å

CRÍTICA

'Alita: Ángel de combate' vuelve a ser un despliegue visual con una historia poco ambiciosa

James Cameron consigue llevar al cine su proyecto soñado, y aunque no lo dirige se nota su mano a lo largo de toda la película. Para bien y para mal.

Por Jesús Agudo Más 31 de Enero 2019 | 21:00
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

Comparte:

Ver comentarios (1)

Desde que nuestro presente se parece cada vez más a un futuro distópico, y tenemos aspiradores automáticos y altavoces que responden a todas nuestras preguntas, han regresado a los cines las historias de ciborgs, androides e inteligencias artificiales. Aunque la historia de James Cameron y Alita viene de mucho antes. De la época de 'Titanic', concretamente, cuando él y Guillermo del Toro se quedaron prendados de un VHS con la adaptación en anime de 'GUNNM' y Cameron decidió hacerlo su proyecto soñado. Pero era demasiado pronto, y luego llegó 'Avatar'. Y las secuelas. Visto que su futuro estaba marcado por Pandora, buscó a alguien que entendiera su visión de manga de Yukito Kishiro, y encontró a Robert Rodriguez. Y, por fin, muchos años después, llega a las salas 'Alita: Ángel de combate'.

Alita: Ángel de combate

La película nos presenta un futuro en el que construimos ciudades flotantes, pero solo queda una en pie: Zalem. Allí vive la gente de bien, y es imposible acceder a ella. Justo debajo, entre la basura que tiran desde arriba, Se ha creado una urbe, Iron City, de personas que trabajan en las granjas y fábricas de Zalem y que sueñan con, algún día, poder subir. ¿Se te ha ocurrido ya algún que otro símil con la actualidad? Bien, aunque piensa que el manga salió a principios de los 90. Allí conocemos al doctor Ido, el personaje de Christoph Waltz, que encuentra los restos de un ciborg con el cuerpo destrozado, pero el cerebro humano intacto (eso sí, sin recuerdos). Lo lleva a su laboratorio y lo reconstruye, y a la joven que acaba de "fabricar" la llama Alita.

James Cameron dijo que en las décadas en las que estuvo trabajando en la adaptación le dio para probar todos los enfoques posibles, pero acabó decantándose por uno movido por las emociones y el "romance adolescente". Esto ha tenido consecuencias positivas y negativas para la película. Hace no mucho llegó a los cines otra película ciberpunk como 'Alita' llamada 'Ghost in the Shell', también adaptación de un manga. Polémicas aparte, la película acabó no funcionando porque carecía por completo de ritmo y se metía por derroteros filosóficos que ni Rupert Sanders ni sus guionistas supieron llevar a buen puerto. 'Alita', por suerte, opta por un acercamiento mucho más fresco y dinámico, siendo consciente de que lo primero que tiene que lograr es entretener y que sus personajes nos conquisten, si es que Cameron quiere tener la opción de hacer las dos secuelas que ha pensado para esta entrega. Tiene mucho más claro que ha nacido para ser un blockbuster, no la nueva 'Matrix'. La película tiene sus momentos de filosofía ciberpunk, pero no se detiene a profundizar en ellos porque lo que nos quiere contar es la historia de una joven que da la casualidad que es un cerebro humano con cuerpo robótico.

Alita: Ángel de combate

Alita es el verdadero acierto de la película. Aun con ciertos momentos de excesiva adolescencia, el personaje de Rosa Salazar es lo suficientemente carismático como para estar de su parte en esta historia y querer descubrir más sobre ella y su pasado. Su crecimiento personal compensa que esté rodeada por esa sucesión de personajes secundarios planos y actores de renombre pasando simplemente por caja, que suele ser habitual en este tipo de películas. Al menos Hugo (Keean Johnson), su compañero de fatigas e interés amoroso, cuenta con la química suficiente con ella para que, de nuevo, nos interese su personaje y sus decisiones (aunque a veces sean precipitadas o él no cuente con el carisma de ella).

