El escritor ruso Fiódor Dostoyevski, en la última novela que escribió, 'Los hermanos Karamázov', publicada en noviembre de 1880, cuatro meses antes de su fallecimiento, escribió: "Un día, todos resucitaremos, nos reuniremos de nuevo y nos lo contaremos todo. Absolutamente todo". Una cita importante y que marcó a la autora alemana Daniela Krien, a quien le sirvió de referente para escribir su primer novela, 'Algún día nos lo contaremos todo', best-seller que ha sido llevado a la gran pantalla.
Presentada la película en la Selección Oficial de la 73ª edición del Festival de Berlín, donde compitió por el Oso de Oro, las casualidades de la distribución en España han hecho que su estreno comercial coincida prácticamente con el lanzamiento del anterior largometraje de su directora, Emily Atef, dado que 'Más que nunca', presentada el año pasado en Cannes, justo llegó a las salas la semana pasada, el viernes 28 de julio. En ambos casos, la cineasta explora la crisis existencial de su protagonista femenina y cómo sus propios deseos pueden contradecirse con la propia realidad.
En este caso, Atef deja de lado la reflexión sobre la muerte y cuando esta irrumpe de forma prematura para irse al año 1990, el de la reunificación de Alemania. Dentro de ese contexto, narra cómo la rutina de una familia que vive en una zona rural cercana a la antigua frontera entre la RFA y la RDA se ve trastocada cuando esa separación se deshace, convirtiendo algo tan apacible como un bosque o el campo en un lugar que explorar, al ser sinónimo de lo desconocido.
En medio, una protagonista introvertida, Maria, quien está a punto de cumplir 19 años y está viviendo en la granja de los padres de su novio Johannes, quienes ya intuyen que su nuera no está hecha para ese ambiente. La joven ha dejado los estudios, mientras que su novio sueña con ser fotógrafo. Un verano en el que la todavía adolescente se distrae leyendo obras de Dostoyevski o Hamsun. El primero resultará fundamental para canalizar la visión de Krien sobre el aprendizaje relacionado con el amor y el sexo.
Un film que muestra los peligros de la famosa frase: "Si no duele, no es amor"
"Enamorarse no significa amar. Es posible enamorarse incluso odiando", se lee en la mentada novela de 'Los hermanos Karamázov'. En la base que le sirve a Krien para narrar el despertar de su protagonista, quien inicia una relación prohibida con un granjero de la zona, quien le dobla en edad (incluso diríase que tiene más), pero con el que tiene una serie de tórridos encuentros sexuales que le hacen entrar en una espiral adictiva, en la que se relaciona el placer con la dependencia emocional y en la que la protagonista aprenderá a golpes (tanto emocionales como físicos, dada la rudeza de su maduro amante) que la pasión no tiene por qué ir de la mano del amor o la responsabilidad afectiva.
Reflexión profunda que Atef plasma pero que no termina del todo de llegar a buen puerto. Si en 'Más que nunca', la cineasta mostraba una delicadeza sumamente profunda a la hora de contraponer el anhelo de vivir y el deseo de morir dignamente y en cómo ambas actitudes muestra el lado más humano del acto egoísta; en este caso, la realizadora se pierde en secuencias sexuales muy explícitas en las que deja claro el poder adictivo del sexo y cómo este puede engrandecerse si se combina con un espíritu aspiracional que está enterrado en un ambiente opresor y rural.
Pero Atef no remata, sus protagonistas son excesivamente herméticos, dejando la duda de hasta qué punto ha sido decisión de la propia directora, dado que firma el guion junto con la propia escritora de la novela original. A pesar de que sus protagonistas, unos notables Marlene Burow y Felix Kramer, intentan defender sus papeles, estos no quedan nada claros, provocando que la cinta, finalmente, sea un melodrama que bien podría ser la versión marca blanca y germánica de la fascinante 'El amante' de Jean-Jacques Annaud, en una adolescente francesa y de espíritu rebelde inicia una relación sexual y tortuosa con un atractivo comerciante chino. A ello se suma que, a diferencia de la obra de Duras, que sí sabía explotar el ambiente colonial de la Indochina de finales de los años 20, Atef y Krien no saben llevar el espíritu de la reunificación alemana a esta aventura erótica.
Finalmente, 'Algún día nos lo contaremos todo' termina siendo un correcto melodrama, en el que se narra el despertar sexo-afectivo de una joven quien anhela aspirar a más en la vida pero no sabe cómo canalizarlo. Con referencias intelectuales que le dotan de cierto exotismo al relato, se trata de una película a la que se le exigía mucho más, dato el material del que partía.