Siete años después de 'Aviones de papel', el australiano Robert Connolly regresa al cine y lo hace volviendo a mostrar su versatilidad, pues esta vez estrena un thriller, 'Años de sequía', con el que adapta la novela homónima de Jane Harper. Un filme candidato a 12 Premios AACTA, los más importantes de la Academia de Cine de Australia, entre ellos los de mejor película, dirección, actor, actriz y guion adaptado.
Realmente, el cine de suspense, junto con el de comedia, es uno de los más complicados de realizar. Se necesita crear una atmósfera que sumerja al público en el relato y que enganche hasta un desenlace que puede ser más o menos esperado. Es más, también sirve para ver el pulso de un realizador y de un guionista a tenga claro saber marcar los tiempos, dosificar la información y también una correcta elección y uso de un escenario. En ese sentido, Connolly demuestra que aún sabe cómo realizar un buen thriller, pues 'Años de sequía' sigue la estela de 'La conspiración Balibo', uno de sus títulos más aclamados.
Y es que todo funciona, el escenario, un árido pueblo de la Australia profunda que padece una de las peores sequías que se recuerda. En medio de una ola de calor, aparentemente se ha cometido un crimen machista. Un reconocido detective de Melbourne, Aaron Falk, interpretado por Eric Bana, regresa a sus raíces para descubrir la verdad y ver si su mejor amigo realmente mató a sangre fría a su esposa y a su hijo antes de dispararse a sí mismo. A ello, además, hay que añadirle que el protagonista tiene una cuenta pendiente con el pasado, pues, cuando era adolescente, se vio obligado a huir al ser sospechoso de la muerte de su novia.
Un thriller clásico que sabe mantener el pulso hasta el final
Dos casos separados por el tiempo y aparentemente resueltos -pues el caso de la novia de Falk se resolvió como un suicido-, se reabren y es ahí donde Connolly, quien escribe el guion junto con Harry Cripps, sabe llevar la intriga de la novela de Harper. La fuente original ya sabía utilizar los elementos que envuelven a los dos misterios y el libreto de Connolly y Cripps sabe trasladarlos a la gran pantalla, evocando en ciertos momentos a cintas de intriga nórdicas como la saga de 'Los casos del Departamento Q'.
La tensión se ahonda en un ambiente árido que llega transmitir un frío espectral y eso se consigue gracias a una fotografía espléndida, obra de Stefan Duscio, que logra que el pueblo de Kiewarra, en el estado de Victoria, sea una especie de purgatorio en el que ha que quedado varada una sociedad rural olvidada por el gobierno central, un elemento que bien podría conectar a 'Años de sequía' con el thriller español, como el caso de 'La isla mínima' y otras producciones de menor calidad (aunque escenarios áridos fabulosos) como 'La casa del caracol' o 'El lodo'.
Si se le añade unas interpretaciones sobrias, entre las que destaca Eric Bana, al cual se le echaba en falta en la gran pantalla, el resultado en un soberbio thriller con el que Robert Connolly regresa por todo lo alto al cine. Un filme de aire clásico que gustará gracias a que sabe manejar los elementos propios del género, además de que evita precipitarse en sus conclusiones. Una producción media que muestra que queda espacio para este tipo de propuestas en la cartelera.
Nota: 8
Lo mejor: El pulso de suspense que tiene en todo su metraje. La buena resolución de ambos casos.
Lo peor: Aunque use muy bien los elementos del género, no va más allá, ofreciendo un thriller que podría ser demasiado clásico para un público más exigente.