Tras ver la nueva cinta de los Hermanos Coen, solo puedo pensar en una cosa: el buen cine no ha muerto. Hablo de ese cine hecho con mimo, en el que no hay nada gratuito, donde los actores y actrices llenan cada plano, aún siendo secundarios, con un texto que podría estar recitado por cada uno de nosotros, siendo todo tan cercano y vivo, tan de carne y hueso. Eso y mucho más es 'A propósito de Llewyn Davis', una película que ha provocado algo que hacía mucho tiempo que no sentía al ir al cine: quedarme en la butaca un buen rato después de los títulos de crédito para intentar digerir la brillante y humana historia que nos han regalado los Coen, con un Oscar Isaac que ha trazado uno de los personajes más veraces que puedes encontrar en la taquilla actual, y quizás sea, uno de los más trabajados del año.
La sinopsis del fime reza: "Llewyn Davis ha llegado a una encrucijada. Se enfrenta a un despiadado invierno neoyorquino con la guitarra a cuestas para abrirse camino como músico mientras intenta superar tremendos obstáculos, algunos creados por él mismo. Sobreviviendo gracias a la generosidad de amigos y extraños, y trabajando donde puede, las desventuras de Llewyn le llevan desde los cafés del Village hasta un club vacío en Chicago - en una odisea con la esperanza de realizar una prueba para el magnate de la música Bud Grossman - y de vuelta". La cinta está basada, parcialmente eso sí, en la biografía de Dave Van Ronk, de título The Mayor of MacDougal Street, y es por ello que más bien nos encontremos con un enfoque muy personal de una historia real vista desde el particular punto de vista de los Coen. La historia recorrerá la vida de un protagonista que cree en si mismo, de una manera tan real como creeríamos cada uno de nosotros si tenemos algo por lo que luchar, algo en lo que creemos ser buenos, algo artístico que merece la lucha de pasar hambre y vivir de favores.
La música folk claramente tiene un gran protagonismo en toda la obra, y se nos deleitará con varias canciones cantadas de cabo a rabo por el protagonista, sin cortar nada, dando su el valor musical que merece la obra, como si viéramos un concierto, seamos un mánager al que tengan que convencer o hayan arrancado una guitarra en medio de la cena. Oscar Isaac pone su voz de una manera loable a todas sus canciones, y esto es de aplaudir más cuando se deja tanto el alma en la manera tanto de cantar como de tocar, haciéndo que nos creamos completamente que el protagonista cree en su música, que le otorga un valor y cuando coge la guitarra, siempre es para soñar mientras toca, una sensación que logra transmitir Isaac, un actor que se ha dejado el pellejo en su papel. Lo mismo ocurre con Carey Mulligan y Justin Timberlake, este último más apañado en su medio, y una Carey que ofrece una preciosa voz a una de las piezas.
Quiero decir con ello que la materia musical no ha banalizado en esta producción, y se le ha sabido dar su peso justo junto a la historia para, en lugar de comerse el metraje o resultar algo metida con calzador, en esta ocasión todas las circunstancias en las que nuestro protagonista coge una guitara, es para aportar algo relevante a la historia, y nos da a entender parte de su vida, de cómo la música es en muchas ocasiones, su vía de escape, y es más, un tema mucho más alto en toda la producción: la esperanza.
Volviendo al papel de Oscar Isaac, solo puedo quedar asombrado por el trabajo del actor. Sin duda, ese hombre existe, respira, es de carne y hueso, es humano. El intérprete ha creado un personaje tan complejo desde una humildad que ya querrían otros actores con más ceros en sus cuentas corrientes, ya que desde un primer momento, consigue que enganche la mirada, que queramos estar con él, que queramos que todo le vaya bien pese a ver algunas facetas de su vida de la que no podríamos estar muy orgullosos si fuésemos nosotros. Conseguir que ver el fracaso tras fracaso del protagonista, y aún así tener esa esperanza, cómo si fuera un amigo, de que todo le vaya bien, es uno de las sensaciones más brillantes que crea 'A propósito de Llewyn Davis', y en ella tiene mucha importancia el gran trabajo del señor Isaac.
