El cineasta iraquí nacionalizado suizo Samir inició en 2002 una reflexión sobre la herencia cultural y sociológica iraquí con 'Forget Baghdad: Jews and Arabs - The Iraqi Connection', posteriormente se enfocó en la realidad de la diáspora de la antigua Mesopotamia en 'Iraqi Odyssey' y ahora explora esta situación desde una perspectiva poliédrica con 'My Beautiful Baghdad', mostrada fuera de concurso en el 72 Festival de Locarno y ganadora del galardón al mejor montaje en los Premios de Cine Suizo.
La realidad de los refugiados no es nueva en lo referente a la sociedad iraquí, con muchos huidos durante el régimen de Sadam Husein y posteriormente tras el estallido de la Segunda Guerra del Golfo y actualmente por el surgimiento del Estado Islámico. Precisamente, dentro de esa complejidad, Samir busca crear un retrato lo más extenso posible, abarcando varias generaciones y con tres protagonistas que simbolizan aquello que más incomoda no solo a la sociedad iraquí, sino a la realidad árabe en sí: el ateísmo, los derechos y la libertad de las mujeres y la homosexualidad.
Aunque 'My Beautiful Baghdad' tiene un espíritu muy coral, son tres los principales protagonistas. Por un lado, el poeta Taufiq Jasim, el cual es interpretado por Haitham Abdel-Razzaq, el cual simboliza a aquellos huidos durante la época de mayor terror de la dictadura de Husein y que es copropietario del café Abu Nawas en Londres, un refugio para disidentes de origen musulmán, al ser un lugar regentado por iraquíes ateos y comunistas y que es un referente para los exiliados.
Realidades difíciles de plasmar en una historia coral
Por el otro lado está Amal, encarnada por Zahraa Ghandour, mujer de mediana edad, arquitecta de profesión, que se divorció y huyó a Londres para vivir su vida como ella quería; por último está Muhannad, interpretado por Waseem Abbas, joven homosexual que representa a los huidos de la nueva generación. Samir busca representar las propias contradicciones de cada uno de los tres, con un cuarto que sirve de contrapunto, Nasseer (Shervin Alenabi), el cual representa al refugiado que termina abrazando la Yihad.
La intención de Samir es muy ambiciosa, tanto que no consigue que ninguno de los relatos despunte, quedándose en tierra de nadie, a pesar de unas interpretaciones entregadas a sus personajes. De todas las historias, las de Amal y Muhannad se antojaban las más interesantes pero el director no ahonda en los dilemas morales y religiosos de forma profunda. Es más, las contradicciones de los personajes terminan por descolocar al público, pues no entiende cómo un personaje con un discurso muy concreto y construido se contradice hasta el punto de que no se entiende, ni siquiera teniendo en cuenta las propias paradojas de un refugio que vive entre las libertades de Occidentes y las imposiciones morales de Oriente.
El resultado es que Samir firma el trabajo menos redondo de la trilogía temática sobre la diáspora iraquí. No obstante, se agradece la llegada de títulos que ayudan a comprender lo complejo y también individual que resulta la experiencia de cada refugio, lo que invita a una reflexión sobre la forma que tienen los países anfitriones de acoger a sus huéspedes.
Nota: 5
Lo mejor: Las historias de Amal y Muhannad, hubiera estado genial que Samir ahondase más en sus circunstancias.
Lo peor: Quiere abarcar tanto, que termina quedándose en tierra de nadie.