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NATURALEZA HUMANA

'Bajo la piel del lobo': Mario Casas es un animal salvaje imposible de domar

Los paisajes de Huesca y Asturias envuelven una dura historia sobre la naturaleza más primitiva del ser humano.

Por Pedro J. García Más 9 de Marzo 2018 | 09:35
Redactor y crítico pop. Me apasiona la animación y veo series por encima de mis posibilidades.

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'Bajo la piel del lobo' supone el debut en el largometraje de Samu Fuentes, director de cortos como 'Ojos que lo ven ¿corazón que lo siente?' (2002) y 'Terapia peculiar' (2004) y los documentales 'Miraflores' (2008) y 'De Picasso, Gades y África' (2016). Con su opera prima, Fuentes nos traslada a la década de los 30 para contarnos una historia cruda y sorprendente sobre la naturaleza más primaria del ser humano.

Mario Casas a lo DiCaprio

En 'Bajo la piel del lobo', un Mario Casas como nunca habíamos visto da vida a Martinón, el último habitante de un remoto poblado de alta montaña. Solitario y huraño, el hombre emprende cada primavera un viaje hacia los valles para comerciar con las pieles de los animales que caza. Para saldar una deuda, Martinón llega a un acuerdo para convertir a la hija menor del molinero, Adela (la ganadora del Goya Irene Escolar), en su mujer, y llevársela a vivir con él a la montaña. La presencia de la joven en su vida diaria desencadena un conflicto entre su lado animal y el humano, pero quizá la piel del lobo sea incluso más gruesa de lo que parece.

Una bestia y dos mujeres

Filmada en preciosos parajes de montaña de Huesca y Asturias, 'Bajo la piel del lobo' es lo más parecido a una experiencia inmersiva que nos ha dejado últimamente el cine español. A simple vista puede despertar comparaciones con 'El renacido (The Revenant)', pero más allá de que el aspecto de Mario Casas sea muy similar al que luce Leonardo DiCaprio en la película de 2015, la de Fuentes tiene poco que ver con el film de Alejandro González Iñárritu. De hecho, si tuviéramos que hacer una comparación obligatoria (y salvando las distancias), 'Bajo la piel del lobo' se asemejaría mucho más a nivel de relato a 'La Bella y la Bestia' o 'El hilo invisible', historias sobre la sumisión y la voluntad de una mujer envuelta en una relación abusiva.

En el caso de 'Bajo la piel del lobo', dos mujeres. Porque para explorar la complicada naturaleza de Martinón, Fuentes coloca en su camino a dos hermanas, Pascuala (Ruth Díaz) y Adela (Irene Escolar). La primera representa la entrega a la pasión y las pulsiones sexuales más básicas, y también el sometimiento que perpetúa el papel de la mujer en una sociedad arcaica y machista. Por el contrario, Adela sería un contrapunto más antagónico, al tratar de romper el ciclo de la pasividad y la sumisión para rebelarse contra el macho alfa dominante. Ambas mujeres sirven para caracterizar a Martinón como un animal salvaje, una bestia cuyos únicos objetivos son sobrevivir, alimentarse y marcar su posesión a través del sexo.

Mario Casas </p><p>e Irene Escolar en 'Bajo la piel del lobo'

Casas se entrega por completo a un papel muy complicado, no solo por el enorme esfuerzo físico que plantea (el actor engordó para el personaje, aprendió a realizar tareas de montaña y se desloma arrastrando peso a lo largo del metraje), sino por lo desagradable y poco complaciente de su carácter. El popular actor de 'Tres metros sobre el cielo' y 'Palmeras en la nieve' sigue asumiendo riesgos en su carrera con un drama seco y visceral que lo aleja por completo de los papeles por los que lo hemos conocido hasta ahora. Su Martinón es el símbolo de un pasado peor, de la masculinidad más primitiva y retrógrada, un hombre que difícilmente va a encontrar redención en los ojos del público moderno, en especial tras verlo subyugar continuadamente a una mujer indefensa, pero que honra al actor por atreverse a seguir saliéndose de su zona de confort para aceptar retos cada vez mayores.

Drama sin apenas palabras contado a través del sonido

En 'Bajo la piel del lobo' hay pocos diálogos, con largos tramos completamente mudos, sobre todo al principio. Fuentes confía en el poder de las imágenes, el silencio y el sonido de la naturaleza para contar la historia. El crepitar del fuego, las ramas crujiendo, el ensordecedor masticar de Martinón devorando carne, la violencia de sus embestidas durante el sexo... El excelente trabajo de sonido en la película propicia estados de ánimo (oír a Casas comer resulta enervante, reforzando esa idea de que estamos ante un animal) y conduce un relato pausado y de ritmo exigente, aumentando la tensión hasta llegar a su clímax.

Irene Escolar como Adela en 'Bajo la piel del lobo'

'Bajo la piel del lobo' es un drama extraño y atípico dentro de nuestro cine, una experiencia áspera no apta para todos los públicos, pero también una muestra de por qué debemos seguir buscando nuevas historias y formas diferentes de contarlas.

Nota: 7

Lo mejor: La labor interpretativa de Casas y Escolar, el uso del sonido y el aprovechamiento de los paisajes de Asturias y Huesca para realizar un trabajo visual muy potente.

Lo peor: Que a pesar de que no podemos tomárnoslo como apología, ya que es el reflejo de una época distinta, el machismo inherente a la historia y el trato vejador a la mujer se puede estomagar bastante.