Por fin. Ni el hiperrealismo de 'El Rey León' o 'La sirenita' ni el casi calco de 'La bella y la bestia' ni el tono adulto de 'Mulan' o 'Dumbo', lo que Disney nos ofrece con 'Blancanieves' es de verdad una reimaginación del clásico de 1937 con una princesa enfadada, un príncipe reconvertido a ladrón, un reino que sufre la injusticia de la avaricia de sus gobernantes y una historia de amor basada en la admiración mutua y un objetivo común.
Y es que basta ya de respetar las películas originales hasta niveles ridículos. No porque a algo le tengamos cariño es intocable o inmejorable. Si la Blancanieves de dibujos se quedaba en casa de los siete enanitos esperando a que volviesen de trabajar, la de Rachel Zegler sale al bosque en busca de respuestas y justicia.
Lo dijo la actriz en una entrevista con Extra en la D23 de 2022: "Se nota mucho que la película de animación se estrenó en 1937. Está muy enfocada en su historia de amor con un tipo que literalmente la acosa. Raro. Así que no hemos hecho lo mismo esta vez". Suena lógico, pero la «comunidad anti-woke», por llamarlo de alguna forma, se le tiró al cuello, pero es precisamente esto lo que más valoro de esta versión, que es consistente con nuevos valores, propios de este siglo, que tiene un mensaje de esperanza, rabia y coraje donde antes solo había resignación y que a la vez no olvida cuál es su público objetivo: los niños y niñas de 2025 en adelante.

La actualización de la historia
El guion lo firma Erin Cressida Wilson, la misma de 'Secretary', 'Retrato de una obsesión', 'Vinyl' o 'La chica del tren', así que como mínimo es un giro curioso en su carrera. Wilson convierte a la princesa en heroína y, en su historia, Blancanieves es hija de un rey y una reina justos con su pueblo, tanto que defienden ideas bastante disparatadas en una monarquía sobre la socialización de los medios de producción. Cuando la Reina Malvada, la segunda mujer del rey, al que embrujó con su belleza, invierte tanto en defensa que convierte a los panaderos, agricultores y artesanos en su ejército, el colectivismo agrario se va al garete y el reino vive empobrecido. De la abundancia a la escasez de recursos en un santiamén. Es, aunque no tenga que hacer bandera de ello, un comentario abiertamente político que llega en un momento muy curioso, con Donald Trump al frente del gobierno de Estados Unidos rodeado de multimillonarios ambiciosos sin contacto alguno con la realidad.
Esta injusticia con su pueblo y los abusos de poder de su madrastra, una mujer obsesionada con la belleza, son los que empujan a Blancanieves no a desear ser rescatada, si no a ser capaz de ser la mujer que se esperaba de ella, la niña que nació en medio de una tormenta de nieve, «fuerte, valiente, justa y auténtica», que lidera en lugar de agachar la cabeza. Aquí empieza 'Waiting on a wish', respuesta moderna al 'I'm wishing' de la película original, una canción desde el enfado y la desobediencia frente a aquel "Deseo que un gentil galán me entregue su amor". Esta es la trama a la que Zegler se refería cuando hablaba de que el personaje de Andrew Burnap se podía recortar y aún así ella tendría un arco completo de desarrollo. Aunque la historia de amor entre Blancanieves y Jonathan también es muy dulce e interesante, simplemente, no es el motor de la acción.

Este nuevo personaje, el interés amoroso de Blancanieves, ya no es un príncipe que se enamora de ella al oírla cantar, es un ladrón de poca monta que vive en el bosque mágico y lucha por sobrevivir y tener para comer cada día. Entre ellos crece una complicidad y un trabajo en equipo del que puede nacer una relación como mínimo más sana que la del amor a primera vista. El personaje de Burnap recuerda en fondo y carisma al Flynn Rider de 'Enredados' y tiene muchísima química con Zegler cantando 'Princess Problems'.
Tras las cámaras nos encontramos a Marc Webb, director de '500 días juntos', 'The Amazing Spider-Man' y su secuela o 'Un don excepcional'. Webb apuesta por ir a tope con la magia Disney, tanto en lo visual, como en la fantasía de los números musicales, las partes más aterradoras de la entrada al bosque y sus toques de humor.
En el apartado visual, aunque los efectos especiales en general están muy bien y los animalitos son adorables, los decorados tanto de dentro del castillo como los supuestos exteriores del bosque son claramente cartón piedra y los trajes, que son preciosos y muy similares a los animados, mal iluminados cuesta aceptarlos como vestuario y no como disfraz. Su directora de fotografía, Mandy Walker, no repite aquí el éxito de 'Elvis', y sin embargo no carece de cierto encanto. El número musical de la Reina Malvada (Gal Gadot) parece extraído directamente de un musical de Broadway en lo teatral tanto de la puesta en escena como de las interpretaciones.

