En 2014, Marie Amachoukeli-Barsacq sorprendió gratamente en la realización a tres manos con Claire Burger y Samuel Theis al dirigir el retrato personal de la madre de Theis en 'Mil noches, una boda'. Un largometraje en el que ya se vio las afinidades de los tres directores a la hora de retratar los vínculos familiares. Nueve años después, la cineasta se atrevió en dirigir en solitario 'Àma Gloria', filme de apertura en la Semana de la Crítica del 76 Festival de Cannes.
'Àma Gloria' narra otro tipo de vínculo, el de una niña de seis años, Cléo, con su niñera, Gloria. Proveniente de Cabo Verde, su cuidadora ha estado con ella desde que era una bebé, tras la trágica muerte de su madre. Figura materna, dada la ausencia de la propia progenitora, todo cambiará cuando Gloria deba volver a su país tras una tragedia familiar que le obliga a hacerse cargo de sus propios hijos. La cinta narra el último verano en el que la niña y la cuidadora pasan juntas.
La cinta, que la propia Amachoukeli-Barsacq firma con Paulien Guéna, tiene tintes autobiográficos. La realizadora se inspiró en Laurinda Correia, la mujer portuguesa que se ocupó de su cuidado cuando era niña y que era también la portera de su edificio. El film desprende ese vínculo personal que termina naciendo entre la niña y su niñera. De hecho, se ve que la propia Gloria ve a Cléo como una hija más. Sin embargo, el propio largometraje recuerda que esa relación es distinta a la materno-filial.
Lo acertado es la manera en la que Amachoukeli-Barsacq realiza este retrato que, en el fondo, es el aprendizaje de gestionar el duelo de un vínculo sentimental. Cléo, realmente, apenas pudo sentir la muerte de su madre biológica, al ser una bebé. Sin embargo, ahora sí vive un duelo concreto, al ver que su referente materno debe marcharse. Sí, Gloria está viva, pero dejará formar parte de su día a día, dejará de recogerla al colegio, dejará de ser su confidente.
Una entrañable y hermosa fábula sobre aprender a dejar marchar
Ese excepcional verano de separación, la realizadora sabe narrarlo con cariño cierta mirada costumbrista. Primero, recuerda que la realidad de Cabo Verde es completamente diferente. Es más, permite conocer uno de los países más prósperos del continente africano, cuyo carácter e influencia portugueses están muy presentes. De hecho, su mirada rupturista ayuda a que se pueda enfocar en cómo el vínculo entre niña y cuidadora se transforma.
Aunque la mirada española recuerda al estilo de directoras como Carla Simón, Clara Roquet o Estíbaliz Urresola Solaguren, realmente el estilo de Amachoukeli-Barsacq recuerda más al de Anna Muylaert en 'Una segunda madre', que supo plasmar muy bien cómo terminan forjándose vínculos muy fuertes entre hijos de familias burguesas y sus cuidadoras y cómo éstas terminan siendo 'segundas madres' que terminan descuidando a sus propios vástagos.
En el caso de 'Àma Gloria', está el añadido del aprendizaje, de cómo Cléo con seis años debe aprender a dejar marchar a un ser querido y cómo eso no implica que dejen de quererse, algo similar a lo que narró Céline Sciamma en su formidable 'Petite maman'. Por otro lado, le da otro tipo de trasfondo a la figura de Gloria, mujer que siempre mira hacia delante, que ha sabido forjarse otro destino a parte de el de ser una mera cuidadora. Esto se ve en cómo las remesas que enviaba a su país eran también invertidas en la construcción de un hotel, del que ella sería propietaria.
La mirada de Amachoukeli-Barsacq es sutil y profundamente conmovedora. Un relato personal con el que debuta por todo lo alto y la coloca como una realizadora que es capaz de transmitir esa mirada madura de la propia infancia. Eso sí, lo logra con la maravillosa química entre la pequeña Louise Mauroy-Panzani e Ilça Moreno.