Con cuatro nominaciones a los Oscar a sus espaldas (dos como Actor Secundario por 'Training Day (Día de entrenamiento)' y 'Boyhood (Momentos de una vida)', y otras dos como guionista por 'Antes del atardecer' y 'Antes del anochecer'), Ethan Hawke presentaba en 2018 su nuevo largometraje como director (también lo escribe) en el marco del festival de Sundance. 'Blaze' se convertía así en una carta de amor a la cultura de la América profunda, convirtiendo a una figura reconocida dentro de ciertos círculos en la historia de la música estadounidense.
El realizador, tomando como principal inspiración 'Living in the Woods in a Tree: Remembering Blaze Foley', novela escrita por Sybil Rosen, la que fuese el gran amor del tal Foley y quien contó cómo vivieron su romance, se convierte en con 'Blaze' en una suerte de observador que prefiere hacer hincapié en el costumbrismo y la derrota de un personaje presentado cual leyenda.
Para los no expertos en country, el tal Blaze Foley fue el alias con el que Michael David Fuller se dio a conocer al mundo, un nombre que acabaría por ser el que acabaría por sobrevivirle y que alcanzaría ciertas cotas de leyenda dentro del circuito de la música independiente, pese a que su relación con este fuese un tanto irregular, pues en vida tan solo publicaría un único álbum que quedó para la posteridad, y con el que dejaba claro que sus dotes como compositor quedaban al descubierto, pues lo suyo era la escritura de canciones con las que hablaba de lo más profundo de su ser.
Como en muchos otros biopics, Hawke repite la fórmula de poner el punto de vista para comprender el arco argumental del protagonista, en uno personaje clave para la vida de este. Ya que se toma como punto de partida la narración de Rosen, el realizador decide posar toda su confianza en Alia Shawkat, talento emergente que acaba por convertirse en el centro de todas las miradas de una historia con tendencia a lo tendencioso y que abusa de cierto abuso del costumbrismo para rellenar metraje (o al menos, esa es una de las principales sensaciones que de ella se extraen).
Porque 'Blaze' no solo termina siendo una especie de visita a los lugares comunes de una personalidad del country, sino que en ella se reflejan esos espacios cual ejemplos de cine costumbrista que, tras una cuidada fotografía y una minuciosa puesta en escena, bien podrían ser un mero artilugio con el que satisfacer a las masas que cada año reclaman su dosis de cine indie con el sello Sundance adscrito a su ADN.
Lugares comunes
Ethan Hawke sabe que la suya es una producción pequeña, y que por ello se puede permitir las concesiones a la galería reportando cameos como los de Steve Zahn, Sam Rockwell o el mismísimo Richard Linklater, amigo del actor y director a quien parece querer imitar con su mirada hacia el pasado y las relaciones interpersonales, sello propio de Linklater y que a Hawke le viene totalmente grande.
Por suerte, y pese a que parezca que ya hayamos estado presentes en esa historia que funciona a la perfección como representación de un momento clave de la historia cultural estadounidense, es gracias a Shawkat y a Ben Dickey, el músico encargado de dar vida a Foley, que el conjunto del film acaba sobresaliendo por encima de la media, pasando de ser un anodino biopic con una figura interesante a la par que desconocida, a una bella y naturalista historia de amor contada cual relato en el que Rosen fue la principal musa de inspiración para una estrella que no acabó nunca de despegar, y cuya leyenda acabaría siendo tal gracias a ella misma, quien le elevaría a los cielos gracias a la visión que Blaze le dio del amor y la vida.
Nota: 6
Lo mejor: Alia Shawkat y la retahíla de secundarios que adornan la película.
Lo peor: Demasiado excesiva en metraje.