Con tan solo cinco años de vida, la carrera de Ari Aster ya goza de una fama considerable, hasta el punto de que para mucha gente ya se ha instaurado la frase "La nueva de Ari Aster" cuando el director estadounidense tan solo cuenta con dos películas en su haber. Son un par de obras maestras, eso sí, pero sorprende mucho más cuando comprobamos que solo tiene 36 años. Por edad, es un caso muy semejante al de Jordan Peele o Robert Eggers, directores insultantemente jóvenes con una filmografía tan corta como brillante y que, en el caso de los tres, renuevan en cierta manera el terror del nuevo Hollywood.
Las dos obras maestras mencionadas arriba son, por supuesto, 'Hereditary' y 'Midsommar'. Dos películas encuadradas dentro del inoportuno término de 'terror elevado' (o 'elevated horror'), inaugurado probablemente con 'La bruja'. Ahora ya superado y defenestrado, dicho término hacía alusión a un tipo de terror mucho más psicológico, que no abusaba tanto de jump scares fáciles y que cuidada al detalle su puesta en escena. Con todo, y por muy elitista que sea el concepto al que se le asocie, sendas películas son dos obras maestras del género en este siglo XXI, lo que convertía la carrera de Aster en un cohete sin frenos ni fallos. ¿Cómo no esperar su tercera película?
La gente enloqueció cuando se anunció que lo nuevo de Ari Aster estaría protagonizado por Joaquin Phoenix. El actor no necesita presentación, y rápidamente cuadró a los fans que alguien que se presta tanto a papeles desquiciados o atormentados encajaría perfectamente en la mente tan imaginativa y sorprendente (por decirlo suave) de Aster. El resultado no ha sido otro que 'Beau tiene miedo', la apuesta sin duda más extrema, difícil de recomendar y psicótica que haya parido Aster en su vida. Una completa majadería con momentos tan brillantes como bochornosos. Pero vamos por partes.
Como decíamos, Phoenix es el protagonista total de la historia. Interpreta a Beau, un señor ya entrado en años que vive en un barrio marginal, plagado de psicópatas que bailan desnudos por la calle o te amenazan cuchillo en mano. Entonces, recibe una terrible noticia que le hará embarcarse en un extenso viaje (más concretamente, de tres horas de duración) cuyo objetivo es personarse en la casa de su madre. Por el camino, podremos ir viendo flashbacks de un Beau niño, interpretado por el actor Armen Nahapetian, que ya tuvo que salir a decir que no, que no estaba hecho por CGI. Esto se debió a una campaña de marketing más bien extraña, donde los pósters rondaban entre lo feo y lo psicodélico; una promoción bastante fiel al material si tenemos en cuenta lo depravada y perturbadora que es la película. De hecho, no ha debido de ir mal, pues se ha consagrado en Estados Unidos como el mejor estreno de una película de A24 desde 'Diamantes en bruto'.
Dos partes diferenciadas
180 minutos de metraje dan para mucho, y más últimamente, donde parece que las películas tienen que superar la barrera de las dos hora y media de manera obligatoria. Pero sí, se hace larga, especialmente esa segunda mitad donde Aster ya desata todos sus demonios en un control creativo visceral y absoluto. La primera parte, en cambio, es una estupendísima hora y poco de comedia negra y hasta puntos de ciencia ficción, con esos toques de realidad difusa, enmarañada, donde el protagonista está tan neurótico que no sabe si lo que vive es real, producto de su imaginación o un complot para jugar con él como si de 'El show de Truman' o 'La invasión de los ladrones de cuerpos' se tratase.
A partir de ahí, la cosa se descontrola. Beau se pone en marcha casi de manera involuntaria, accidentada. Es atropellado, drogado, golpeado y perseguido por múltiples individuos; acaba en una secta en medio del bosque, se adentra en el oscuro pasado que asola la propia casa de su madre y, en definitiva, desciende a los infiernos tanto personales como familiares en un intento por reflexionar acerca del existencialismo y los traumas infantiles.
Se asemejaría a un mal viaje de LSD, sin saber dónde estás ni qué ocurre, con una visión tan distorsionada de la realidad que marea. 'Beau tiene miedo' es extraordinariamente desasosegante en su contenido y algo caótica en sus formas, con una estructura narrativa tan marciana como el resto de las aristas de la película. Aster se sirve hasta del stop motion para contar un flashback que se fusiona, a mitad de película, con un macabro flashforward y retratar la vida en sí misma de Beau (y terminar de volver loco al espectador). Quien diga que ha entendido todo, miente.
Complejo de Edipo
No, Pedro Almodóvar no es el único que tiene cosas que contar acerca de su madre. La de Beau se intuye, a medida que avanza la trama, como un personaje controlador, manipulador y con ciertos puntos terroríficos que explicarán parte de la personalidad del propio Beau. La cinta se desglosa, por tanto, como una causa y consecuencia más sencilla de lo que aparenta. Madre trata de manera regular a niño, niño crece con traumas escondidos y problemas para relacionarse, niño viaja hacia la casa de la madre para pedir explicaciones; por el camino, un ejercicio de barroquismo que adorna el relato, haciéndose por momentos tan chorra como gracioso.
Precisamente en ese barroquismo es donde se esconde el arma de doble filo. Es, al mismo tiempo, aquello que dota de personalidad a la película (por muy marciana que esta sea) y aquello que la hace por momentos terriblemente insoportable y turbadora. Aster aplica esta máxima en su carrera y abraza su personalidad excéntrica con todas las consecuencias, para bien y para mal.
Pasarás menos miedo que Beau
Hay que tener clara una cosa: 'Beau tiene miedo' no es una película de terror, ni mucho menos. Tiene algún momento fugaz con ciertos planos, ciertas situaciones, que recuerdan al mejor Aster y su desenvoltura en el género, pero su tercera película se aleja mucho de sus anteriores trabajos. Tremendamente perturbadora, inquietante, depravada, pirada, lunática y hasta divertida, pero nunca terror, nunca con la intención de atemorizar al público.
Lo que no sorprende es la propuesta tan extrema, pues ya estaba presente tanto en 'Hereditary' y 'Midsommar'. 'Beau tiene miedo' es su apuesta más arriesgada, personal y extremista, una película plenamente consciente de que dividirá al público, como ha hecho siempre el cineasta. Consciente de que a muchos enamorará en su locura sin remedio y que a muchos asqueará por lo ridículo y patético tanto del viaje como de muchas resoluciones finales, a medio camino entre la supuesta genialidad incomprendida y la tontería más bruta. Por más genialidades y tonterías del amigo Ari.
Lo mejor: La estupenda primera mitad y el buen hacer en la dirección.
Lo peor: Es demasiado fácil desengancharte de la historia debido a la metralleta de excentricidades por minuto.