Ya lo dijo George Orwell, auténtico visionario con relatos distópicos sobre el devenir de la Humanidad: "Libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír". Cuatro años después de 'El taller de escritura', Laurent Cantet regresa con una de sus propuestas más incómodas, que muestran que el cineasta, quien estuvo detrás de soberbios ejercicios cinematográficos como 'Hacia el sur' o 'La clase', tiene margen para sorprender y salirse de su zona de confort. Estrena ahora 'Arthur Rambo', presentada en la Sección Oficial de la pasada 69ª edición del Festival de Cine de San Sebastián.
El realizador de 60 años tiene la virtud de saber adentrarse en diferentes temáticas sociales siempre desde una mirada lo suficientemente lejana, pero a la vez cercana para retratar situaciones que dejan al público la libre interpretación de los sucesos que se plasman. Ya lo hizo a la hora de retratar a la complicada convivencia de la multiculturalidad en la adolescencia en la magistral 'La clase' -Palma de Oro en Cannes- o en su manera de acercarse a la realidad de los cubanos herederos de un régimen anclado en el pasado, como hizo con 'Regreso a Ítaca'.
En el caso de 'Arthur Rambo', Cantet, quien firma el guion con Fanny Burdino y Samuel Doux, entra de lleno en una realidad tremendamente conocida: la cultura de la cancelación y las redes sociales. El realizador tiene la virtud de no adentrarse demasiado en las complejidades propias del mundo virtual y sí enfocarse en lo concreto, en sus consecuencias reales. El cineasta se inspiró en el caso real de Mehdi Meklat, un joven escritor y bloguero francés de origen argelino quien se vio envuelto en una polémica relacionada con una serie de tuits que publicó años antes bajo un pseudónimo, Marcelin Deschamps, en el que vertió en la red social comentarios racistas, antisemitas, homófobos y misóginos y que tuvo como consecuencia el escarnio público y el ostracismo.
Realmente, el suceso no es extraño, cabe recordar que han sido varios los casos de famosos que han visto sus carreras hundirse por comentarios del pasado, ejemplo de ello es Kevin Hart, quien no presentó los Premios Oscar tras revelarse que había realizado comentarios homófobos en Twitter, o la breve salida de James Gunn del UCM tras revelarse que había realizado una serie de chistes muy mal gusto diez años antes de que se hiciesen públicos. La manera en la que Cantet se adentra en una polémica semejante es dentro de la esfera intelectual, dejando en evidencia la hipocresía de ese mundo que se considera progresista.
Certero retrato de la hipocresía de la opinión pública y las redes sociales
En ese sentido, retrata muy bien el auge y caída de una joven promesa, víctima de sus propias circunstancias. Lejos de contar con un mensaje maniqueo, el largometraje se cuida muy bien en tomar distancia del propia protagonista, en el sentido de que es el público quien interpreta cuál de sus dos imágenes es, la del sensible escritor comprometido con su propia realidad como hijo de inmigrantes argelinos y los prejuicios que eso conlleva o la del tuitero que es capaz de realizar comentarios despreciativos e insultos con tal de lograr un mayor número de seguidores y notoriedad. Es tremendamente fino cómo hilo el realizador hasta con el pseudónimo del personaje principal, al combinar la delicadeza de uno de los poetas más jóvenes de la literatura francesa (Arthur Rimbaud) con el apellido de uno de los personajes más duros y brutales del cine de acción de Hollywood (John Rambo).
Aquí, en el fondo, lo que Cantet retrata es la degradación del propio ser en favor del capital, un tema que puede verse reflejado en los problemas que causan las redes sociales pero que han estado presentes siempre en la sociedad. El cineasta sabe actualizarlos y llevarlos a una situación actual en el que es uno de sus trabajos más arriesgados, dado que entra en un campo tremendamente discriminatorio en cuestiones de edad. Cantet sale ileso, gracias a un relato que deja al público la libre elección de donde posicionarse (algo sumamente valioso en la actualidad); así como gracias a la interpretación de su actor protagonista, un sublime Rabah Nait Oufella, quien tiene la misma edad que Meklat, aunque, evidentemente, encarna a un personaje que es pura ficción pero cuyos problemas son tremendamente reales.
Laurent Cantet vuelve a acertar en su retrato de la sociedad actual en su propuesta más difícil hasta el momento. 'Arthur Rambo' desnuda las vergüenzas de una sociedad que actúa como su propio centinela ante ese gran círculo vicioso que es Twitter, queda representado de manera tremendamente fehaciente. Un largometraje que expone las costuras de los límites de la libertad de expresión, la cual queda indefensa ante la irrupción de creencias dogmáticas. Ya lo dice el propio Orwell, en el fondo, nadie quiere oírla, lo que hace a la cinta más atrevida, si cabe.
Nota: 8
Lo mejor: El certero retrato sobre las redes sociales. La interpretación de Rabah Nait Oufella.
Lo peor: No gustará a aquellos que busquen una mayor implicación en la crítica hacia las redes.