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CRÍTICA

'Ariaferma': Las horas en el purgatorio

Crítica de 'Ariaferma', dirigida y escrita por Leonardo di Costanzo. Protagonizada por Toni Servillo, Silvio Orlando, Fabrizio Ferracane, Salvatore Striano y Pietro Giuliano. Mostrada en el 78 Festival de Venecia.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 8 de Abril 2022 | 08:50
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Para su tercer largometraje de ficción, el italiano Leonardo di Costanzo encierra a sus personajes en una cárcel en 'Ariaferma'. Lejos de ser un thriller al estilo de 'Celda 211', el cineasta aprovecha para hacer una reflexión existencialista en la que la prisión se convierte en una especie de metáfora, un purgatorio situado lejos del mundanal ruido. Un filme que llega a salas comerciales tras su paso en la 78ª edición del Festival de Venecia, donde se mostró fuera de concurso dentro de la Selección Oficial.

Ariaferma

Tras 'L'intervallo' y 'L'intrusa', Costanzo continúa explorando los márgenes de la sociedad italiana. En el caso de 'Ariaferma', toma los elementos de la mafia que pudieron verse en 'L'intrusa' con la lógica carcelaria de 'L'intervallo'. Lo interesante es que el cineasta plantea una situación que hubiera dado pie a un thriller como el mentado filme de Daniel Monzón, pero opta por el diálogo, en una serie de situaciones más propias del cine de Bergman, aunque la cinematografía italiana ha tenido títulos en esa línea, pues la estructura de la producción recuerda a la de 'El desierto de los tártaros' de Valerio Zurlini.

Sin embargo, Costanzo sabe tener su propia mirada, pues en este juego de guardas y prisioneros, el cineasta, quien firma el guion junto con Bruno Oliviero y Valia Santella, no se llegan a romper las jerarquías, aunque haya momentos de concordia y cierta fraternidad, que recuerdan que nunca hay que perder la mirada humana. Es más, es interesante cómo el realizador crea situaciones que podrían provocar motines y terminan llevando a acercamientos.

Ariaferma

Un drama denso y reflexivo sobre la esencia de la humanidad, incluso en los ámbitos más inhóspitos

La premisa es sencilla, una cárcel del siglo XIX destartalada, que se cae a pedazos, está a punto de ser clausurada. Sin embargo, un error burocrático provoca que una docena de los casi centenares de presos deban permanecer en las instalaciones hasta que se les reasigne otro destino, lo que obliga a un grupo de funcionarios a tener que quedarse también. Aislados y con el proceso de traslado pendiente, el filme aprovecha ese limbo para crear una especie de purgatorio en el que se muestran cómo guardias y presos van dejando atrás sus diferencias en medio de un lugar inhóspito.

Ariaferma

Como se ha mencionado antes, sin olvidar las jerarquías, el largometraje da pie a conversaciones que muestran la humanidad inherente de la persona, incluso cuando sus semejantes están cautivos por delitos (varios de ellos graves) que han cometido. En ese limbo, Costanzo tiene a dos protagonistas enfrentados que ofrecen un delicioso duelo interpretativo: Toni Servillo y Silvio Orlando. Veteranos del cine italiano, sus posiciones de guardia y preso permiten crear un juego de dominación y poder sibilino, que termina derivando en conversaciones fraternales que recuerdan que dos personas pueden proceder del mismo pueblo pero que sus elecciones de vida les pueden llevar por diferentes caminos.

Largometraje denso, de escenario austero y esencia teatral, 'Ariaferma' es un viaje cinematográfico al origen, al escenario, a los diálogos, a la esencia pura que convierte a la ficción en arte. Costanzo realiza su apuesta más redonda como cineasta, aprovechando su experiencia como documentalista para otorgarle cierta atmósfera realista al filme, rodado en una cárcel abandonada real. Con una fotografía cuidada que recuerda que, ante todo, es cine lo que realiza, se trata de una propuesta que recuerda que la cinematografía del país transalpino continúa mostrando su lado más versátil, consolidarse como una de las industrias más sólidas del panorama europeo actual.

Nota: 8

Lo mejor: Ver a Toni Servillo y Silvio Orlando en acción.

Lo peor: Tiene ciertos momentos demasiado áridos.

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