Ahora que (tristemente) están fuera de la saga 'Scream', el dúo de directores conocido como Radio Silence (Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett) ha vuelto a la fórmula clásica de terror con la que deslumbraron en 'Noche de bodas': un survival sobrenatural de una noche en una mansión victoriana. Solo que esta vez, en lugar de ser todos contra una, es 'Abigail' contra todos.
Este viernes 19 de abril llega a los cines españoles el enfrentamiento entre Alisha Weir (la 'Matilda, de Roald Dahl: El musical' de Netflix) y una banda de secuestradores anónimos encabezada por la ex protagonista de la saga de Ghostface, Melissa Barrera. Conociendo al equipo, la premisa y su calificación R, es fácil saber qué esperar de esta mansión del terror. Todo ello y más lo tiene en sus extensos 109 minutos, pero para poder disfrutarlo hay que esperar un poco (demasiado).
Desubicada
Como se puede ver en la imagen de portada, el marketing de la película (tráilers, poster, argumento...) no ha escondido que la niña es un monstruo porque es un vampiro. Ahora, ¿el problema es haber revelado esta más que evidente sorpresa en la promoción o esperarse casi la mitad de la película para hacerlo en la trama cuando realmente es lo que la sustenta? Se trata de un guion tan frustrante como si en 'Noche de bodas' no empezara la cacería contra Samara Weaving hasta la media hora de metraje y todo lo anterior contara la boda y la cena. La historia o el montaje necesitaban un buen tijeretazo.
Esta larga espera hasta recibir lo prometido provoca un grave problema de tono. Desde luego que para preparar el puro terror de la segunda mitad de película hace falta el thriller (anticipación) y el drama (empatía). Ambos géneros están muy bien rodados, pero la espera es demasiado larga y la supuesta sorpresa no puede ser más obvia (sobre todo cuando ya te la cuenta el póster). A 'Abigail' le cuesta encontrar el tono o, más bien, fijarlo. Al final, esto no es terror con moraleja o un mensaje social, sino una fiesta del horror, el placer por el placer sin buscar profundidad. Por ello, aunque este largo primer tercio sea entretenido, es frustrante que le cueste tanto desprenderse de esa solemnidad y soltarse el pelo.
Clásica
Una vez lo hace, se ponen en marcha todos los mecanismos que estábamos esperando: el juego del ratón, el descubrimiento de las reglas, las dinámicas de personajes y la exploración de la casa (única parte que no está rodada de manera clara). En este segundo tercio de metraje, los directores demuestran que son los mayores fans del slasher y lo recrean de manera muy divertida aunque no especialmente memorable.
En esta escalada de terror (¡por fin!), Radio Silence cumple pero decepciona al recurrir a demasiados lugares comunes en sustos, diálogos, construcción de escenas y algunos desarrollos de personajes. El difunto actor de 'Euphoria' Angus Cloud y la joven vengadora Kathryn Newton son los personajes más olvidables. Por mucho que intenten convertirla en scream queen, la actriz de 'Ant-Man y la Avispa: Quantumanía' nos recuerda que no es tán fácil gritar como Jenna Ortega o Mia Goth.
La que sí que vuelve a funcionar como final girl es Melisa Barrera. No es del tipo de Samara Weaving: no va a gritar tanto y ya está empoderada desde el principio. Pero esa determinación y franqueza es lo que mueve la trama, dándole ese peso de importancia a su personaje con el que lideró 'Scream VI'. El montaje sí que maneja bien la acertada coralidad de la película, aunque hay dos estrellas muy claras en esta historia.
Gozosa
Hasta aquí parece una película de terror entretenida, del montón pero del bueno. Pero entonces llega el último tercio de película y, ahora sí, POR FIN, este duo de directores nos recuerda quiénes son y lo bien que se lo pasan cuando se toman menos en serio. ¡Ese era el tono! Es una pena que no hayan apostado como 'Little Monsters' por generar ese divertimento colectivo tan efectivo en una sala de cine desde el principio. De hecho, incluso haya algunas bromas que hasta chirríen por sentirse como una salida de tono, cuando ese debería haber sido el tono.
El mejor ejemplo de donde estaba el punto fuerte de la película es el personaje de Dan Stevens. Desde luego que funciona como jefe impositivo; cada escena la borda. Pero al igual que en el caso de Radio Silence y como ya han demostrado 'Legión' y la reciente 'Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio', ¡brilla cuando se le va la cabeza! Eso sí, haciéndolo sin ser autoparódico o sobreactuar. Casi se come a la protagonista, aunque funciona incluso más al ser el perfecto contrapunto de Melissa Barrera.
Así que sí, 'Abigail' explota, y mucho, muchísimo más que 'Noche de bodas' y 'Scream'. En ese último tercio, se dinamita la escalada de muertes y giros hasta un festival gore sobrenatural con absolutamente todo lo que se espera de estos realizadores y del subgénero de vampiros y supervivencia. Aquí es donde Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett demuestran a Universal que sí tenían algo que decir de manera moderna sobre uno de sus mayores clásicos cuentos de terror. Tras tantos años y adaptaciones, los vampiros ya no dan miedo, los vampiros divierten.
Si Dan Stevens es el rey de la locura, la absoluta reina de la película es la que le da nombre. Con apenas 14 años, Alisha Weir se come la pantalla y a todos los que hay en ella. Da igual que sea una niña: es sorprendentemente aterrador lo cómoda que está entre cadáveres, sangre y coreografías espectaculares en las tan bien rodadas escenas de acción. Al no querer dejar ninguna moraleja, 'Abigail' no se contiene ni es sensiblera por tener a una niña de protagonista: es explícita, pícara, cachonda y muy sangrienta. Que viva el terror así.
A pesar de ese tropezón inicial y con ese glorioso final, 'Abigail' sí que merece la pena, sobre todo si te gusta el género y si sabes tener paciencia, ya que hay mucha recompensa. Aunque tarde en despegar, en todo momento es entretenida y tiene ese aire clásico para los fans del terror que disfrutarán viendo las reglas que ya conocen; los que no las conozcan, quizá les aburrirá un poco ese primer tercio. Tarda en ser lo que promete ser, pero cuando lo es, se erige como una de las mejores y más divertidas películas de vampiros del cine reciente.