Quizás convertido en algo tradicional, la mayor parte de los hijos ponen en un pedestal a sus padres, al menos cuando son niños. Al ser el primer referente que tienen los menores sobre la sociedad, el vínculo más cercano, estos suelen ser el modelo a seguir. De ahí, que suela ser algo traumático (e inevitable) ver cómo estos caen de ese podio y se los ve como lo que son, personas con sus virtudes y sus defectos. A ese proceso, la británica Charlotte Wells ha querido rendir homenaje con 'Aftersun', su ópera prima, en la que recuerda el último verano que pasó, de niña, con su padre.
'Aftersun' entra dentro de esa ola de nuevos cineastas que aprovechan fragmentos de su vida para crear un relato de tintes autobiográficos y autorreferenciales. Mismamente, el film, con un estilo a caballo entre el cine social y el independiente, con ciertos momentos contemplativos; bien podría estar emparentado con la mirada propia de Carla Simón, solo que cambiando el ambiente rural por el vacacional, situando la historia en un resort turco en los años 90, dotándole así de cierto exotismo propio para un relato que tiene cierto toque épico.
En el fondo, es la carta de amor de una hija que, cuando llega a la edad que tenía su progenitor cuando vivió ese último verano con él, realmente consigue comprender aquello que su yo de 11 años era incapaz de entender del todo, aunque lo intuyera. La cineasta combina una trama de flashbacks con otra más metafórica, en la que sus versiones niña y adulta se encuentran con su progenitor en lo que parece ser una rave al estilo de finales de los 90 e inicios de los 2000 y con el que interactúa desde la distancia o desde una cercanía violenta, como si soltase un enfado reprimido.
Eso se comprende gracias a la trama principal, la situada en ese último verano juntos. La protagonista, Sophie, de solo 11 años, viaja hasta ese resort en Turquía con su progenitor, lo hace en un autobús que los lleva directos desde el aeropuerto. El complejo turístico cuenta con hotel y también bungalós, así como actividades propias de estos recintos, con clases de baile, karaokes o noches temáticas. Wells hace un auténtico ejercicio de detalle, consiguiendo traer el espíritu de los 90 a su film, impregnándolo así de una atmósfera nostálgica.
Los detalles son fundamentales
Y, en medio, Calum, un padre que sabe que tuvo a su hija muy joven, con solo 20 años, que ha llegado a la treintena y que sufre una terrible crisis existencial, intuyéndose que el varón esperaba tener otro tipo de vida al llegar a esa edad. Wells convierte a la hija protagonista en una sagaz observadora, que se da cuenta de cosas, aunque no pueda procesarlas del todo. Los indicios son claros, existe un vínculo poderoso paterno-filial, pero eso no oculta que Calum sienta que haya una especie de lejanía entre él y Sophie. Esa distancia emocional se plasma en otros pequeños detalles que Wells sabe exponer, como la profunda depresión que el progenitor intenta ocultar, aunque haya momentos e los que sea evidente.
Esa depresión convierte al protagonista en un foco oscuro en ciertos momentos, que son los que sirven para que se caiga del pedestal en el que estaba a ojos de su vástago. Muy simbólica es la secuencia en la que Sophie intenta cantar a dúo 'Losing My Religion' de R.E.M. con su padre, una tradición que comenzaron cuando ella tenía apenas 5 años, y que ve cómo su progenitor le lanza comentarios hirientes para evitar salir a escenario. Son esos momentos en los que, de repente, los roles tornan. Una vez el padre cae del pedestal, la hija es capaz de cuidarlo y mirarlo con ese cariño propio que se le tiene a un progenitor, pero viéndolo como la persona que es. Wells lo realiza de manera simbólica, conquistando así al público.
A través de lo personal, Wells realiza un relato universal. Ese canto de amor al padre, al que se le comprende cuando llega a su edad, resulta fascinante. La cineasta muestra una sensibilidad única. Por otro lado, demuestra tener talento como directora de actores, se ve con Paul Mescal. El actor de 'Normal People' ya había mostrado su talento fuera de la ficción de Hulu con un breve papel en 'La hija oscura', donde se vio su habilidad para roles introspectivos. Con 'Aftersun', permite mostrar esa faceta completamente, con un protagónico fascinante, que dice mucho más con sus angustiosos silencios que con sus palabras. También está Francesca Corio, la joven intérprete deslumbra con una actuación muy madura, que bien podría ir en la línea de esa nueva generación que trae la furia interna de Carla Quílez en 'La maternal' o el dolor contenido de Laia Artigas en 'Verano 1993'.
Charlotte Wells se convierte en una realizadora a seguir. Su ópera prima resulta fascinante, gracias al intimismo al que dota a la cinta, con esos detalles hechos para ahondar más en esa sensación de estar ejerciendo de público voyeur, pues lo que narra aparenta ser muy personal, una magia propia de los relatos con tintes autorreferenciales. Con un debut más que prometedor, se intuye que la cineasta tiene varios ases guardados bajo la manga. De ahí, que haya que estar atento a su próximo proyecto en la gran pantalla.
Nota: 8
Lo mejor: El intimismo que desprende, la dolorosa interpretación de Paul Mescal. Uno de los actores que mejor se ha lucido en este 2022.
Lo peor: Peca de tener momentos demasiado contemplativos. Queda la duda de si Wells se desenvolvería bien con un film alejado de lo autorreferencial.