El almeriense Manuel Martín Cuenca, a lo largo de su filmografía, ha sabido realizar un cuidado e incómodo retrato de las relaciones familiares, de su lado menos amable e, inclusive, hasta podría decirse que inhóspito. Lo hizo con 'La mitad de Óscar' y 'La hija', donde ya demostró tener mano para crear pausados dramas que terminan derivando en inesperados thrillers en el que sus personajes explotan cual olla a presión. En esa línea, llega ahora 'El amor de Andrea', que se estrena en salas comerciales tras alzarse con dos premios en el Festival Internacional de Cine de Tallin, donde obtuvo los galardones a la mejor dirección y al mejor guion.
'El amor de Andrea' narra cómo su joven protagonista, de apenas 15 años, busca recuperar el vínculo paterno-filial con su padre, quien abandonó la residencia familiar tras divorciarse de su madre y desapareció completamente de la vida de sus hijos, fundando otra familia en otra ciudad. La adolescente, quien cuida de sus hermanos, Fidel y Tomás, cuando su madre va a trabajar. Ellos, junto con su mejor amigo y un bloc de notas, se convierten en sus confidentes; así como en sus cómplices en su deseo de reencontrarse con su progenitor, quien le debe muchas respuestas del motivo de su ausencia.
Martín Cuenca pone en perspectiva las consecuencias del abandono familiar, en el sentido de ausencia no justificada. Por supuesto, un divorcio supone una ruptura sentimental y un cambio en las dinámicas entre padres e hijos. No obstante, una mala gestión de esta nueva realidad deriva en unas consecuencias negativas en la manera en las que los vástagos interpretan el afecto y buscan sus propios vínculos afectivos. Esto es algo que el cineasta almeriense explora muy a fondo de esta propuesta, la incómoda mirada de ver cómo los defectos parentales degeneran en relaciones ambivalentes.
Es lo que le sucede a Andrea, una adolescente que reivindica su derecho al cariño paterno, a que su padre le dé respuestas. Los recuerdos de la joven con su progenitor eran lo opuesto a ese 'ghosting' familiar. La manera en la que el cineasta, quien firma el guion junto con Lola Mayo, recrea ese profundo drama que vive la menor, la cual ha tenido que madurar antes de lo previsto en ciertos aspectos de su vida, consigue crear esa atmósfera de drama familiar, que contrasta con lo apacible de su escenario, las calles y espacios naturales de la ciudad de Cádiz.
Un cuidado ejercicio del lado más ambivalente de las relaciones familiares
Aquí se ve la buena mano de Martín Cuenca para el drama familiar. Ahora bien, como sucede en las anteriores mencionadas obras del almeriense, esta intensa búsqueda de afecto provoca una serie de acciones inesperadas, que recuerdas a esa explosión de personajes que el realizado sabe tan bien plasmar. También en este aspecto, se ve el buen manejo de Martín Cuenca en la dirección de actores. En esta ocasión, da un paso más, apostando por intérpretes debutantes, poco conocidos o no profesionales. En ese sentido, Lupe Mateo Barredo es un auténtico descubrimiento. Sin duda, dado que tiene 17 años, es la candidata ideal a alzarse con el Goya a la mejor actriz revelación de este año.
Barredo muestra un dominio de los sentimientos que se plasman en el film magistral, de cómo Andrea busca una especie de 'amor imposible', a la par que no es capaz de confiar de más en su mejor amigo. Sabe transmitir también cómo canaliza esa ambivalencia emocional a través de la escritura en su cuaderno o la lectura de 'Juan Salvador Gaviota', el best seller de Richad Bach, uno de los pocos regalos que tiene de su padre y al cual se aferra fervientemente, mostrando la paradoja de cómo una novela iniciática sobre el afán de superación y el respeto por el libre albedrío individual se convierte en un clavo ardiendo al que se sujeta su protagonista.
'El amor de Andrea' es un nuevo éxito artístico de Manuel Martín Cuenca, quien se ha erigido como una de las miradas más profundas sobre las relaciones familiares o sociales del cine español actual. Un largometraje realizado con cariño y esmero y en el que realiza un magnífico retrato de la ambivalencia e imperfecciones de los vínculos familiares y cómo estos pueden marcar para mal.
