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CRÍTICA

'A todos los chicos: P.D. Todavía te quiero': Todos los días son San Valentín

Crítica de 'A todos los chicos: P.D. Todavía te quiero', secuela de la exitosa comedia romántica de Netflix, disponible en la plataforma desde el 12 de febrero.

Por Andrea Fuentes Ortuño 17 de Febrero 2020 | 09:47

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Hace dos años, Netflix apostaba por una aparentemente pequeña comedia romántica llamada 'A todos los chicos de los que me enamoré', probablemente sin ser muy consciente de la gran aceptación que tendría por parte de los usuarios de la plataforma de streaming alrededor del mundo. Desde este 12 de febrero y justo en la época en la que más románticos estamos, se puede ver 'A todos los chicos de los que me enamoré 2: P.D. Todavía te quiero', secuela de la misma y que, al contrario de su predecesora, su mensaje no cala de la misma forma.

 A todos los chicos: P.D. Todavía te quiero

Podemos partir de la base de que rara vez vemos que una comedia romántica consiga tener una secuela, debido a su más que obvio final feliz. ¿Qué necesidad tenemos de truncar algo que nos ha dejado más que satisfechos tras verlo como es un un final de ensueño para nuestra protagonista? Por mi parte, soy partidaria de conocer lo que hay "detrás de las cámaras", cómo fue la vida de los protagonistas después del evento que les cambiaba completamente como si se tratara de un reality televisivo. Pero siempre que este sea necesario y aporte, mínimo, lo mismo que su antecesora.

Lara Jean, interpretada por la magnífica Lana Condor, es feliz y es que, por fin, tiene al chico de sus sueños: Peter Kavinsky, al que da vida Noah Centineo, la nueva cara bonita de las comedias románticas adolescentes que perfectamente podría ser portada de revistas como la Bravo o la Loka si estuvieran, aún, a la orden del día. Pero su idilio comienza a truncarse cuando, de repente, recibe una carta de John Ambrose McLaren, uno de sus antiguos amores y, tras reencontrarse al apuntarse ambos al mismo programa de voluntariado, hace que su relación con Peter penda de un hilo.

Jordan Fisher, todavía muy desconocido para el público general, se ha dado a conocer principalmente por sus participaciones en los musicales 'Grease Live' o 'Rent Live' para televisión o por pertenecer al elenco inicial de 'Hamilton', el musical de Lin-Manuel Miranda. Su aportación como John Ambrose a la película es completamente acertada, como el resto de su reparto, ya que como buena película romántica, tiene varias escenas capaces de hacer soltar varios suspiros a los espectadores. Pero no salva que esta secuela se convierta en una película completamente innecesaria.

Las comedias románticas no suelen tener una secuela debido a que todo lo que la hace atractiva para el espectador (la tensión entre sus protagonistas, la negación y después confesión de sentimientos, además de las declaraciones de amor) termina en el momento en el que sellan las casi dos horas de sufrimiento con un beso. 'A todos los chicos: P.D. Todavía te quiero' explora todo lo que ocurre después del "vivieron felices y comieron felices" de los protagonistas sin aportar nada realmente relevante.

Durante los primeros cuarenta minutos, somos testigos de una continuada sucesión de clichés románticos mientras vemos los primeros días de relación entre Lara Jean y Peter. El conflicto llega con la incorporación de un antiguo capricho amoroso que hace que tambalee la idílica relación de la protagonista para luego, y aquí dejo el único mini spoiler obvio que voy a hacer en una crítica, todo siga como estaba porque después de toda una primera película dedicada a explorar los sentimientos que una chica normalita de instituto tiene hacia el chico popular, no se va a echar por la borda en cuestión de semanas.

 A todos los chicos: P.D. Todavía te quiero

Es por ello que, aunque sea una película entretenida y sin pretensión de transcender de la misma forma que hizo su predecesora, esta secuela carece de elementos que haga que sobresalga de alguna manera. Los diálogos son sencillos, acertados, cargados de clichés de los que sabe que se nutre y aún así no resultan pedantes, con mini dosis de comedia que arrancan una que otra sonrisa y que resulta perfecta para un plan de manta y película con tu pareja o para descorchar esa botella de vino que todavía tienes intacta de las navidades pasadas en el caso de que la veas sola.

¿Tiene sentido que Netflix anunciara una tercera entrega, acorde a la trilogía en la que se basa esta saga, si no va a aportar absolutamente nada como ha ocurrido con la secuela? No. ¿La vamos a ver igualmente? Sí. Y así es como se convierte una película en un placer culpable.

Nota: 5

Lo mejor: que a pesar de ser un cliché en sí, no resulta pretenciosa ni cargante.

Lo peor: que hace que la primera película pierda la magia y la poca originalidad que la caracterizaba.