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CRÍTICA

'Alto el fuego': La herida interna

Crítica de 'Alto el fuego', opera prima del actor Emmanuel Courcol. Protagonizada por Romain Duris, Grégory Gadebois, Céline Sallette, Julie-Marie Parmentier y Maryvonne Schiltz.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 10 de Agosto 2018 | 11:01
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Albert Camus comentó que para "la mayoría de los hombres, la guerra es el fin de la soledad", pero para él era "la soledad infinita". El actor Emmanuel Courcol debuta en la realización con 'Alto el fuego', cinta en la que también ejerce de guionista y en la que lleva a Romain Duris por el duro viaje de la reconciliación consigo mismo tras haber participado en el conflicto de las trincheras, la Primera Guerra Mundial. Fue presentada en el 69ª edición del Festival de Locarno.

Alto el fuego

Tras haber sido capitán durante la Primera Guerra Mundial, Georges Laffont continúa traumatizado con lo que sucedió durante la batalla. Con los fantasmas del pasado acechándole, entre ellos el de su hermano Jean que desapareció en combate, Georges huye a las colonias africanas, en las que se queda varios años alejado de la sociedad. Después de un trágico incidente, Georges se ve obligado a regresar a su Francia natal, a reencontrarse con Louise, su madre, y con el único hermano que le queda, Marcel, que también participó en la guerra y que, tras regresar de las trincheras, quedó fuertemente traumatizado, provocando que haya perdido la capacidad del habla. Con la ayuda de Hélène, una profesora de lengua de signos, Marcel intentará salir de esa espiral de tortura mental en la que vive, a la par que Georges intentará encontrar su sitio en una sociedad que ha olvidado lo que la guerra se llevó.

Los traumas de la guerra

Courcol decide hablar no tanto de la Primera Guerra Mundial, sino de las graves secuelas físicas y, sobre todo, psicológicas, que dejó el conflicto bélico en aquellos hombres que tuvieron que ir a la primera línea a morir. De ahí, el tormento interior tanto de Georges como de Marcel. En ese sentido, la interpretación de Romain Duris resulta fundamental, el actor ya tuvo una experiencia previa con un personaje mentalmente muy tocado, en 'De latir, mi corazón se ha parado'. Aunque en el caso de 'Alto el fuego' es tanto la guerra como el trágico incidente que tuvo en África lo que se le aparece por las noches. El actor transmite muy bien el sentimiento de culpa del superviviente, lo hace mostrando a un protagonista que está atormentado pero no excesivamente, como sucedió con muchos veteranos de la guerra, con un dolor interior que sobrelleva.

Alto el fuego

De esta forma sirve de contrapunto para Marcel, el hermano de Georges. Interpretado por Grégory Gadebois, sin duda es uno de los papeles en los que el actor de 'Marvin ou la belle éducation' se ha podido lucir más. El intérprete representa a la perfección al combatiente completamente traumatizado por lo vivido. Con tintes trágicos, Courcol acierta de pleno en su crítica no solo a la guerra, sino a las consecuencias que deja a largo plazo y la falta de ayuda que hubo a los combatientes que regresaron.

Un debut acertado con un elegante drama de época

Más allá de crear retratos de personajes cuyos fantasmas del pasado acechan, Courcol logra crear una cuidada película de época, con diseño de producción de Mathieu Menut y vestuario de Stephan Rollot y Édith Vesperini. La ambientación, que lleva al espectador a los banales años 20, contrapone la tortura de sus protagonistas por lo vivido en la guerra con un presente olvidado de su pasado y entregado a la superficialidad de los placeres. En ese punto es imposible no acordarse de la magnífica 'Nos vemos allá arriba', aunque 'Alto el fuego' no llega al nivel de complejidad de la maravilla dirigida por Albert Dupontel.

Alto el fuego

Para ser su debut como director, Emmanuel Courcol aprueba con nota. Su retrato de la tortura mental del veterano de guerra logra que se obvie que se trata de un ejercicio muy académico, algo comprensible al tratarse de un inicio, en el que Courcol prefiere pisar con pies de plomo antes de atreverse con una vena más autoral. También acierta dándole cierto toque costumbrista. Con unos actores magníficos, mención también para Céline Sallette como contrapunto femenino de Duris, estamos ante una propuesta interesante e inmersiva, con la que se invita a reconciliarse con el pasado y cerrar heridas para poder vivir realmente, ya que la vida es lo único que queda cuando no hay muerte. Estupendo mensaje que dejará una interesante sensación tras su visionado.

Nota: 8

Lo mejor: La elegancia de Romain Duris, por fin un galán a la altura de su porte. La magnífica interpretación de Grégory Gadebois.

Lo peor: Sus intenciones tardan en verse, el filme es algo disperso.

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