Hace ya tiempo que nuestros cineastas perdieron los complejos a la hora de abordar el cine de género. Los buenos resultados de producciones modestas pero atrevidas en el fantástico español a finales de los 90, han llevado a varios intrépidos productores a poner en marcha en nuestro país obras genéricas con un mayor respaldo presupuestario, que gracias al excelente trabajo de sus técnicos han logrado un empaque visual que poco tiene que envidiar a grandes blockbusters norteamericanos (ahí están los milagros de 'Lo imposible', 'El laberinto del Fauno' o 'Agora' por citar algunos hitos cercanos).
El madrileño Gabe Ibáñez -autor de la curiosa 'Hierro' - es el nuevo aspirante a entrar en el selecto grupo de los Bayona, Monzón o Balagueró, cineastas que siguiendo la estela del gran precursor Alejandro Amenábar, han irrumpido con fuerza en el cine patrio para plasmar su talento en obras descaradamente orientadas al gran público, mostrando una admirable destreza a la hora de fabricar entretenidísimos productos de excelente factura, dignos de los mejores artesanos hollywoodienses y muy necesarios para cuadrar las cuentas de ese heterogéneo ente que algunos llaman Industria del Cine Español.
La llegada de 'Autómata' -una distopía futurista que rescata el subgénero robótico- parecía augurar un nuevo éxito, pues a la dinámica positiva de nuestro cine fantástico y el interés creciente del público en este tipo de producciones, se une la participación del actor Antonio Banderas, un hijo pródigo de nuestra cinematografía con notable tirón entre los espectadores, que participa además en la producción del film a través de su compañía Green Moon. La absoluta implicación de Banderas en el proyecto es evidente, así como su esfuerzo en la promoción del film. Sin embargo, el resultado final de la obra puede ser en este caso un serio obstáculo para su rentabilidad, problema que diagnosticó la prensa especializada desde su presentación oficial en San Sebastián.
La técnica por encima del guion
'Autómata' vuelve a mostrar la sorprendente evolución de nuestra cinematografía en lo referente al apartado técnico. Todo lo que concierne al diseño de producción es notable en la película de Ibáñez y el trabajo de los técnicos es tan sólido que dota a la película de un empaque suficiente para que resulte vistosa a pesar de sus limitaciones, que son principalmente de guion y de ritmo. El libreto firmado por el propio Ibáñez junto con Javier Sánchez Donate e Igor Legarreta tiene una premisa no por reiterativa exenta de interés, pero no es desarrollada con el suficiente tino como para enganchar al público a una trama que se enreda en su propia simpleza, carente de emoción, de capacidad de sorpresa e incapaz de trascender la anécdota con algún subtexto moral de calado.
La película nos sitúa en un futuro próximo en el que nuestro planeta experimenta un dañino proceso de desertización y los robots se han convertido en un importante efectivo en las cadenas de producción. Banderas encarna a un agente de seguros de una compañía robótica que investiga una serie casos en los que varios individuos mecánicos han violado las leyes de acuerdo a las cuales han sido programados. Como decíamos hay material para levantar un proyecto digno, pero la narración no se decanta ni por el thriller de entretenimiento puro ni por el drama fantástico con poso filosófico, quedándose en un territorio tibio y plomizo, carente de enjundia y tristemente arrítmico. No hay un desarrollo de personajes relevante ni un clímax con fuerza. No hay nada que aparte la historia de la monotonía y la sensación de producto rutinario notablemente facturado.
En definitiva, 'Automata' es un decepcionante ejercicio de ciencia-ficción que echa por tierra un trabajo técnico encomiable para mostrarse finalmente incapaz de generar interés con una historia que parece fruto de un equivocado mash-up de varios de los títulos más célebres del género aunque, no obstante, logra envolver con cierta eficacia un guion anémico de ideas atrevidas y que mucho nos tememos que pasará sin remedio a ocupar el cajón del olvido como estéril aportación al fantástico. Todo ello a pesar de los esfuerzos de su célebre protagonista por sacar jugo a un personaje que carece de alma o complejidad, como el conjunto film.