Uno de los cineastas españoles que mejor ha sabido captar, de forma espontánea y natural, las emociones y ahondar en la complejidad de los sentimientos y de las acciones es Icíar Bollaín. La directora madrileña trae el espíritu alegre y enérgico de su ópera prima, 'Hola, ¿estás sola?' (1995), con 'La boda de Rosa' (2020), filme de inauguración de la 23ª edición del Festival de Málaga, que protagoniza Candela Peña y que es una propuesta ideal para la temporada estival por su canto de la celebración de la vida.
Bollaín hace una apuesta que, en el fondo, es más arriesgada de lo que parece. La cineasta realiza una película de apariencia ligera y en tono de comedia feel-good, un enfoque que, como se ha comentado antes, cercano a su primer largometraje. La directora, que firma el guion junto con Alicia Luna, rompe con la tendencia dramática de sus últimos trabajos, 'El olivo' (2016) y 'Yuli' (2018). Lo interesante del resultado, es que 'La boda de Rosa' consigue ser, pese a su ligereza, más profunda de lo que fueron sus dos filmes predecesores.
Y todo porque la protagonista de la historia es una mujer cotidiana, de clase trabajadora y con una vida "mundana", al ser costurera en producciones teatrales. Habitualmente, este tipo de personajes femeninos han estado en un lugar secundario en la ficción española. Bollaín no solo centra la trama en ellos, sino que ahonda en una realidad muy habitual en la sociedad: en la que el peso familiar recae en las mujeres, cuya educación ha hecho que velen más por el bienestar de sus allegados que por el de ellas mismas.
Una interpretación magnífica de Candela Peña
En lugar de crear una situación dramática que obligue a replantearse su propia vida, la Rosa de Bollaín da un volantazo tras llegar al límite, al no poder respirar por el estrés. Una vez más, la cineasta configura las acciones de la protagonista de manera natural, alejadas de lo predecible. Por otro lado, Bollaín busca narrar y reivindicar la realidad de estas mujeres y su proceso de emancipación desde una perspectiva alegre, optimista, pues qué mayor celebración que el compromiso con la propia autoestima y el saber escucharse a uno mismo.
Y en ese proceso de auto-emancipación está Candela Peña, con una interpretación maravillosa. La actriz catalana vuelve a demostrar su poder de versatilidad, al mostrar el estrés y la ansiedad de una mujer que, conforme va liberándose y encontrándose a sí misma, va creciendo. Peña ofrece, al final, esa luminosidad y alegría que Rosa siente por haber decidido tomarse de la mano y escuchar a sus propios deseos. En el fondo, es una historia de amor propio, en el que la pareja, la media naranja, es uno mismo. Aunque hecha desde una perspectiva femenina, esa búsqueda interna es universal y Bollaín invita a celebrarla con uno de sus largometrajes más radiantes.
Nota: 8
Lo mejor: El proceso vital que vive Rosa, interpretada por una magnífica Candela Peña.
Lo peor: No hay que dejarse engañar por su tono feel-good, es mucho más profunda de lo que aparenta.