Tras su experiencia en las series documentales con 'That Animal Rescue Show', Richard Linklater ofrece uno de sus trabajos más redondos desde 'Boyhood (Momentos de una vida)' con 'Apolo 10½: Una infancia espacial', su tercer largometraje de animación tras 'Waking Life' y 'A Scanner Darkly (Una mirada a la oscuridad)', una apuesta por echar la mirada atrás en la línea de propuestas recientes como la 'Roma' de Alfonso Cuarón, el 'Belfast' de Kenneth Branagh o 'Fue la mano de Dios' de Paolo Sorrentino, aunque con un punto fantasioso que logra que sobresalga desde otra perspectiva.
La apuesta de Linklater por la animación engrandece un relato que podría haberse rodado en imagen real. Sin embargo, el estilo del filme, que emula las caricaturas que podían ver los niños en los programas matinales de los fines de semana, ahonda en la atmósfera nostálgica de un filme que está muy relacionado con la propia niñez de Linklater, quien nació en 1960 y tenía nueve años en 1969, año en el que está ambientada la cinta, en la que se muestra la dicotomía que vivía la sociedad estadounidense, con una parte mirando hacia el futuro con la carrera espacial que culminó con la llegada del hombre a la Luna y con otra centrada en las olas sociales y las revueltas por los derechos de diversas comunidades, como la afroestadounidense.
Linklater no entra en el fondo político, pero sí deja claro que existe y que, tristemente, no formaba parte de la realidad de la ciudadanía que vivía en las afueras, las poblaciones de clase media ajenas a ello. Por otro lado, el cineasta nunca olvida la perspectiva de su protagonista, el cual mira la realidad desde en enfoque soñador, propio de un chaval de nueve años, cuyo progenitor trabaja en la NASA. Es fascinante cómo el filme hace también una radiografía de esa clase media, alejada de las problemáticas sociales de los informativos pero que también tenían sus propios problemas, como el llegar a fin de mes. Linklater rinde tributo a esos padres y, sobre todo, a esas madres, amas de casa que eran auténticas gestoras económicas, capaces de estirar los sueldos de sus maridos con una habilidad magistral.
Una entrañable mirada a los recuerdos del ayer
Pero lo que eleva al filme es su carácter entrañable, es imposible no dejarse contagiar por el carácter soñador del joven protagonista, quien convierte esta fábula costumbrista en una auténtica aventura espacial al narrar una gesta ficticia sobre una misión secreta de la NASA en la que los ingenieros probaron primero la llegada de la Luna con un niño de nueve años antes de enviar a Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins al único satélite que tiene la Tierra. Linklater consigue imbuir a los espectadores esa sensación de que se está viviendo un momento histórico, prueba de ello el homenaje que el cineasta hace de la cultura pop de la época, con secuencias en salas de cine con películas como '2001: Una odisea en el espacio' o series como 'Star Trek'.
'Apolo 10½: Una infancia espacial' es una obra en la que Linklater se maneja como pez en el agua, pues es uno de los cineastas que mejor sabe retrata el paso de la vida, como bien reflejó en su trilogía de 'Antes del amanecer'. A diferencia de otras miradas de época como 'Todos queremos algo', en el que Linklater rendían tributo a su propia juventud, su homenaje a su infancia se siente más espontáneo, gracias a ese toque entrañable y una animación que la hermana con títulos recientes como '¿Dónde está mi cuerpo?' o 'Flee'. Una propuesta personal que vuelve a poner en primera línea a uno de los grandes nombres del cine independiente estadounidense.
'Apolo 10½: Una infancia espacial' ya está disponible en Netflix.
Nota: 8
Lo mejor: La atmósfera de nostalgia, su estilo de animación y un protagonista con carisma.
Lo peor: Que se no haya podido disfrutar del filme en cines, aunque sea de manera limitada.