Dwayne Johnson se reunió por primera vez con DC para entrar a formar parte de la franquicia allá por 2006, cuando le ofrecieron el papel protagonista de una película de Shazam. Pero Black Adam siempre le llamó mucho más la atención. Un antihéroe. Un personaje poderosísimo, pero capaz de hacer tanto bien como de crear una destrucción sin parangón. Muchos actores habrían perdido la esperanza y pasado página tras tanto tiempo sin comenzar el rodaje. Pero no la Roca. Johnson no ha dejado de hablar de Teth Adam, porque si era cuestión de tiempo que saltara al cine de superhéroes, quería hacerlo con el personaje que parecía escrito para él. Finalmente 'Black Adam' llega a los cines en una época convulsa para DC, como para Warner Bros. en general bajo el mando de David Zaslav y sus decisiones drásticas para recortar gastos. En un momento en el que la franquicia general dormita tras 'Wonder Woman 1984' y 'El Escuadrón Suicida' mientras triunfan experimentos más individuales como 'Joker' y 'The Batman', la película de Jaume Collet-Serra quiere abrir nuevos caminos para el Universo Extendido DC, aunque sea a tortazo limpio y mirando, quizás demasiado, al pasado y no al futuro.
'Black Adam' es, lo primero, una historia de origen de Teth Adam, esclavo en la tierra de Kahndaq, un país ficticio de Oriente Medio, que fue elegido por los magos que ya vimos en '¡Shazam!' para convertirse en el libertador de su pueblo hace mucho tiempo. Ya en el presente, Kahndaq sigue oprimido, ahora por la organización criminal Intergang, y qué bien les vendría su campeón. Adrianna Tomaz (Sarah Shahi) logra despertarlo, pero Adam resulta no ser tan superhéroe como parecía, así que Amanda Waller (Viola Davis) envía a la Sociedad de la Justicia para que no se pase de la raya. Como toda historia de origen, la película comienza con un largo prólogo en el pasado y nos sigue presentando en flashbacks la leyenda de Teth Adam para que comprendamos su forma de actuar en el presente. Aunque son necesarios, una estructura general de la película más... apabullante hace difícil que nada destaque por encima de la acción.
Porque acción hay, mucha. Demasiada quizás. La película dura dos horas y prácticamente estamos ante un larguísimo clímax en el que se van encadenando una pelea tras otra. No hay tiempo para respirar, y menos para desarrollar las buenas ideas del guion que quedan ahogadas entre tantos poderes, disparos y patadas. Porque 'Black Adam' quiere transitar por el camino que ya abrió 'El Hombre de Acero' en el inicio del DCEU respecto a las líneas morales de los superhéroes. Superman (Henry Cavill) acabó traumatizado por mancharse las manos de sangre, pero Black Adam cree que el fin justifica que los medios, que los villanos son villanos y que muerto el perro se acabó la rabia. Enfrente se encontrará al Hombre Halcón (Aldis Hodge) y la Sociedad de la Justicia, que le recordarán que cualquier persona, por mala que sea, merece un juicio justo. Pero las cosas nunca son tan fáciles. ¿Qué hay de las vidas inocentes que mueren bajo el yugo de un villano en lo que esperan ese juicio justo? ¿Son suficientes para aceptar medidas más drásticas? ¿El fin, pues, justifica los medios?
Todo eso, sumado al estatus de símbolo que puede suponer Black Adam para la población del país (y qué diferencia habría entre un monarca dictatorial y un héroe con delirios de grandeza), el levantamiento de un pueblo que recuerda, con mucha distancia, a las Primaveras Árabes o a la actual revuelta de las mujeres en Irán, y la queja de cómo estos países son ignorados por los superhéroes de primera división, convierte a esta película en algo nuevo, algo más maduro y más oscuro dentro de la línea temporal principal de DC. Pero 'The Batman' y 'Joker' también eran maduras y oscuras, y confiaban mucho más en sus conflictos. Los dejaban crecer, los convertían en el centro y aprovechaban para romper las reglas del género. Cuando en 'Black Adam' quieren lidiar con ello es en los poquísimos momentos en los que la película intenta coger aire antes de volver a la matraca, reafirmada por una atronadora banda sonora de Lorne Balfe que está constantemente arriba, como pretende estarlo la película. El resultado es bastante agotador, y no ayudan nada insertos de humor que pegarían más a '¡Shazam!' que a esta película. Eso sí, el ritmo no se ve resentido si somos capaces de abrazar el despliegue visual y a The Rock reventando cada muro de la ciudad que pretende salvar. 'Black Adam' no es para niños. No es 'The Boys', pero sí que celebra la llegada de un antihéroe con desmembramientos y algo de sangre que no veríamos en 'Aquaman' o '¡Shazam!', pero sí en 'El Escuadrón Suicida'. Las posibilidades que abre frente a sus mojigatos compañeros de franquicia son muy tentadoras.
