Después de 10 años produciendo películas (como churros) protagonizadas por hombres blancos, Marvel se ha plantado a finales de la década con dos alarmantes cuentas pendientes. El estudio liderado por Kevin Feige planea saldarlas, o al menos empezar, con 'Black Panther', su primera película con un superhéroe negro en el centro, y 'Captain Marvel', la primera dedicada a una superheroína.
La primera llega a los cines, unos pocos meses antes del gran evento que se supone que dinamitará los cimientos narrativos de la franquicia, 'Vengadores: Infinity War'. Es de suponer, aunque de momento poco se sabe al respecto, que esta Pantera Negra será uno de los pilares de la Fase 4 del Universo Cinematográfico Marvel. Y después de haber visto su carta de presentación, no pocos serán los que deseen que su peso en las películas venideras sea importante. El suyo y el de los personajes que le rodean.
Porque una de las primeras cosas que llaman la atención de este debut de Ryan Coogler ('Creed. La leyenda de Rocky') en la Casa de las Ideas es que 'Black Panther' es una de las películas más corales de la franquicia. Sí hay un personaje central, y es su viaje y conflicto lo que guía la historia, pero esta cinta tiene algunos de los secundarios más memorables de la saga en años. Y el villano, del que luego hablaremos, es probablemente el más interesante y complejo de todos los que se han enfrentado a los superhéroes de Stan Lee y compañía hasta el momento.
T'Challa es el gran protagonista, el heredero al trono de un país, Wakanda, que para el resto del mundo es solo una nación pobre africana más, que sobrevive gracias a la ganadería. Pero una ilusión desértica cubre las fronteras de Wakanda, y una vez las atraviesan sus habitantes, entran en una utopía resguardada del resto del planeta. Fundado sobre una explotación de Vibranium (el inquebrantable metal con el que se construyen armas como el escudo del Capitán América) cuyo fin no se conoce, Wakanda lleva milenios aplicando descubrimientos y experimentando con el poder de dicho metal, lo que les sitúa tecnológica y científicamente por lo menos unos siglos por delante de los países más desarrollados.
A T'Challa, interpretado por Chadwick Boseman, ya le conocimos en 'Capitán América: Civil War', en la que vio morir su padre, que le cedía tanto el trono del país como su puesto como Black Panther, un superhéroe que vive para servir a Wakanda. Ahora llega la hora de adentrarnos en las entrañas de África con él y conocer a su familia y sus súbditos. Consecuentemente, esta no es solo la primera película de Marvel sobre un superhéroe negro, sino que la mayor parte de su acción transcurre en un país africano (aunque sea ficticio) y está protagonizada, excepto dos secundarios contados, por actores negros. De la misma etnia son el director y su coguionista, Ryan Coogler y Joe Robert Cole. Una decisión artística del estudio que ha levantado muchas cejas en los últimos años (¿solo las personas de color pueden contar historias de personas de color y los blancos historias de blancos?), pero que una vez vista la película, cobra todo el sentido.
'Black Panther' no es solo una película hecha por negros para negros (será previsiblemente un bombazo en la taquilla estadounidense, donde 'Déjame salir' fue una de las mayores sorpresas del año pasado, y comedias como 'Plan de chicas' son fenómenos de recaudación); 'Black Panther' es una película sobre ser negro. Sobre pertenecer a una etnia que puebla gran parte del tercer mundo y que en Estados Unidos sigue experimentando más pobreza, discriminación y segregación que los blancos.
Y eso se filtra a varios niveles en el film. Visualmente, es lo más diferente de Marvel desde la primera 'Guardianes de la Galaxia', gracias a esa mezcla de diseños futuristas y de ciencia ficción con la tradición africana. Símbolos y expresiones culturales que actualmente están siendo abrazados por varios movimientos sociales afroamericanos que buscan celebrar sus raíces, ahora forman parte de la mitología de una película de superhéroes que está hecha para inspirar a las nuevas generaciones negras. Coogler es absolutamente consciente de esto, y quizá por eso 'Black Panther' tiene un tono algo diferente al del resto de las películas de Marvel. La historia de T'Challa es en gran parte heroica y épica sin cinismo ni ironía. Momentos en los que Black Panther triunfa y suena una música victoriosa pueden recordarnos a otros héroes del pasado que ahora tenemos grabados en la cultura popular, como Indiana Jones y Superman. Pero ellos eran blancos. 'Black Panther' sabe que su trabajo es representar a todo ese público que no suele verse en las mallas de un líder que siempre acaba salvando la situación.
Hay poco humor en el guión, al menos para los estándares actuales del estudio. Algunos chistes y gags muy bien traídos, como un par de referencias bastante sutiles a 'Regreso al futuro' o la brillante vis cómica de Martin Freeman, sirven de alivio ante lo que, en general, es una propuesta bastante seria y muy centrada en algo que Marvel no había tratado con tanto peso hasta ahora: la carga política. En realidad, 'Black Panther' es mucho menos una película de superhéroes que un relato shakesperiano sobre un hombre, su reino y su familia. En este sentido, el estudio se está resarciendo en algún sentido de lo que hizo con la saga de Thor, que empezó exactamente como esto pero nunca terminó funcionando. T'Challa es un líder político, y tiene más conflictos propios de este papel que los que usualmente tienen los héroes enmascarados.
