Astrid Lindgren, escritora sueca y autora de libros como 'Pippi Calzaslargas' y 'Ronja, la hija del bandolero', dijo: "Si he sido capaz de iluminar una sola infancia triste, estoy satisfecha". No es fácil retratar la miseria de los niños, se puede caer en sentimentalismos o en retratarla con una mirada paternalista. Es algo que evita el director japonés Kohki Hasei con su ópera prima, 'Blanka', presentada en la sección Biennale College Cinema del 72º Festival de Venecia y coproducción entre Italia, Japón y Filipinas.
Blanka es una pequeña niña de nueve años que sobrevive como puede en las calles de Manila mendigando y robando a ingenuos turistas para lograr algo de comer. Su vida parece destinada a tener un triste final. Sin embargo, un día la pequeña ve en televisión a una mujer con dinero que adoptó a muchos niños sin hogar. Es entonces cuando a Blanka se le ocurre la idea de "comprarse" una madre, de ese modo, encontrará un hogar y podrá arreglar su vida. En ese camino conocerá a Peter, un anciano guitarrista ciego que le acompañará en este trayecto.
Fábula con esperanza
Algo que difiere a 'Blanka' de otras películas filipinas como las dirigidas por Brillante Mendoza, que recientemente estrenó la dura 'Ma'Rosa', o Lav Diaz con 'The Woman Who Left', que ganó recientemente el León de Oro en el Festival de Venecia, es la forma en la que trata la propia miseria de Filipinas. En el caso de 'Blanka', la película apuesta por un tono mucho más comedido y cercano a la fábula, con la intención de infundir cierto aire de optimismo a una situación al filo de la decadencia.
Por ello, 'Blanka' es un tipo de fábula social, un cuento en el que una niña hará todo lo posible por encontrar el afecto maternal. Hasei, que antes de producir su primer largometraje había dirigido documentales y algunos vídeos comerciales, sabe llevar su historia al campo entre el neorrealismo italiano y la fábula propia de los libros de Charles Dickens. La pequeña Blanka podría considerarse una versión actual y femenina de Oliver Twist.
Cierto es que la cinta es ligera pero no por ello menos sórdida, la joven Blanka huye de una realidad horrible, se trata de un país en el que los niños abandonados son víctimas fáciles de redes de prostitución infantil, al igual que los personajes que se encuentra contienen una dura crítica social. De hecho, su único amigo, el anciano Peter, forma el mismo contrapunto entre la horrible realidad que los rechaza, una por ser niña y el otro por ser viejo, y el cariño y amistad que ambos forjan. Además de contar la música como aderezo, lo que le da mayor optimismo a la película.
Hecho con mimo y respeto
Quizás sea positivista, pero 'Blanka' es un pequeño rayo de esperanza que puede impulsar, especialmente al público de su país, a cambiar las cosas. Sus interpretaciones son excepcionales para tratarse de actores no profesionales, Cydel Gabutero y Peter Millari transmiten una humanidad que muchos profesionales trabajaron durante años para lograrlo.
Hecha con mimo, con respeto y con esperanza, esos ingredientes logran que el público obvie las pocas ambiciones cinematográficas de 'Blanka', algo perdonable teniendo en cuenta sus intenciones, como también el tratarse de una ópera prima. Una película con carácter divulgativo y que concientizará a aquellos que se atrevan a conocer las realidades de otros países. Una propuesta correcta y que no defraudará.
Nota: 7
Lo mejor: Sus actores protagonistas.
Lo peor: Quizás sea demasiado liviana para cierto tipo de espectadores.