A vueltas con los ojos

A Salazar no la veremos, porque está cubierta por una capa de CGI que es, de nuevo, un hito tecnológico de los que solo James Cameron puede conseguir. Muy polémicos fueron los ojos grandes del personaje cuando salieron los primeros avances, y el arreglo que pidió Cameron fue hacer el iris y las pupilas más grandes, no hacer los ojos más pequeños. El resultado es realmente sorprendente, ya no solo porque todo el cuerpo de Alita sea una locura del diseño, y casi todo el tiempo uno se olvida que está delante de un personaje hecho por ordenador, es que esos ojos son más expresivos que la mitad del reparto de la película. Una decisión estética para acercarla al manga que podría haber salido muy mal, y ha resultado ser todo un acierto.

Alita: Ángel de combate

Pero no solo Alita está trabajada al máximo en el aspecto técnico. La película tiene un apartado visual impresionante porque, gracias a los 200 millones de dólares de presupuesto, ha podido construir los escenarios en sets, así que si algunos de los ciborgs con más parte robótica que humana "cantan" demasiado (sobre todo los que son "cabezas flotantes" como el personaje de Ed Skrein), se compensa todo con el nivel de detalle de Iron City y escenarios como el bar al que van los cazadores-guerreros. Incluso parece como si Cameron hubiera aprovechado esta película para usarla como su sandbox y hacer pruebas de cara a las próximas 'Avatar', poniendo escenas bajo el agua o llevando la captura de movimiento un paso más allá. Pero si hay alguien que puede llevar a buen puerto este despliegue de tecnología, es él.

Por desgracia, en lo que a trama se refiere no llegará a sorprender lo más mínimo. La película cuenta con escenas de acción espectaculares y, como he dicho, con una ambición en escenarios que ayuda mucho a llevar la película hacia delante, pero la historia está llena de clichés de este tipo de películas. Desde personajes como el de Mahershala Ali, el villano que en realidad es solo un peón (en general, los villanos son bastante planos), al pasado de Alita que vamos descubriendo poco a poco, nada de eso nos llegará a sorprender demasiado. Y la parte del romance parece tan de otra época (de cuando James Cameron hacía películas), que en la actualidad resulta un poco apolillada. Qué suerte que, a pesar de ello, Alita sea un personaje femenino que no necesita para nada a Hugo o a Ido para sacarse las castañas. La película, que está sobre todo inspirada en los primeros tomos del manga, también incluye el Motorball, un deporte entre ciborgs que puede suponer el ticket hacia Zalem, y que quizás en próximas entregas, bien desarrollado, podría dar lugar a momentos espectaculares. Aquí solo está introducido, y suena más accesorio que trascendental para la historia de Alita. Para mí es un acierto que no se haya querido meter mucho en jardines filosóficos y hacer una película farragosa, pero con los símiles que hay entre su mundo y el nuestro, echo un poco de menos alguna que otra moraleja para salir de la sala dándole vueltas.

Alita: Ángel de combate

'Alita: Ángel de combate' estará dirigida por Robert Rodríguez, pero tiene el sello de James Cameron por todas partes, es más una película del segundo que del primero, para lo bueno y para lo malo. Cuenta con un apartado técnico envidiable, tiene muchísima ambición volcada, momentos épicos en los que brilla la banda sonora de Junkie XL, y partes del clímax realmente emocionantes. Y la protagonista tiene corazón, no se desprende de su lado humano, que suele pasar mucho con este tipo de películas. Pero también se deja llevar demasiado por esos ingredientes y no trabaja tanto en el núcleo de la cinta, que es la historia. Y la historia de 'Alita' no es tan innovadora o dinámica como lo es su protagonista. Como opción para disfrutar de un despliegue visual en pantalla grande con unas palomitas cumple, pero quizás tiene una trama demasiado endeble para pedirnos una segunda ronda. Aunque también pensé lo mismo de 'Avatar' y dos mil millones de dólares después, aquí estamos.

Nota: 6

Lo mejor: Alita es una protagonista magnífica. Los escenarios y el CGI son alucinantes, como cabía esperar de James Cameron.

Lo peor: La historia vuelve a no estar a la altura del despliegue de medios.