Adam Wingard es una de las promesas del terror y el thriller de los últimos años. Sus 'Tú eres el siguiente' y 'The Guest' destacaron por saber jugar de forma inteligente con los clichés y herramientas del género. No son maravillas, pero sí muy entretenidas.
Cuando se descubrió a mediados de verano que su nueva película, 'The Woods', era en realidad una secreta secuela de 'El proyecto de la bruja de Blair' que pasaba a llamarse 'Blair Witch', las expectativas se multiplicaron. Ayudó que las primeras opiniones después de un primer pase en la Comic-Con de San Diego la pusieran por las nubes: era la nueva 'El exorcista', que marcaría a toda una generación de nuevos adeptos al terror.
Ni muchísimo menos. 'Blair Witch' solo entra en la categoría de secuelas que nadie esperaba ni pedía estrenadas en 2016, como se vio cuando pasó sin pena ni gloria por la taquilla estadounidense, que ni siquiera se esfuerzan en ser medio decentes.
Estar a la altura de la original no era un gran reto, 'El proyecto de la bruja de Blair' no destacó por su calidad cinematográfica. Sí por ser un fenómeno de público y la cinta que instauró definitivamente la moda del found footage que ha dado tantas alegrías y tantas decepciones a los fans del cine de terror. 'Blair Witch' no cumple en ninguno de los dos sentidos.
La cinta es una sucesión de oportunidades desaprovechadas. Desde la historia, que podría haber tenido algo de interés al haber una conexión emocional con la primera entrega. El cabecilla de esta nueva panda de jóvenes que se adentran cámara en mano al bosque de marras tiene una motivación personal: su hermana Heather era una de los cuatro documentalistas que desaparecieron hace casi dos décadas. Pero esta supuesta premisa no es más que una simple excusa para volver a usar los mismos trucos que ya usaron los directores Daniel Myrick y Eduardo Sánchez en 1999.
Del guion poco hay que decir. No es que sea lo más importante en este tipo de productos. Simon Barrett echa mano de todos los clichés del género: un personaje empeñado en grabarlo todo por encima de cualquier tipo de empatía, precaución o sentido común, una pareja de amigos con tensión sexual, un friki obsesionado con los cuentos de terror y leyendas urbanas, conflictos que separarán a los personajes, heridas con infecciones sobrenaturales. Por no esforzarse, Barrett ni siquiera intenta evitar el lugar común de que los negros siempre mueren primero.
Una vez el espectador acepta que 'Blair Witch' no va a estar en la lista de los mejores guiones del año, solo cabe esperar un buen espectáculo de terror. No por su atmósfera, pues como la gran mayoría de las cintas de found footage, tendrá que basarse en golpes de efecto y ese dinamismo de montaña rusa que respiran las mejores del género. Pero en ese sentido, la dirección de Adam Wingard tampoco destaca por ninguna parte.
Este bosque ya está explorado
No hay en esta secuela nada que no se hubiera hecho en 'El proyecto de la bruja de Blair', una película de hace 17 años. Y ahí también hay mucho de oportunidad perdida. Hay una escena al principio en el que se nos muestra una mesa llena de gadgets, más digna de la CIA que de una universitaria aspirante a directora de cine, que daba lugar a la esperanza. Unas minicámaras que se pegan a la oreja y no necesitan llevarse en las manos y un dron volador entre otros hacen pensar que Wingard tiene algunos ases bajo la manga y ofrecerá alguna escena fresca y novedosa con nuevas formas de asustar al respetable. Pero nada más lejos de la realidad: 'Blair Witch' es otra película de found footage más en la que los protagonistas corren de un lado a otro con la cámara temblando y el espectador se mueve entre el mareo y la irritación, que a veces se puede confundir por miedo pero no lo es.
El diseño de sonido merece una mención aparte. Hay en él algunos de los mayores aciertos de Wingard y también algunos de los mayores fallos. Si bien es cierto que los momentos más efectivos del metraje se apoyan en una serie de sonidos de origen sin determinar, también hay ocasiones en las que parece que en vez de una bruja, el bosque esconda la presencia de un monstruo gigante que va aplastando árboles. Una decisión extraña que no encaja con la atmósfera general.
La estructura del guion es la misma de siempre: un amago de escalada de tensión que lleva a un tercer acto que pretende ser la orgía final de sangre y sustos. 'Blair Witch' no llega a aburrir del todo si eres el tipo de público adecuado, pero el grueso del terror se encuentra en su clímax. Aquí es donde Wingard toma un camino diferente al de la primera entrega, más en sintonía con las películas del género actuales. Si 'El proyecto de la bruja de Blair' optaba por la sugestión hasta el final, 'Blair Witch' prefiere ser más gráfica, mostrando al monstruo en un par de instantes fugaces. Es en esta idea, la de que en cualquier momento pueda aparecer en pantalla esa presencia cargada de mitología, en la que se sustenta el terror de la cinta en su clímax. También en la cámara inestable y en el estruendoso sonido. Es difícil no sucumbir al efectismo, y uno pasa miedo, aunque gracias a los recursos más facilones.
Nota: 5
Lo mejor: Será suficiente para los fans menos exigentes del terror
Lo peor: No aporta nada que no aportara la original hace casi dos décadas