Hay algo que atrapa en el cine de Albert Dupontel. Desde que debutó como realizador con 'Bernie', allá por 1997, el actor y director ha mostrado un perfeccionamiento de una vena tragicómica, en la que la comedia negra reina con secuencias extremas, surrealistas y con cierto toque gore. Aunque en 2017 sorprendiese con la majestuosa 'Nos vemos allá arriba', Dupontel retoma la mirada contemporánea con 'Adiós, idiotas', la flamante triunfadora de la pasada 46ª edición de los Premios César, llevándose siete estatuillas a casa, incluyendo las de mejor película, mejor realización y mejor guion original, llegando a obtener los mismos galardones que la magistral 'Un profeta' de Audiard.
La ejecución de 'Adiós, idiotas', inicialmente, parece virar más en la línea de '9 meses... ¡de condena!', en la que Sandrine Kiberlain fue una estricta juez en apuros al quedarse embarazada de un delincuente de medio pelo. La premisa es cómo los caminos de un funcionario experto en seguridad informática de estado, una peluquera con una enfermedad autoinmune y un administrativo invidente se cruzan. Aquí se ve la predilección de Dupontel por los protagonistas marginados, un elemento propio de su filmografía.
Pues porque se trata de la crónica del destino trágico de un suicida en potencia, una enferma terminal y un ciego con estrés postraumático. Situaciones extremas que Dupontel aligera con dosis de humor negro, especialmente en su parte inicial y final. Aunque hay tics habituales de su cine (el cameo de amiguetes como Terry Gilliam, David Marsais o François Girard; cierto gusto por secuencias de violencia explícita, la exageración del humor como manera de narrar un hecho dramático), Dupontel opta por narrar, ante todo, una tragedia, pues lleva a sus protagonistas a una peligrosa huida hacia delante, en la que hay momento para la adrenalina del ritmo frenético, el reposo que da la melancolía de los recuerdos o el rubor de los sentimientos amorosos.
Humor absurdo y comedia negra para una historia trágica
Y en medio de esta oda tragicómica, Dupontel, quien firma también el guion, también aprovecha para lanzar una crítica a la dependencia extrema de la sociedad con las nuevas tecnologías. Es más, mediante el personaje que el propio Dupontel interpreta, el cineasta deja en evidencia cómo toda una vida puede hallarse con un clic, lo que pone en cuestión hasta qué punto es ético y moral que el Estado (como también las empresas) sepan todo sobre la ciudadanía. A la vez, plasma cómo esta busca sacar provecho de esa situación sin ser completamente consciente de las consecuencias. Por otro lado, la cinta expone la violencia policial y cómo el Estado es incapaz de encontrar un equilibrio a la hora de ejecutar acciones desmesuradas.
Pero 'Adiós, idiotas' no es solo una comedia negra con crítica social, pues Dupontel da un paso más allá al convertir esta huida hacia delante en una historia de amor, así como también en una cinta de suspense. Amor por cómo dos polos opuestos terminan atrayéndose (además de retratar el amor desde enfoques distintos al romántico). También es intriga, pues en el filme se busca encontrar también la verdad, quizás como último deseo antes de exhalar el último aliento.
Y en esta propuesta, es imposible no hacer mención a su tándem protagonista: Dupontel y Virginie Efira. El cineasta prosigue en su afinidad por los papeles extremos, en los que la comedia no verbal cobra especial protagonismo. Su Monsieur Cuchas es un héroe improvisado marida muy bien con la señora Trappet, interpretada por Virginie Efira. La actriz belga continúa aceptando desafíos artísticos, alejándose de la comedia romántica que definió su carrera en sus inicios.
Un nuevo triunfo para Albert Dupontel y para Virginie Efira
Desde que apareció en 'Elle', Efira ha ido encadenando proyectos magníficos como 'Un amor imposible' o 'Continuar'. Es un alivio ver en salas españolas 'Adiós, idiotas' antes de su consolidación en el cine de autor, con la polémica 'Benedetta' de Verhoeven. Por otro lado, está Nicolas Marié, el tercero en discordia en esta historia. Aunque su protagonismo es sensiblemente menor, el actor se convierte en un simpático 'roba-escenas', transmitiendo esa fuerza y vehemencia que tiene el señor Blin, administrativo ciego con fobia a los agentes de policía.
Aunque su historia atrape y sus actores estén magníficos, Dupontel sí que muestra su experiencia con 'Nos vemos allá arriba', con un cuidado especial de la estética, al contar con un hipnótico diseño de producción, obra del escenógrafo argentino Carlos Conti; una fotografía tremendamente cuidada y detallada, firmada por Alexis Kavyrchine, y una banda sonora que sabe engatusar, compuesta por Christophe Julien.
Con 'Adiós, idiotas', Dupontel se consagra como el gran referente de la comedia negra y absurda actual. Una hermosa huida delante, que plasma la belleza de lo que significa ser testigo del hundimiento de un barco, en el sentido metafórico de la expresión. Un título que invita a dejarse llevar por su ritmo frenético y su sentido del infortunio. Un largometraje excepcional que, junto con su coetánea y compatriota 'Las cosas que decimos, las cosas que hacemos', se postula como uno de los filmes imprescindibles del año.
Nota: 9
Lo mejor: Lo absurdo de su humor, su toque de comedia negra, las interpretaciones de su trío protagonista y la calidad extraordinaria de su apartado técnico.
Lo peor: Pensar que no tendrá la misma difusión que sí tuvo en su Francia natal.