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CRÍTICA

'Abominable' es una aventura preciosa que debería haber confiado más en sí misma

Aunque la historia es de sobra conocida, DreamWorks Animation nos regala un viaje increíble por China junto a un adorable yeti. Divertida y tierna para grandes y pequeños, y todo un salto visual para el estudio.

Por Jesús Agudo Más 11 de Octubre 2019 | 09:34
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Con la trilogía 'Cómo entrenar a tu dragón' cerrada, DreamWorks tiene por delante ahora la misión de no solo conquistar la taquilla (algo que, salvo pinchazos concretos, no suele suponerles un problema), sino también demostrar que pueden ser un estudio de animación que haga algo más que películas que solo entretengan a los más pequeños de la casa. Y todavía tiene que encontrar, tras una época de turbulencias creativas y empresariales, un sello de identidad que deje claro que estamos ante una película suya y solo suya. 'Abominable' es un paso firme hacia la buena dirección.

Abominable

La película, codirigida por Todd Wilderman y Jill Culton, y escrita por esta última, coge como base la leyenda del yeti para contarnos una historia de amistad, de familia, de naturaleza y de magia. Pero, sobre todo, nos trae toda una aventura. 'Abominable' se centra en Yi, una chica que vive en China y que ha perdido recientemente a su padre. Aunque le quedan su madre y su "nai nai" (su yaya), ha acabado cerrándose en banda y pasando gran parte del verano fuera de casa, trabajando para conseguir dinero y hacer un viaje por todo el país a los sitios que quería llevarles su padre. Hasta que aparece en su vida Everest, un yeti que casi se convierte en la gran atracción de una corporación liderada por un ex explorador, al que decide ayudar a volver a su casa, al Himalaya.

'Abominable' no innova para nada en la historia que nos cuenta, 'E.T., el extraterrestre' 101: niños ayudan a criatura a volver a casa. Eso no quiere decir que a la cinta le falte la emoción para volver a conquistarnos con esa fórmula tan conocida. Quizás el objetivo sea lo menos sorprendente de esta aventura, pero toda ella está llena de sorpresas que la hacen deliciosa. Empezando por un apartado visual que, junto a 'Cómo entrenar a tu dragón 3' es lo mejor que ha hecho DreamWorks (acompañados esta vez por los chinos Pearl Studio) en animación por ordenador. Las texturas de los personajes, el pelaje de Everest o la expresividad de sus ojos, o la vida con la que cuentan los escenarios son alucinantes, y cuando entran en juego los poderes del yeti, es pura magia. 'Abominable' sabe jugar con las luces y los colores, sabe transformar un campo de flores en una gigantesca ola amarilla o que una lágrima brille como todo un río.

Abominable

Ese apartado visual se vuelca completamente en convertir China en un escenario con personalidad propia para todo este viaje. Como una postal en movimiento de algunos de los lugares más bonitos de tan inmenso país, sin recurrir por ejemplo a lo más típico como sería la Muralla, 'Abominable' se presenta como una carta de amor a China, su arquitectura, sus tradiciones y leyendas y sus parajes naturales. Se nota que han contado con la gente de Pearl para asesorarles y que todo resulte orgánico. Los protagonistas también suponen una gran representación del país asiático, y siempre es una buena noticia que las familias vean diferentes tipos de familias de otras culturas y puedan analizar los puntos en común y las diferencias que los hace únicos. En ese sentido, Yi y sus dos primos son unos muy buenos compañeros de viaje, cada uno con sus rasgos que equilibran tópicos con humor y respeto, y que crecen y maduran a medida que recorren este viaje. Quizás esas lecciones o moralejas, más allá de no temer a lo desconocido o respetar la naturaleza, están un poco precipitados al final, pero particularmente cómo Yi lidia con el duelo gracias a este viaje, a las amistades que forja en él y a su inseparable violín, consigue darle un punto de ternura que hace muy difícil contener las lágrimas en algunos momentos. 'Abominable' es capaz de emocionar a pequeños y mayores gracias a esas lecciones universales impregnadas por ese punto de leyendas chinas. Gran idea utilizar el violín como herramienta primordial, y acompañarlo por una banda sonora con piezas preciosas a cargo de Rupert Gregson-Williams (y una mención especial a Coldplay).

Pero además de tierna, la película es todo lo divertida que necesita ser una aventura familiar. 'Abominable' sabe jugar con el humor físico gracias al grandullón de Everest y, sobre todo, a su química con Peng, el primo pequeño de Yi. Everest, por cierto, es tan adorable como cabía esperar, muy expresivo y bonachón, recuerda mucho al mismísimo Desdentao. Está diseñado para vender cientos de peluches, y probablemente lo consiga. Volviendo al humor, 'Abominable' cuenta con muchos chistes pensados para los más pequeños, que dejan la sensación de que la cinta es más infantil de lo que quiere ser en realidad, pero los mayores también echarán alguna carcajada con las salidas de "nai nai" o con cierto reptil ululante. El ritmo es lo suficientemente dinámico todo el rato como para no contar con momentos aburridos, aunque sí echo de menos unas ganas de probarse por parte de DreamWorks. Sin duda, la aventura es apasionante, pero se ve venir casi todo el tiempo (salvo por un giro de guion que admitiré que no vi venir), y casi todo lo que nos cuenta ya nos lo han contado muchas veces. No solo la misma base, el "malo", el señor Burnish, parece en muchas cosas un calco de Charles Muntz, de 'Up', el uso del violín y la música como catalizador tampoco es nada nuevo. Y el cine de animación reciente nos ha contado historias de Big Foots, yetis y demás criaturas legendarias constantemente. Ojalá en ese aspecto hubieran buscado superarse como lo han hecho con la parte técnica.

Abominable

Por el buen camino

Pero esa previsibilidad no empaña para nada un conjunto que sabe qué teclas tocar y cuando para hacernos reír y ponernos la piel de gallina. Como homenaje a las leyendas y lugares de China, es una maravilla. Y como oda a la naturaleza y a la magia de la naturaleza, es también una maravilla. Pero si hay ahí esa capacidad de hacernos llorar y reír con una historia tan conocida, qué podrían conseguir como estudio si se atrevieran a dar los saltos al vacío que sí hacen sus personajes. Puede que DreamWorks tenga que seguir buscando esa voz propia un poco más, pero si esa búsqueda está acompañada por aventura, por magia, por música, por la exploración de otras culturas y por una buena mezcla de humor y ternura, al menos cada pasito que den es una pisada firme hacia la meta.

Nota: 7

Lo mejor: Los momentos tiernos ponen la piel de gallina. La animación es de lo mejor que ha dado DreamWorks.

Lo peor: La historia es de sobra conocida y previsible, y con tantos buenos ingredientes podría haber sido mucho más redonda.

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