El consumismo nos consume; en casos como el de 'Black Friday', de manera terroríficamente literal. Esta premisa podría haber originado un drama o una sátira hacia el capitalismo, pero nada más lejos de la realidad. Eli Roth se desprende de todo tipo de seriedad o del tono más generalista de sus últimas películas para abrazar por completo el terror de nuevo en este increíblemente gozoso y ridículo slasher adolescente que se estrena en los cines españoles el viernes 17 de noviembre.
El precio que hay que pagar...
Mejor quitarnos primero todo lo malo, ya que hay mucho pero realmente no es tan importante: 'Black Friday' es la superficialidad hecha película. Más allá de esa tragedia inicial por las ofertas del día y varias frases tan ocurrentes como sobreexplotadas, no hay ningún atisbo de reflexión o ni siquiera de coherencia en el guion. Pero la pregunta es: si los creadores no se han esforzado en ello, ¿realmente tendría que exigirlo el espectador?
Esto es más un aviso que una condenación, ya que uno de los grandes logros de la película es funcionar tan bien a pesar de lo ridícula que es. El montaje es, quizás, el elemento que más distrae de la juerga en pantalla, al igual que todos los diálogos tan poco naturales. Pero lo que más la acerca a una serie B son esas interpretaciones tan amateurs y el poco equilibrio de algunos personajes. Tan solo Patrick Dempsey ('Encantada: La historia de Giselle') consigue aparentar la verosimilitud de la historia, aunque a él tampoco le importa salirse de tono. Y oye, aunque chirríe, se nota que se lo pasó muy bien rodando.
...para disfrutar sin parar
Una vez superadas las escenas entre muerte y muerte, llegamos a la parte buena del guion: ¡por fin tenemos un slasher con todas las reglas e ingredientes en acción! Desde el potentísimo accidente inicial hasta las normas del juego adaptadas a los tiempos modernos con un grupo de jóvenes en constante paranoia por los sospechosos. 'Black Friday' es uno de los mejores ejemplos recientes sobre cómo reavivar el género del slasher sin caer en la cómoda nostalgia ni en la reformulación exagerada. Tiene absolutamente todo lo que un seguidor de este subgénero del terror puede desear; es pura adrenalina para los fans.
Igual que cada minuto fuera de las muertes se hace pesado, cada segundo de ellas vale oro. Eli Roth ('Hostel') despliega una enorme cantidad (y calidad) de terroríficas set pieces con unos asesinatos llenos de creatividad, sangre y ritmo. Ahí sí que se vuelven creativas las comparaciones con la fiesta anual de los grandes descuentos comerciales. Cada asesinato tiene su propio planteamiento, nudo y desenlace, y se atreve a ir un paso más allá. Es una pena que no se atrevan a tocar más al grupo protagonista, pero qué bien se esfuerza desde la primera escena por presentar un amplio abanico de personajes con el suficiente tiempo como para ser buenas víctimas.
Este 'Black Friday', hay rebajas en lógica y seriedad, pero la sangre y la diversión están de oferta. Los mejores clientes serán los que sepan desconectar el cerebro y disfrutar de este gozoso festival de muertes hipercreativas y sangrientas, donde cada asesinato es mejor que el anterior. 'Black Friday' ha venido a jugar, sin complejos, y cumple con todo lo que promete (aunque peca muchísimo de lo que no). Un último consejo: es una experiencia a vivirse en una sala de cine llena de gente y risas (aseguradas) a partir del próximo 17 de noviembre.