En la parte más técnica sorprende lo mucho que Jaume Collet-Serra parece querer emular a Snyder con un excesivísimo uso de la cámara lenta y los planos detalle, que acaban por parecer hasta paródicos cuando los repite con tanta asiduidad. Tampoco funciona el villano, ni en lo narrativo porque no tiene desarrollo ni sorpresa, ni en lo técnico, sobre todo cuando hace acto de presencia un excesivo CGI que recuerda demasiado a otros tropiezos como el Ares de 'Wonder Woman'. 'Black Adam' mezcla a Snyder con James Gunn, pero navegar entre dos aguas es complicado. Ni llega a la solemnidad de uno, ni alcanza el disfrute del otro. Y eso que materia prima no le falta.
'Black Adam' debería haber confiado mucho más en sus personajes, porque ahí es donde se encuentra su verdadero potencial. Empezando por un Dwayne Johnson que deja claro en cada escena que lleva desde 2006 esperando este momento y no lo piensa desaprovechar. El actor mantiene constantemente un aspecto rudo, rozando lo divino, domina las peleas como si volviera a estar subido al ring de la WWE. Da a Teth Adam ese aura de superioridad y fuerza que le convierte en alguien que puede ser tan atractivo como peligroso. Pero también lo muestra como alguien preocupado por las injusticias y por ayudar al débil. Sus métodos, simplemente, no son los más ortodoxos. Y solo roza las posibilidades del personaje en esta película. Se nota que es su niño, y que quiere que esta sea la primera de varias.
El primer equipo de superhéroes
También sorprenden para bien los miembros de la Sociedad de la Justicia, que no cuentan con mucho desarrollo en pantalla pero sueltan las miguitas suficientes como para dejar con ganas de más. El pasado de Ciclón (Quintessa Swindell) tiene muchísimo potencial. Noah Centineo funciona como el pipiolo del grupo y la presión de heredar el título familiar de Atom Smasher. Hombre Halcón es un buen líder, y sus choques con Adam son bastante épicos. Y Pierce Brosnan, de calle el mejor de los cuatro, derrocha presencia como el Doctor Destino, que recordará mucho a Doctor Strange (aunque en los cómics Destino llegó mucho antes) por decisiones estilísticas. Sin embargo, Brosnan hace de un veterano experto en artes mágicas, curtido y desencantado. Ellos y el protagonista solo rozan la superficie de sus historias, y lo bueno es que conociendo a The Rock estaremos solo ante el principio de su camino en DC.
Porque la película se asegura de recordarnos que forma parte del plan mayor con apariciones como las de Viola Davis o Djimon Hounsou. Y Dwayne Johnson lleva semanas hablando de los planes que tiene para Adam y que su película abre "un nuevo capítulo" en el universo DC. Ese nuevo capítulo de momento abraza sorprendentemente el pasado, en tono y ciertos temas. A pesar de confiar demasiado en el mucho ruido y pocas nueces, al menos sí sienta las bases de un personaje que sí se siente diferente, que trae una necesaria escala de grises al género de los superhéroes y que, se enfrente a quien se enfrente en el futuro (desde un inevitable cruce con el personaje de Zachary Levi a cualquier otro choque superheroico), va a darnos espectáculo. Solo espero que Zaslav no sea el archienemigo que le espera a la vuelta de la esquina.
'Black Adam' se estrena en cines el 21 de octubre.
Nota: 6
Lo mejor: El potencial de Black Adam y la Sociedad de la Justicia. La escala de grises que introduce en el universo DC.
Lo peor: Tanta acción ahoga los temas que quiere tratar la película. No hay un villano a la altura de un antihéroe.