El presente que vive la Humanidad está ofreciendo un panorama que un lustro atrás hubiera sido complicado de prever. Tras una pandemia mundial y el estallido de la Guerra en Ucrania, el mundo parece volver a los dos bloques de la Guerra Fría y en tiempos tumultuosos es cuando gobiernos e instituciones comienzan a fomentar un sentimiento patriótico de masas. Eso es precisamente 'La batalla del lago Changjin', la producción china más cara de la historia y uno de los exponentes recientes del cine de propaganda del siglo XXI, un fenómeno que ya muestra las intenciones de la segunda potencia económica mundial.
Con un coste de 200 millones de dólares financiados por el Departamento de Publicidad del Partido Comunista de China (comúnmente llamado el Departamento de Propaganda), el largometraje bélico se ha convertido en la producción cinematográfica más cara de la historia de China, aunque cabe recordar que ese presupuesto es el habitual de producciones hollywoodienses, véase los casos de cualquier producción de Marvel Studios o películas de otros estudios como 'The Batman' o la última entrega de la saga 'Animales fantásticos'. Con una taquilla que superó los 902 millones de dólares (obtenidos casi en su totalidad en el mercado chino), estuvo a punto de convertirse en la película más taquillera de 2021, mostrando las aspiraciones del país asiático por el dominio cinematográfico mundial, aunque los planes se truncaron gracias al estreno de 'Spider-Man: No Way Home'.
Las películas de propaganda son los títulos que ponen en más apuros a la crítica, la cual debe juzgar a la obra por su calidad artística, a pesar de que su mensaje pueda ser moralmente reprobable. En la Historia del Cine hay varios ejemplos incómodos que son también fotografía de un momento histórico concreto, siendo el caso de 'El nacimiento de una nación' el más evidente. En materia de títulos propagandísticos, muy pocos pondrían en duda la calidad cinematográfica de películas esenciales para el séptimo arte como 'El triunfo de la voluntad', de Leni Riefenstahl (filme hecho para ensalzar el nazismo y considerado uno de los documentales propagandísticos más importante de la historia); 'El acorazado Potemkin' o 'Alexander Nevsky', ambos de Serguéi M. Eisenstein; o la sátira 'El gran dictador' de Charles Chaplin (esta última como representante de la industria de Hollywood, no vaya a ser que se diga que no hay ejemplos de diferentes lados).
Ahora bien, ¿'La batalla del lago Changjin' tiene la calidad cinematográfica suficiente como para entrar en ese incómodo Olimpo de la Historia del Cine? La respuesta más rápida es un tajante no. Más bien podría decirse que se está ante un ejemplo de lo peor del cine bélico, al narrar una historia carente del más mínimo gesto real de epopeya. A pesar de contar con más de 70.000 extras que son auténticos soldados del ejército chino, el largometraje no consigue tener momentos épicos, a pesar de narrar la supuesta gesta del Ejército Popular de Voluntarios que logró dejar a las tropas de las Naciones Unidas fuera del territorio que actualmente corresponde a Corea del Norte en la Guerra de Corea, que tuvo lugar entre 1950 y 1953 y, como bien narran los libros de Historia, quedó en tablas.
Primero, el largometraje manipula descaradamente la historia, obviando que fue Corea del Norte la que invadió Corea del Sur el 25 de junio de 1950, al sobrepasar la frontera del paralelo 38, la marcada por Estados Unidos y la Unión Soviética tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, tras el acuerdo de ambas potencias de dividir Corea, antigua colonia del Imperio Japonés, en dos. La URSS apoyó las ambiciones de Kim Il-sung, quien se convirtió en líder supremo de Corea del Norte y el primero del clan Kim en gobernar el país totalitario, debido a que Stalin, tras el triunfo de la revolución comunista en China de manos de Mao Zedong en 1949, buscó ampliar su influencia en Asia tras el fracaso del bloqueo de Berlín o el cisma yugoslavo.
Manipulador ejercicio de falseamiento de la historia
Cierto es que fue la irrupción de China lo que alteró el tablero en la guerra y lo que provocó que quedase en tablas, ya que provocó la marcha del ejército de las Naciones Unidas (formado por Estados Unidos y sus aliados) al territorio acordado por EE.UU. y la URSS tras la Segunda Guerra Mundial. Pero sobredimensiona su papel, notándose ese lado patriótico y propagandístico del filme.
Pero, realmente, eso no es lo que convierte a 'La batalla del lago Changjin' (título que ya es toda una declaración de intenciones al no referirse al embalse como Chosin, como se conoce en Occidente) en una película fallida. Lo que hace sus casi tres horas de duración resulten tediosas es que su factura dista mucho de estar al altura de títulos bélicos 'Salva al soldado Ryan' o 'Dunkerque'. Ninguna secuencia transmite pasión, da la impresión de estar visionando un videojuego.
Sus protagonistas, aunque encarnados por estrellas populares en China como Wu Jing, Jackson Yee y Kevin Lee, tienen carisma, cierto, pero carecen de tener secundarios que logren crear esa sensación de equipo, de solidaridad entre soldados. A ello se suma que los malos de la cinta, los estadounidenses, son tremendamente genéricos y carentes de profundidad. Por otro lado, se nota el contraste, al no contar con ningún nombre de referente de la industria de Hollywood en su reparto. A ello se suma un apartado técnico digno de una producción pensada directa para plataformas, con un abuso desmesurado del CGI, hasta el punto que hacen buenos los avances de la serie de Hulka en Disney+.
'La batalla del lago Changjin' sirve como ejemplo de propaganda de mala calidad. Además de falsear la historia, no tiene ningún aporte innovador en lo referente a estética, técnica o interpretativa, algo de lo que sí podían presumir las películas de antaño. Solamente sirve como experiencia sociológica, para comprobar hasta qué punto está de ideologizada una sociedad a la que se le alienta a ir a la guerra, porque esta propuesta, dirigida por Chen Kaige, Tsui Hark y Dante Lam (tres cineastas de reconocido prestigio internacional y que quedan presas de los deseos del régimen liderado por Xi Jinping), es una producción bélica que enaltece el militarismo, convierte a Mao en un mesías y muestra de manera frontal los frutos de haber vendido el alma a China como fábrica del mundo y mercado clave para el cine palomitero.
Nota: 2
Lo mejor: Pensar que A Contracorriente podría haber estrenado mejor 'Hi, Mom', el otro éxito chino en taquilla de 2021, cuyas críticas y tramas han sido mucho más aplaudidas.
Lo peor: En sus casi tres horas no es capaz de generar sensación de epopeya bélica y sus efectos digitales son impropios para una producción de 200 millones de dólares.