La chanza recurrente que ha envuelto casi desde su creación a 'Hasta los huesos: Bones and All', la nueva película de Luca Guadagnino que adapta la novela homónima de Camille DeAngelis, es que por qué Armie Hammer (por razones evidentes) no la había protagonizado. También comenzó a risas la alfombra roja de Milán que finalmente tuvo que suspenderse debido a la avalancha de fans que ponía en peligro la integridad del equipo. Lo que estaba claro es que la expectación era gigante. Sin embargo, cualquier tipo de broma se ahogó detrás de la pantalla, pues delante de ella solo había espacio para la seriedad que conlleva hablar del primer amor, la necesidad de encontrar tu lugar en el mundo y las complicaciones a las que te arrastra el sentirte diferente.
De todo ello, que podría encuadrarse en la problemática adolescente, ha estado hablando Guadagnino casi toda su carrera. Aunque ya desde 2009 se interesó por el drama familiar con 'Yo soy el amor', no fue hasta 2015 con 'Cegados por el sol' que el director comenzó a especializarse en la construcción de imágenes sugerentes, poderosas, con un cuidado especial en retratar el teen drama y su metafísica. Dos años después dirigiría el que, hasta ahora, es su gran éxito sin duda: 'Call Me By Your Name', la adaptación del libro de André Aciman, donde se juntaron dos fogosos amantes, la Toscana italiana y Sufjan Stevens para crear una obra de arte. En 2018 llegaría 'Suspiria' su tan innecesario como magistral remake del clásico de terror homónimo 'Suspiria', de Dario Argento; algo que nadie pedía pero a todos encandiló (algo así como la 'West Side Story' de Steven Spielberg).
Después de hacer su particular incursión en televisión con la aplaudida serie original de HBO, 'We Are Who We Are', Guadagnino se adentró de lleno en 'Bones and All', escrito por su guionista habitual: Dave Kajganich, creador y director de 'The Terror'. La trama sigue a Maren Yearly, (Taylor Russell), una joven caníbal (sí, como leéis) que, tras ser abandonada por su padre, decide atravesar los Estados Unidos en busca de su madre. En el camino conocerá a otros como ella, capaces de sentirla y olerla. Prueba de ello es el enigmático y genial Sully (tremendo Mark Rylance) o, claro, el errante vagabundo Lee (Timothée Chalamet) del que queda prendida al instante.
Una historia de amor clásica y desacompasada
'Bones and All' es una historia de amor, por mucha sangre que haya. Es una película romántica con todas las letras. Maren y Lee se embarcan juntos en una road movie donde no dejarán de encontrarse con pintorescos personajes (muchos de ellos, de su misma "especie") que pondrán a prueba su condición de devora-personas. Uno de ellos, protagonizando una gran escena de tensión, no es otro que Michael Stuhlbarg (que ya se robó 'Call me by your name' como el padre de Elio). Todas estas piedras en el camino no solo desafiarán la reciente y profunda relación que están empezando a construir ambos jóvenes, sino que les obligará a evaluar su recorrido individual y enfrentarse a su pasado. Guadagnino se sirve de su mayúscula sensibilidad a la hora de retratar la desazón existencial latente entre los jóvenes, esta vez en clave marginal: pretende hacerse eco de lo que significa ser joven en un mundo que no te acepta.
En esta ocasión, el motivo por el que no te aceptan está bastante claro (engullir corazones ajenos), pero no deja de reflejar la problemática de las adicciones. Tanto Maren como Lee son esclavos de sus deseos. Tratan de luchar contra sus instintos, de abandonar esa "mala vida" para reformarse y buscar una salida sana y basada en el amor. Porque, de nuevo, esta es una película profundamente romántica, ya que arroja algo de luz a los corazones desesperanzados, solitarios, y apuesta por el amor como elemento rompedor. La soledad de existir se quiebra cuando conoces a la persona adecuada. Y puede que una adicción se cure con otra.
No obstante, está lejos de ser un romance perfecto. Es más bien irregular, con ciertos altibajos y con una apuesta contundente orientada hacia un amor más clásico, más pasional. Aunque, esta vez, mezclado de sangre, claro. Se establece una poesía sobre comerse, literal y figuradamente, que se ve lastrada por un ritmo desacompasado. Y lo más importante, le roba tiempo de pantalla al otro aspecto brillante que 'Bones and All' posee: un salvajismo palpable en sus imágenes.
¡Más sangre!
Lo de Chalamet y Russell es una buena historia con una premisa interesante, que podría funcionar de manera eficiente sin el componente caníbal, pero este le añade un toque de horror, de gore sanguinolento, que adereza muy bien lo que quiere contar Guadagnino y, sobre todo, cómo quiere contarlo. El director italiano se aproxima (como ya hiciese David Cronenberg durante su carrera y, especialmente, en su última obra: 'Crímenes del futuro') a la matemática de la carne, a mostrar sin miramientos lo sexy, lo sensual, hasta lo sentimental, a través del desmembramiento y la mordedura. Sin duda, donde 'Bones and All' brilla más es en su aterradora puesta en escena. Tiene varias set pieces de terror puro muy inteligentemente construidas, con una tensión in crescendo durante varios segundos. Guadagnino traslada el mundo de la novela a la pantalla erigiendo una especie de survival zombie en clave caníbal-vampiersa. Todas las miradas te siguen, te huelen, todos sospechan, y los protagonistas deben proseguir sin fiarse de nadie, escondiéndose.
A ritmo de The Kiss y Joy Division, 'Bones and All' se convierte en una metáfora algo simplona, basándose en el canibalismo, del poder salvador del amor. Logra algo muy difícil, que es mantener una oda al romance juvenil más apasionado mientras camina sobre un mar de sangre y muerte. Pero se queda a medio gas, con una sensación agridulce de que podría haber sacado un mejor texto con todos los ingredientes que tenía a mano.
Nota: 6
Lo mejor: La puesta en escena y el juego survival gore-caníbal.
Lo peor: El romance juvenil termina por resultar pastoso e insustancial.