En materia de cine social, veteranos como Mike Leigh, Ken Loach, los hermanos Dardenne o Robert Guédiguian mostraron que la denuncia social puede tener esencia puramente cinematográfica y ser obras maestras imprescindibles del séptimo arte. El relevo generacional da un paso más a la hora de plasmar la importancia de encontrar un equilibrio entre el enfoque puramente autoral y otro con cierta perspectiva comercial. En esa línea, realizadores como Olivier Ayache-Vidal, Ladj Ly, Thomas Lilti o Houda Benyamina han mostrado que es posible ver otro tipo de cine social. En esa tanda de nuevos cineastas está Louis-Julien Petit, quien regresa a cines españolas con 'La brigada de la cocina'.
De carácter militante en materia cinematográfica, Petit ha buscado acercar los márgenes al cine comercial, como bien mostró en su ópera prima, 'Discount'. Cuatro años después de realizar la que ha sido la cinta más aplaudida de su filmografía, 'Las invisibles', Petit apuesta por poner el foco en los menores inmigrantes no acompañados, conocidos por las siglas MENA, en un ejercicio cinematográfico que busca denunciar la situación de los jóvenes, el enredo burocrático al que deben hacer frente, así como las asociaciones y demás organizaciones públicas que están desbordadas ante las diferentes realidades de cada menor.
Petit bien podría hacer un descarnado drama social, en el que dejar en evidencia las costuras del sistema. Pero el cineasta sabe que se cazan más moscas con miel que con vinagre. De ahí que introduzca elementos propios del cine feel-good, a sabiendas que así su mensaje concienciador llegará a un público mucho mayor. Por otro lado, ofrece otra cara de la realidad, dando una luz de esperanza, pero tremendamente realista, tal y como se ven los momentos finales de la cinta. Esa mezcla la lleva también al terreno actoral, al combinar actores profesionales y reconocidos con otros que no solo son, lo que provoca una mayor autenticidad, como sucedió en la citada 'Las invisibles'.
Magnífica película de cine social con un acertado espíritu feel-good
Petit, a buen conocedor de que no son suficientes las buenas intenciones, crea una propuesta de espíritu feel-good que sabe tener los pies en la tierra, lo que lo acerca al cine de Marie-Castille Mention-Schaar, al convertir a su protagonista, una heroína del día a día, en una mentora que termina descubriendo que la importancia es seguir incentivando a nuevas generaciones su deseo de integración y ella lo hace a través de la comida, del arte culinario, de enseñar un oficio a esos menores que solo buscan una oportunidad en la vida y que, como bien muestra el filme, los que hay que quieren y saben aprovecharla.
Audrey Lamy y François Cluzet brillan en esta propuesta social, también lo hace como secundarias Chantal Neuwirth y Fatoumata Kaba, pero son los menores los que triunfan: Yannick Kalombo, Mamadou Koita, Alpha Barry, Yadaf Awel y Aiham Deeb. Ellos son los que muestra que es posible un ejercicio de integración, que solo falta apoyo e incentivo, algo que no es fácil de conseguir, como bien el filme muestra, pero que, una vez se abre la puerta, esta se sabe aprovechar. Un mensaje tan sencillo pero tan complicado de realizar correctamente en el cine.
'La brigada de la cocina' sigue el espíritu de 'Las invisibles', retratando la dignidad de los menores, así como también de los educadores, asistentes sociales y voluntarios que se contrapone a la inacción y fría mirada de las instituciones. Petit vuelve a demostrar que otro tipo de cine social es posible, que la denuncia se puede realizar sin perder el ojo cinematográfico y con un relato entrañable que conquiste y conciencie al público. Una experiencia que se deleita cual buen plato de un restaurante de barrio de toda la vida, con un trasfondo y una historia únicos.
Nota: 8
Lo mejor: La denuncia social de Petit cala hondo y su mensaje es claro y directo.
Lo peor: Infravalorarla por su espíritu feel-good.