Tres años después del estreno de la primera película basada en el juego para smartphones 'Angry Birds', llega a los cines españoles su secuela, 'Angry Birds 2: La película', donde, aunque se repite la misma fórmula que funcionó en 2016 y que la convierte ligeramente en una nueva oportunidad perdida de innovar en el campo de la animación, sí que aprende de alguno de sus errores, convirtiéndola en una película más dinámica e incluso divertida.
Tanto si hablamos de Sony, Disney o de Illumination Entertainment, por mencionar algunas, está claro que estamos ante una crisis de ideas que está empezando a ser bastante preocupante. Es difícil invertir el dinero cuando no sabes si tu proyecto va a ser lo suficientemente bueno para que conecte con un público cada vez más exigente, de ahí a que se opte por recrear las mismas fórmulas que funcionaron en el pasado.
El animador y dibujante Thurop Van Orman debuta como director en una película que, como mencionaba su productor John Cohen en una entrevista para eCartelera, busca contar nuevas historias más allá de lo que conocemos del videojuego. La premisa es simple: ante la amenaza de una nueva Isla que intenta acabar con sus hogares, tanto los pájaros liderados por el héroe de turno Red (con la voz de Santiago Segura en la versión española y de Jason Sudeikis en inglés), como los cerdos comandados por el guasón de Leonard, al que el director Álex de la Iglesia presta una vez más su voz, tendrán que unir fuerzas para evitar que eso ocurra.
Como es obvio, esa tregua forzada dará pie a varias situaciones cómicas entre los dos protagonistas, donde funcionan más las conversaciones entre los personajes que los repetitivos gags que pierden fuelle a lo largo del metraje. Es muy frecuente el uso de un hilo musical para enfatizar las escenas y las situaciones a las que se enfrentan los protagonistas, pero cuando se convierte en el único método al que recurren los guionistas para salvar una escena, acaba haciéndose pesado.
Red, su protagonista, vive en una constante crisis existencial. Tras convertirse en el héroe local después de ser la persona más solitaria y enfurruñada de Isla Pájaro, teme que su nuevo estatus se pierda y vuelva a convertirse en lo que era. El viaje que emprende el personaje, donde acaba reconociendo que no se puede ser un héroe solitario, lo llevará, aunque sea a regañadientes, a relegar en sus compañeros para que la misión funcione. Unas lecciones morales que no están de más cuando están enfocadas a un público mayoritariamente infantil.
La incorporación de dos personajes femeninos como son Silver, la ingeniera hermana de Chuck y cerebro de la operación para salvar tanto a los pájaros como a los cerdos; como la villana Zeta, que vive hastiada hasta de su propia sombra, renuevan la imagen que podría tener el público de los Angry Birds como un producto mayoritariamente enfocado para los niños, aunque no se les haya dado la publicidad que merecen.
Macarena Gómez se luce prestando su voz a este personaje. Mientras que el resto de talentos están descafeinados y el más carismático de todos, José Mota, pasa a un terrible tercer plano, Gómez es pura comedia cada vez que abre la boca.
La que han liado los pollitos
Pero, como en todas las películas, siempre hay un personaje que roba la atención de todo el mundo y se convierten en lo más memorable de la película. En 'Angry Birds 2', al igual que ocurría en la primera entrega, los polluelos son los responsables de las escenas más entrañables y divertidas de la cinta. Casi como ocurría con la saga de 'Ice Age', las escenas de Scratch y su bellota prevalecen en la mente de todos mientras que la trama principal acabará disipándose en el momento en el que pongan un pie fuera de la sala.
En definitiva, 'Angry Birds 2' es divertida dentro de sus limitaciones de hacer un humor muchas veces pensado para adultos, pero con la misma fórmula de repetición que se utilizaría para los más pequeños de la casa, con unos valores muy positivos sobre la amistad y sobre el rechazo a los prejuicios.
Nota: 6
Lo mejor: los polluelos siendo unos roba escenas de primera
Lo peor: lo repetitivas que son sus pausas cómicas