajes se pierden con la búsqueda de técnicas de aislamiento de Christian, que a veces pueden llegar a ser incomprensibles. Si bien, acaba consiguiendo su objetivo final: el reflejo del malestar de algunas personas con la sociedad, su incapacidad de adaptarse y su apatía y depresión por el mundo que les rodea. Parece que la sociedad tiene mucho miedo a verbalizar la soledad y 'A la vuelta de la esquina' no tiene temor alguno para hacerlo. En relación a todo esto, el filme falla bastante al intentar relacionar el simbolismo del mar con el de las máquinas de la tienda, algo bastante gratuito e ineficaz.
'A la vuelta de la esquina' es un buen reflejo de la soledad y la insatisfacción personal, con influencias del cine de autores como Andersson y Kaurismäki. Christian es un protagonista lleno de riqueza emocional y rincones secretos que convierten al personaje en fascinante. Sus relaciones con el mundo que le rodea y con los demás personajes atrapan, aunque la historia se queda a medio gas, puesto que no juega con el clímax y se pierde entre tanta frialdad. En ocasiones la cinta alemana peca de simpleza y relajación de la plasmación de los giros de guión, aunque lo compensa con el embellecimiento de los elementos típicos de la vida diaria. Pese a todo, es una película que puede llegar a funcionar muy bien, como demuestran todos los premios que está recibiendo.
Nota: 6
Lo mejor: Su protagonista y la construcción de un personaje lleno de aristas escondidas.
Lo peor: La frialdad con la que trata los sentimientos y la artificialidad.