Ya lo dijo el célebre escritor Calderón de la Barca: "Cuando el amor no es locura, no es amor". Tal frase, que da pie a la pasión de la ambivalencia, refleja muy bien un concepto de las relaciones sentimentales con consecuencias bastante devastadoras. Al menos, ese es el caso que expone el rumano Calin Peter Netzer con 'Ana, mon amour', premiada por su contribución artística sobresaliente en el 67º Festival de Berlín.
Toma y Ana se conocen en la universidad, ambos se enamoran y pronto se casan, en contra de los deseos de sus progenitores. Ella es inestable emocionalmente, con varios altibajos y fuertes depresiones, él se acostumbra a convivir con ello y hacerse cargo de ella. Su relación amorosa desemboca en una relación en la que se crea una dependencia emocional fuerte, que llevará a unas consecuencias devastadoras para los dos, sobre todo cuando Ana empiece a recuperarse y Toma comience a quedarse aislado.
La corrupción del amor
Netzer vuelve a hacer una profunda radiografía sobre las relaciones íntimas y personales. Sin embargo, a diferencia de su celebrada 'Madre e hijo', Oso de Oro en la Berlinale, 'Ana, mon amour' no pretende convertirse en una metáfora de la sociedad rumana, sino más bien en un interesante análisis psicológico de las relaciones de pareja. Pocos lo admiten, pero la dependencia emocional es un factor tremendamente presente en las relaciones sentimentales.
Con 'Ana, mon amour', Netzer combina pasado y futuro mediante recuerdos y continuas escenas de flashback que se entremezclan con las sesiones psicológicas a las que acude el protagonista, interpretado por Mircea Postelnicu. Aunque el cineasta juegue con las líneas de tiempo, eso no impide que transmita un realismo profundo, casi documental. El público entra de lleno en ese torbellino sentimental, se convierte en espectador voyeur de discusiones, autolesiones, reproches, lágrimas, risas, escenas sexuales, de todas las partes que conforman la vida en pareja.
Y esa brutal realidad es la que atrapa, sobre todo porque en ningún momento los dos protagonistas son juzgados. Netzer se limita a crear un retrato en el que la relación conyugal evoluciona espontáneamente, hasta desembocar en consecuencias devastadoras para ambos, ya que la tal deseada independencia emocional no logra encontrar su centro, su equilibrio. Tal es el intimismo que desprende el filme, que incluso mostrará momentos que al público le sean familiares.
Análisis de las relaciones personales
Más que ser cine denuncia, 'Ana, mon amour' destaca por ser, sobre todo, un análisis psicológico de la dependencia emocional, un análisis tanto para él, como para ella, como para el propio concepto de la pareja. Sin duda, una respuesta actual a esa obra maestra llamada 'Escenas de la vida conyugal' de Bergman, más conocida como 'Secretos de un matrimonio', aunque analizada dentro de su propio contexto. Con este filme, se confirma que Netzer es uno de los cineastas rumanos más interesantes del panorama europeo, sobre todo por alejarse de otros compatriotas suyos como Cristian Mungiu, Corneliu Porumboiu o Cristi Puiu, al enfocarse en las turbiedades de las relaciones personales.
'Ana, mon amour' escenifica magníficamente al tormento amoroso, como también a esa famosa frase de "si no duele, no es amor". Brutal y violenta, como un rayo; delicada y frágil, como el cristal. ¡Maravillosa!
Nota: 8
Lo mejor: El profundo realismo que desprende, sus escenas íntimas que dan la sensación de ser un intruso en esa relación.
Lo peor: Mostrar la dependencia emocional en una pareja no gustará a cierto tipo de público.