Ya lo dijo el filósofo alemán Friedrich Nietzsche: "Siempre hay algo de locura en el amor, pero también hay siempre alguna razón en la locura". El realizador surcoreano Lee Chang-dong, después de las celebradas 'Secret Sunshine' y 'Poesía', regresa con su filme más existencialista y también el más perturbador, 'Burning', premio FIPRESCI en el 71º Festival de Cannes y representante del país asiático en la categoría de mejor película de habla no inglesa en la 91ª edición de los Premios Oscar.
Jong-su, después de acabar la mili, es un joven que se gana la vida como mensajero mientras intenta labrarse una carrera como escritor. Un día se encuentra con Hae-mi, una antigua vecina y compañera de clase con la que retoma la amistad, aunque inicialmente ambos viven un tórrido y breve romance. La chica le anuncia a Jong-su que tiene pensado hacer un viaje a África y le pide si puede cuidar de su gato durante las semanas en las que esté fuera. Jong-su accede y cuida del minino hasta el regreso de Hae-mi. Sin embargo, la joven no vuelve sola sino acompañada por el atractivo Ben, un hombre un poco más mayor que ella, con buena planta, elegante, con mucho dinero, con un cuerpo escultural y que con cierto aire misterioso. Jong-su, celoso, acepta su condición de amigo. Sin embargo, después de que Ben le comentase una extraña afición suya, el joven empezará a sospechar del novio de su amiga.
Perturbador triángulo amoroso
Adaptación del relato 'Quemar graneros' del japonés Haruki Murakami, perteneciente a su colección de cuentos 'El elefante desaparece', Lee sabe llevar a su terreno el escrito de Murakami, extendiendo ese particular triángulo amoroso en una interesante y perturbadora reflexión existencialista en la que el realizador, que coescribe el guion con Oh Jung-mi, aprovecha para hacer énfasis en las diferencias de clase propias de su país, que cada vez quedan más remarcadas en una sociedad cada vez más consumista. Igual, también se aprovecha para mostrar la zona desmilitarizada que separa a las dos Coreas, sirviendo de escenario para los momentos de mayor tensión.
Sin embargo, Lee no solo aprovecha para hacer una fuerte crítica social. En las casi dos horas y media en las que configura su largometraje, el cineasta va creando una continua sensación de intriga que va in crescendo, semejante al depredador que acecha a su presa. El tenso clima despierta la tensión en una historia en la que se entra de la misma forma en la que se sale, en el sentido de que Lee muestra a sus personajes actuar, guardándose mucha información para causar el mayor desconcierto posible.
Una de las mejores películas del año
En ello ayuda las interpretaciones de sus tres actores protagonistas. Yoo Ah-in logra crear esa imagen de joven víctima de sus circunstancias, sin embargo, no se sabe hasta qué punto eso es veraz, a su lado está Jeon Jong-seo, que debuta en el cine mostrando la excesiva ingenuidad de su personaje, sinónimo quizás de una sociedad abocada a los placeres del consumo. El tercero en discordia es también el más conocido por el público occidental, Steven Yeun, conocido por su papel de Glenn en 'The Walking Dead'. Yeun configura un personaje enigmático, con el que es imposible no comparar con 'El gran Gatsby' de F. Scott Fitzgerald, básicamente porque esa referencia es la comentada en el filme. No obstante, Ben tiene más de Lepprince de 'La verdad sobre el caso Savolta' de Eduardo Mendoza o del misterioso Mr. Ripley de Patricia Highsmith.
En ese clima de tensión, con trasfondo de crítica social, Lee crea un filme de delirios y locura, realmente, en el que todo parece evidente pero en el que la duda y la incertidumbre marcan las pautas. Hipnótico y fascinante, se trata de uno de los largometrajes más ambiciosos del director surcoreano, que da una retorcida vuelta de tuerca al significado de un triángulo amoroso. Sin duda, una de las mejores películas del año.
Nota: 8
Lo mejor: Su trío protagonista y su atmósfera perturbadora.
Lo peor: Puede resultar algo excesiva en su metraje para cierto tipo de público.