Es medianoche en un chalé de la Moraleja, un grupo de gitanos medio borrachos bailan y cantan flamenco para el disfrute de una actriz de Hollywood, que está borracha del todo. Entra la sirvienta coja, que es en realidad una espía encubierta del régimen de Franco, con una aspirina y el teléfono: Ava Gardner tiene conferencia con Frank Sinatra. Ava echa la aspirina en su copa, deja a los gitanos a lo suyo y se retira a otra habitación a discutir con su exmarido.
Es una de esas muchas anécdotas que relata 'Arde Madrid', la serie de Paco León y Anna R. Costa para Movistar+, que nunca sabremos si son ciertas pero siempre preferiremos pensar que sí. Que Ava Gardner le cogió gustillo a la España de los toros y el flamenco, donde se quedó durante años a encadenar fiestas y borracheras, está ampliamente documentado. Lo que hace la comedia de Paco León, que ya se confirmó como uno de los autores más prometedores de los últimos años (con su madre, dos veces, en 'Carmina o revienta' y 'Carmina y amén'; o sin ella, el caso de 'Kiki, el amor se hace'), es ahondar durante ocho episodios de media hora en ese choque cultural, social y artístico que la diva de Hollywood creó de puertas para adentro.
Más allá del chascarrillo constante, 'Arde Madrid' consigue que repensemos España a través de los ojos de Ava: ese país oprimido, reprimido, pero caluroso, alegre, caradura. Lo que para la visitante es un oasis porque no huele la miseria que esconde (o no la quiere oler, o en realidad le gusta el olor de lejos).
Y para ello, León y Costa enfrentan a dos mujeres muy diferentes. Por una parte está Ava Gardner, encarnada por Debi Mazar, una actriz neoyorquina de amplia trayectoria en la televisión estadounidense que no guarda un gran parecido físico con la Gardner real pero sí consigue transmitir su estatus de diva y estrella. Se dice que ella no sabe español y Paco León, que además de escribir, dirige e interpreta a uno de los protagonistas, no sabe inglés, así que ahí debe de haber un making of tan divertido e interesante como la propia serie. En la otra parte está Ana Mari, la sirvienta de la señora Gardner, enviada de tapadillo por el régimen franquista (encarnado en una Carmen Machi que es el perfecto pistoletazo de salida de la serie, atentos a su construcción física de esa mandamás del régimen, esos movimientos de manos).
Ana Mari, interpretada por una Inma Cuesta afeada, contenida, enfadada, soberbia (en ambos sentidos), es la protagonista real de 'Arde Madrid', los ojos de la plebe, los pobres diablos que, bajo el yugo de una dictadura (asimilada o no), veían de cerca un estilo de vida al que nunca tendrían acceso. Porque, como la propia Ana Mari le dice a la joven sirvienta Pilar (Anna Castillo, tan graciosa y natural como siempre), los extranjeros pueden hacer lo que quieran, porque aunque Dios está en todo el mundo, Franco solo en España. Lo que el contacto con el "libertinaje" causa en la recta sirvienta, llevándola a un despertar sexual (arde Ana Mari), ese desgarro moral y cultural dentro de la España a la que aún le quedaban unos años para el destape, es el centro de 'Arde Madrid'. Como si Paco León y Anna R. Costa quisieran recordarnos que no se le pueden poner puertas al campo.
Y con qué gracia nos lo recuerdan. La presencia arrolladora de Mazar, perfecta para colorear a esa Ava Gardner descontrolada, divertida, patética ("soy una feria"). Los humos de Cuesta, que se convierte en esa abuela nuestra, obediente y autoritaria, que no se permite el sentido del humor pero se cachondea de ti. Anna Castillo, quizá demasiado moderna pero siempre magnética y cercana. Paco León abrazando su estatus de sex symbol cañí con un Manolo sinvergüenza, cutre, descarado, perdedor (muy español, mucho español). Y el constante paseo de cameos y estrellas invitadas, amigos de León como Miren Ibarguren (de gitana, importando el "blackface" de Estados Unidos, algo muy del Hollywood antiguo) y Mariola Fuentes, una muy creíble Lola Flores, o Melody caracterizada como Carmen Sevilla. Las dos grandes robaescenas son Fabiana García Lago y Helena Dueñas, que como Isabelita Perón y la sirvienta del matrimonio argentino arrancan las carcajadas más inesperadas de la serie. Sobra acaso el papel interpretado por Julián Villagrán, aunque sea porque en los cuatro episodios mostrados a la prensa no aporta demasiado al conjunto.
Este conjunto es una amalgama de tramas y subtramas que en el peor de los casos se antojan algo olvidables. El espionaje de Ana Mari es un MacGuffin para introducirnos en la vida de Ava Gardner, pero después la serie se centra más de la cuenta en los trapicheos de Manolo con los gitanos. Se perdona por lo original que es el concepto dentro del panorama televisivo español y por el pulso que León tiene para el tempo cómico. También ayudan la naturaleza ligera de la serie y una duración típica de las comedias estadounidenses que hacen que 'Arde Madrid' pueda ser vista con mucha facilidad.
El Paco León más visual
La decisión de rodar una serie en 2018 en blanco y negro ha sido muy cuestionada, hay quienes esperaban que fuera un recurso estilístico gratuito. Pero, como ocurría en 'The Artist' o 'La cinta blanca' de Michael Haneke, la imagen monocromática actúa a modo de máquina del tiempo. Si bien nos hemos perdido una versión de colores vivos de esta historia que aprovechara ese estilo visual de los años 60, lo cierto es que 'Arde Madrid' consigue transportarnos a la época del Hollywood clásico y la España franquista gracias a esta decisión. Con un trabajo de ambientación de primera división (del que también pueden presumir 'Velvet Colección' y 'El día de mañana', otras series de Movistar+), los uniformes de encaje, la alta costura y los muebles de diseño en blanco y negro acercan el trabajo de León a sus referentes más autóctonos: Berlanga, Buñuel, Fernando Fernán Gómez o 'La tía Tula' de Miguel Picazo, con la que Ana Mari tiene algo que ver.
También hay algo del maestro de los homenajes y la mezcla de estilos, Tarantino. Sobre todo en la cabecera, una explosión de color y desnudos en la que 'Arde Madrid' se permite mostrar su alma. La sintonía, una fiesta de jazz con trompetas, se parece extremadamente a la canción de Al Hirt que servía de introducción en la serie sesentera 'The Green Hornet' y que Tarantino usó en 'Kill Bill'.
Curiosamente Paco León se ha lanzado a experimentar más con diferentes estilos y referencias en su primera serie de televisión como director, después de haberse afianzado como director de comedia en el cine. Tiene sentido que lo haga con Movistar+, lo más cercano que tenemos en España a aquel famoso eslogan de cierta cadena de cable estadounidense: It's not TV, it's HBO. Esto no es televisión, es Paco León.
Nota: 8
Lo mejor: Inma Cuesta y Debi Mazar.
Lo peor: Las tramas protagonizadas por el personaje de Paco León.