En la memoria colectiva, el año 1992 fue el de España. Se celebraban los Juegos Olímpicos en Barcelona y también la Expo de Sevilla. Fue el año dorado, en el que España se presentaba al mundo, el año en el que se dejaba atrás el pasado, en el que se entraba a la modernidad, en el que el país presumía de ser Europa, el año de la ilusión. Los 90 fueron una década de euforia, eso al menos es lo que estudia actualmente, siendo el 92 su máxima expresión.
Sin embargo, no todo fue de color de rosa, pues en los años 90, también, llego la explosión de todo aquello que comenzó a gestarse en los 80, cuando el gobierno del socialista Felipe González hizo entrar a España en la antigua Comunidad Económica Europea, la actual UE. Pero en ese proceso hubo una dura desindustrialización, que provocó que muchas personas perdieran su trabajo, especialmente por los procesos de privatización de varias compañías, cuyas infraestructuras fueron carne de especulación empresarial.
Y en ese proceso de desamortización, poco a poco fue gestándose una dura desigualdad social, en la que la España industrial fue duramente golpeada, más incluso aquellas zonas cuya economía ya era frágil de por sí, como el caso de Murcia, cuya desafección de los trabajadores de la zona de la Sierra minera de Cartagena-La Unión -se cerraron Peñarroya, Coca-Cola y hubo despidos en Repsol, Campsa, Bazán y un largo etcétera-, culminó con el incendio de la Asamblea Regional de la comunidad autónoma. Un incidente que ha quedado enterrado en la supuesta maná que fueron los Juegos Olímpicos y la Expo.
Un episodio histórico olvidado entre la euforia de los JJ.OO. y la Expo
Ahora, el director murciano Luis López Carrasco rescata esta manifestación, que congregó entre 2.000 y 3.000 trabajadores. Aunque el foco de 'El año del descubrimiento' se centra, especialmente en su segunda parte, en la desconexión de la clase obrera con el gobierno autonómico y nacional, ambos de izquierdas, realmente el documental de López Carrasco es una reflexión generacional, que enmarca dentro de algo tan típico como es el bar y sus conversaciones.
El documentalista, quien ya se atrevió a mirar la otra cara del optimismo con la ochentera 'El futuro', entremezcla pasado y presente dentro de un local en el que declaraciones del 92 se conjugan con testimonios de 2019. La forma en la que ha rodado López Carrasco aquellas escenas que pertenecen al presente, de forma estratégica, las ha filmado como si fueran de la misma época, provocando que el largometraje sea una curiosa cápsula del tiempo, en la que se refleja que en varias zonas, parece que se siga viviendo en la España del 92, especialmente aquella que vivió la parte más dura de la crisis económica de 2008 y que aún está soportando las secuelas de esta y de la actual que se vive por la pandemia del coronavirus.
Magistral ejercicio documental
El resultado es excelente y una total sorpresa -pese a sus 200 minutos, la cinta no se hace pesada en ningún momento-, pues López Carrasco consigue convertir un bar la zona industrial de Cartagena en el leitmotiv constante de la desigualdad española. Es más, el documentalista es más ambicioso en su retrato, pues se atreve a explicar los orígenes contemporáneos del carácter indómito de los cartageneros, cuyo gentilicio evoca al espíritu guerrero de los cartaginenses; además de hacer una radiografía de cómo esa alma obrera y sindicalista vivió un auténtico desengaño, que culminó con el ataque al parlamento autonómico, que en ese momento gobernaba el socialista Carlos Collado con mayoría absoluta, y que cuyas consecuencias fueron (y son), 25 años de gobierno autonómico del Partido Popular.
López Carrasco consigue convertir la lucha del cartagenerismo en un verdadero símbolo nacional que, además, sirve para explicar la historia más reciente de España y cómo todo, al final, está relacionado. 'El año del descubrimiento' es -quizás sin buscarlo- el documental que plasma correctamente el devenir de toda una generación. Una mirada real, en la que deja que sean los propios ciudadanos, desde el confort que da una barra de bar, hablar a calzón quitado y que sean ellos mismos los que marcan los tiempos de un filme que demuestra que el género documental español vive un magnífico período creativo.
Nota: 9
Lo mejor: La forma en la que López Carrasco ha rodado el filme. En cierta forma, el 92 consigue estar presente incluso a escenas relatadas de un pasado anterior.
Lo peor: La película es un retrato que va mucho más allá del 92, lo que provoca que aquellos que busquen, solamente, una cinta sobre dicho año y época se encuentren con una propuesta que, a lo mejor, no llega a cumplir del todo sus expectativas.