El director no se anda con sutilezas, eso sí, y todos los mensajes políticos y sociales son subrayados al menos un par de veces en situaciones distintas. El choque principal del film es por el futuro de Wakanda, el uso de sus recursos y su papel en la escena política internacional. Se lanza un mensaje positivo y condena a todas luces ciertas posturas beligerantes de personajes que hablan de opresores y oprimidos (una dicotomía que sorprendentemente está muy presente en varios diálogos, demostrando que Disney no tiene miedo a ser explícitamente política, quizá porque la corriente actual en la industria está demostrando que lo político ahora vende). El camino es el de la cooperación y la distribución del conocimiento y la riqueza, en contra de la violencia y la guerra. Hay frases que solo podrían pertenecer a un blockbuster de la era Trump, algo que honra tanto a Ryan Coogler como a Marvel, como la siguiente: "En tiempos de crisis, los sabios construyen puentes y los tontos construyen barreras". Como decíamos, sutil 'Black Panther' no es.
Pero no solo hay carga racial en su mensaje, pues la película se esfuerza muy gratamente por hacer política de género, pero de la forma que mejor le sienta a este tipo de cine: poniendo en el centro de la historia a un montón de personajes femeninos que lo molan todo. Lupita Nyong'o y Angela Bassett son la exnovia y la madre de T'Challa respectivamente, y son dos mujeres fuertes, guerreras y que en cierto momento del relato toman el control y hacen avanzar la trama (con quizá demasiada suerte y casualidades, pero eso es otro tema). Pero las que brillan y van a convertirse en dos de los secundarios más celebrados del estudio en los próximos años son Shuri (Letitia Wright) y Okoye (Danai Gurira, Michonne de 'The Walking Dead'). La primera es la hermana pequeña de T'Challa, una joven científica con mucha guasa que se dedica a inventar nuevas armas y gadgets para las aventuras de Black Panther y el resto de guerreros del reino. Pero lo que te engancha de ella son sus constantes piques con su hermano. La otra es la general de la guardia de T'Challa, una guerrera que vive para servir a su rey y a su país, y cuya tosquedad y tendencia a la violencia da para uno de los momentos más divertidos del metraje. Su segundo de oro, sin embargo, es cuando empieza una pelea tirándole su peluca a la cara a su enemigo.
Otro de los aciertos de 'Black Panther' es que sus personajes están constantemente dialogando y enfrentando posiciones contrarias. Les pasa a Shuri y Okoye en cierto momento de la trama, cuando una está dispuesta a servir a su país, y la otra "a salvarlo". Todo aporta al tema central: la colaboración, el acercamiento de los extremos contra el recurso a la violencia. El mensaje más apropiado que un blockbuster podría lanzar a la sociedad norteamericana en 2018.
También es un divertimento a ritmo de rap
Para los que lleven un rato leyendo esto y pensando "¿pero dónde está mi película de acción para pasar el rato?", hay que dejar claro que 'Black Panther' también es eso. De hecho, Ryan Coogler hace un gran trabajo orquestando un puñado de secuencias de acción muy ocurrentes, entre las que destacan dos. La primera está rodada en plena noche en la jungla africana, como si el director quisiera demostrar que en Marvel también se puede escapar de la tan criticada sobreiluminación. No mucho más tarde, Shuri le dice a T'Challa "que algo funcione no significa que no se pueda mejorar", y parece estar hablando de la fórmula del estudio, que Coogler aplica solo para llevarla a su terreno.
El otro momento que provocará aplausos y hará que las palomitas se agoten más rápido es una escena de persecución de coches en Corea. Tiene un detalle que representa muy bien el espíritu de una película que se ha construido a ritmo de rap y con la pretensión de recoger los tópicos de los héroes generalmente interpretados por actores blancos, y llevarlos al terreno de la cultura afroamericana. En medio de la persecución, mientras suena una parte del score particularmente épica, un personaje afirma: "pon algo de música, que esto parece un funeral". Y la partitura se mezcla con el principio de uno de los muchos temazos de rap que suenan a lo largo del metraje. No es gratuito que uno de los músicos negros más aclamados del panorama actual, Kendrick Lamar, esté al cargo de la banda sonora.
Y hay un aspecto más en el que 'Black Panther' destaca por encima de muchas de las películas de Marvel, otra de las cuentas pendientes del estudio: sus villanos. Dos personajes que se complementan y aportan, cada uno, su propia personalidad a la trama. Por su parte, Ulysses Klaue es ese tipo de malo amenazante y gracioso, y hay que agradecer que por fin le hayan dado una oportunidad a Andy Serkis sin "máscaras digitales". El mítico Gollum de 'El Señor de los Anillos' y César de 'El origen del planeta de los simios' demuestra aquí que puede ser tan expresivo (y explosivo) sin puntitos en la cara.
El otro villano, más importante, es el interpretado por Michael B. Jordan, colaborador fijo de Coogler. Killmonger es, como decíamos, uno de los villanos más complejos e interesantes del Universo Cinematográfico Marvel, precisamente porque entronca directamente con esa parte política de la historia. Sin entrar en detalles, uno sospecha que gran parte del público al que va dirigida la película conectará con sus motivaciones, e incluso con sus objetivos. Sin llegar a ser icónico como ciertos villanos de DC, Killmonger es la voz de una rabia que existe en el mundo real. Ahí es donde entra el mensaje que quiere lanzar Coogler, y lo que hace que 'Black Panther' sea una rara avis en la franquicia: hay una lección que aprender entre puñetazos, rayos sónicos y one-liners.
Nota: 8
Lo mejor: Que lleva la fórmula de Marvel a otro nivel, esta vez de verdad, y no por lo visual, sino por el contenido.
Lo peor: Sigue sin abrazar del todo un tono más adulto, aunque esto es probablemente una virtud para muchos.