Seis años después de haber debutado en el largometraje con el documental 'Mapas', León Siminiani nos trae su nuevo acercamiento al formato, 'Apuntes para una película de atracos', con la que le da voz al ladrón conocido como el Flako y quien fue apodado "el Robin Hood de Vallecas".
Partiendo de la premisa que el propio título nos dice, el cineasta nos presenta a Elías, un joven director que siempre soñó con hacer una película de atracos. En 2013, y tras leer en las noticias el caso de la detención del ladrón en cuestión, quien por obra de la táctica del butrón consiguió atracar varios bancos en la capital, Elías se pondrá en contacto con el reo enviándole una carta al centro penitenciario en el que está cumpliendo condena. Su sueño parecerá empezar a coger forma cuando el Flako le responda diciendo que acepta que le visite a la cárcel.
Será a partir de entonces cuando se establezca una singular relación entre el director y el ladrón, quien verá en el proyecto del documental un bálsamo con el que poder redimirse de sus pecados y hacer así autocrítica y balance de su vida personal.
El ladrón que se creía estrella
Siminiani pondrá mirada sobre la figura del ladrón, quien a ojos del cineasta es una suerte de héroe que le permitirá llevar a cabo su tan soñada película, pero que a sus propios ojos llega a creerse vivir en una especie de burbuja en la que él, pese a ser consciente de que está pagando por sus delitos, siempre será recordado como el Robin Hood de Vallecas. Es ahí donde surgen algunos de los aspectos con los que el espectador puede no sentirse de acuerdo a la hora de afrontar 'Apuntes para una película de atracos'.
Ni su retrato y representación como pobre diablo que se crió bajo el yugo de un padre butronero, hacen que el Flako sea capaz de generar cualquier tipo de conexión más allá que la del mero fetiche que servirá cual máxima representación de la insolencia e ineptitud. Un tipo que en el momento de sentirse el protagonista de un documental llegará a cegarse por unos aires de grandeza que poco favor le hacen de cara a la galería, pese a que su exposición ante la cámara sea enmascarándose.
Personalmente, el documental me interesa en cuanto a el realizador decide hacer trabajo de campo e indagar en los robos considerados "obra maestra": los realizados con brutrones y que apuestan por no utilizar la violencia. Ya que cuando se le da voz al Flako (algo necesario para conocer su propio relato y que, sin él, no hubiese sido posible construir la película), cuesta saber hasta qué punto el director es consciente de que más que una catarsis personal sobre su dramática vida, el ladrón se está creyendo que le están tratando cual estrella digna de un biopic cinematográfico.
Nota: 6
Lo mejor: La extraña relación establecida entre los dos protagonistas.
Lo peor: La sensación de que el preso está viviendo una realidad totalmente opuesta a lo que formula la tesis del documental.