Y hablando de la Reina, Gadot no destaca ni por ser una persona comprometida con los derechos humanos ni por ser demasiado buena actriz, pero sí que me gusta mucho el enfoque del personaje. La madrastra de este cuento de hadas está obsesionada con la belleza eterna, con lo material, el brillo, el lujo y el poder. Icónico sobre el papel, pero ella no sabe dejarse llevar ni llegar al punto oscuro y macabro que pide una villana tan siniestra que es capaz de pedir el corazón de una mujer en una caja y de tener a su pueblo muriendo de hambre.
Quienes se echaron las manos a la cabeza con la elección de Zegler frente a Gadot poniéndolas a competir en guapura y opinando muy fervientemente que el Espejo Mágico jamás podría elegir a Blancanieves como la más guapa del reino por encima de ella se habrán olvidado de un mantra importantísimo para Disney y nos enseñó la Sra. Potts en 'La bella y la bestia': "Cierto como el sol, que nos da calor, no hay mayor verdad, la belleza está en el interior".
Las nuevas canciones
Benj Pasek y Justin Paul, conocidos juntos como Pasek y Paul, componen los temas de la película y son también los responsables de las BSO de 'La ciudad de las estrellas: La La Land' y 'El Gran Showman'.
Se mantienen dos temas originales, los más recordados y cuyas letras eran las menos problemáticas: 'Heigh Ho Heigh Ho' y 'Whistle While You Work' ('Silbando al trabajar') y a estas se suman canciones con letras interesantes y fáciles de repetir por el público infantil (lo que no tenía 'Vaiana 2'), ritmos pegadizos y una producción rica y compleja tanto musical como visual. A destacar: 'Waiting on a wish' ('Espero que se cumpla'), 'All is fair' ('Justo es') y 'Princess Problems' ('Problemillas de princesa').
Sobre los enanitos se ha hablado mucho y a quienes se quejaban de haber quitado a siete actores con enanismo la posibilidad de trabajar en una industria que no les da muchas oportunidades y de interpretar unos de los papeles más icónicos de la historia del cine no les quito la razón, pero Disney ha encontrado la manera de darle la vuelta a la polémica. Para funcionar como alivio cómico y poder exagerar sus rasgos más caricaturescos y fantásticos, los personajes están íntegramente generados por ordenador y no son personas con enanismo, son criaturas de más de 200 años. Los actores y actrices con enanismo se encuentran demasiadas veces con oportunidades de trabajo que solo reflejan estereotipos o hacen que todo el papel gire en torno a esta condición física. No hay muchos actores que tengan una presencia constante en el cine y la televisión y que hayan podido interpretar un rango amplio de papeles y géneros, Peter Dinklage es la máxima expresión y Warwick Davis una rara excepción, pero no hay mucho más.
Quizá por miedo a dar una imagen ridícula de las personas con enanismo cuando el resto de personajes de carne y hueso no son tan excesivos, Disney optó por animar a estos personajes y poder así tener una parte de dibujos más divertida y vivaracha sin connotaciones negativas hacia el colectivo. Además, nunca se les llama enanitos y muy acertadamente y a modo de respuesta a la controversia han fichado a George Appleby en un papel secundario pero con bastante peso en el desenlace de la trama.
En resumen, 'Blancanieves' nos ofrece a una princesa con arrojo, empaque y empuje a la que las niñas y niños pueden admirar, una joven independiente que se rebela junto a otro grupo de inadaptados ante el poder y la monarquía. Rachel Zegler está maravillosa en el papel y aunque no tiene mucho de original, porque en Hollywood la originalidad y la creatividad son foco de pesadillas, este remake es un soplo de aire fresco entre tanta versión repetitiva y secuela con complejo de calcomanía que copan los cines. Es mágica, inteligente y más profunda de lo que esperábamos, pero también inocente, infantil y tierna, es todo lo que espero que sea una película que las hijas de medio mundo van a obligar a sus padres a ver en bucle 400 veces cuando llegue al streaming.