Carey Mulligan es una pasada. La actriz está en su sitio cada vez que sale a escena, con pocos gestos es capaz de crear la frustración, enfado y sensación de mujer cansada que tan veraz es, todo ello sin salir de su papel, y dejando la puerta abierta a pequeños detalles de su trabajo que nos hace todo lo que hubo entre el protagonista y ella, cómo si todo le hubiera pasado en la vida real. Mulligan contará también con algunos parlamentos realmente intensos, que con su buen hacer, convierte hasta en algo divertido de ver, al ser tan veraz en su rol, ya que nos hace ver que todo lo que le ocurre en pantalla, podría fácilmente ocurrirnos a cualquiera de nosotros, que esa conversación de los labios de Mulligan, podría ir dirigida a nosotros, y estoy seguro, que sería igual de real de cómo lo vemos en el celuloide.
Justin Timberlake era, por lo menos para mi, el nombre que más me asustaba en el reparto. Quizás porque siento que el cantante aún tiene que demostrarme mucho como actor, pero en esta ocasión, su incursión en la película no disgusta, y si bien tampoco es nada del otro mundo, todo lo que hace es correcto y está para aportar su granito de arena, sin ser él el que se come la pantalla, algo que han tenido en cuenta los directores, y en esta cinta es lo que es: un secundario.
Hablar de los Hermanos Coen en la dirección, es hablar en mayúsculas. Los directores han vuelto a demostrar que aún hay sitio para las películas de verdad, para el cine que cuenta una historia, que no te deja indiferente. Los Coen han conseguido que cada plano cuente algo, que no haya un recurso que no sea en pro de la historia, que aporte algo. Es por ello que asistiremos a un espectáculo de secuencias que parecen fotografías, con un tratamiento de la imagen que nos aleja de la irreal alta definición, y en esta ocasión, todo tiene una atmósfera sesentera, muy acorde con el lenguaje del filme. Es de destacar también la genialidad del guión, que ha conseguido ir yendo a más de manera muy sutil, dando unos giros de la vida cotidiana a una historia que sabe poner los pies en el suelo.
Algo para recordar
Destaco también la que considero toda una lección de cómo aportar una historia secundaria en el largometraje que tenga un sentido y no sea solamente una manera de escape del argumento principal. Aquí, lo ha protagonizado un gato, y puedo asegurar que todo lo que tiene que ver con el gato es tan veraz e interesante, que tira por tierra todas esas historias secundarias de amoríos del protagonista y tramas dobles llenas de gags de otras producciones. Como dije antes, aquí nada es gratuito, y es el simple recurso del gato una prueba de que una cosa tan simple, puede ser de tanto peso.
A todo ello hemos de añadir las conversaciones propias de las cintas de los Coen, con algunas frases tan cortas y tan contundentes que de veras, dan valor a la palabra, ya que solo hace falta a un personaje con una palabra concreta dicha desde la verdad, para hacer callar toda la cháchara con la que inundan las cintas que pretenden ser relevantes. En 'A propósito de Llewin Davis', no hay paja para rellenar minutos de metraje, y pese a que hayan momentos con menos carga dramática, no deja de ser hipnotizante la cantidad de detalles que hay en lo que ocurre, y todo ello le da un significado a la película.
La cinta consigue también dejar una sensación, no sabría decirlo de otra forma, y es la de que pese a que puedan estar pasando cosas más o menos duras al protagonistas, durante todo el metraje vemos que hay esperanza, que hay algo por lo que luchar. En esta ocasión es la pasión musical del protagonista, pero que podría extrapolarse a cualquier tipo de ambición o arte, esas ambiciones que tenemos cada uno y en las que a veces solo nosotros creemos, y en 'A propósito de Llewin Davis' queremos que todo le salga bien al protagonista, ya que en cierto modo y gracias al conjunto de toda la obra, nosotros también somos Llewin Davis y queremos que todo nos salga bien. Conseguir que tras ver la producción a uno le den ganas de tirarse con todo a por lo que cree, es algo mágico, y señoras y señoras, es de magia de lo que trata el cine.