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CRÍTICA

'Caballo dinero': Muerte y decadencia en Lisboa

Pedro Costa regresa al cine con la hipnótica 'Caballo dinero', una profunda reflexión sobre el pasado y presente de los marginados de Lisboa.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 25 de Septiembre 2016 | 17:45
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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El cine portugués es ese gran desconocido, incluso para los propios portugueses. Este año se ha podido ver en España magníficas propuestas como la trilogía de 'Las mil y una noches' de Miguel Gomes o 'Hielo', dirigida por Luís Galvão Teles y Gonçalo Galvão Teles y protagonizada por la española Ivana Baquero. Historia que juegan entre la realidad y lo experimental. En esa línea, llega a salas españolas 'Caballo dinero', del aclamado director Pedro Costa y que se alzó con Leopardo de Plata a la mejor dirección en el 67º Festival de Locarno.

Caballo dinero

Ventura es de Cabo Verde pero lleva viviendo toda su vida en el barrio lisboeate de Fontainhas. Ahora Ventura se encuentra en un hospital, en él recorre sus largos y tétricos pasillo, poseído por un sueño febril. En ese lugar, Ventura recuerda su Cabo Verde natal, ese país que abandonó para buscar una vida mejor en Lisboa, antes de la Revolución de los Claveles. En ese hospital, ya viejo y enfermo, surgen varios fragmentos de sus recuerdos, entre ellos los que unen la Lisboa en la que vive actualmente y aquella del 25 de abril de 1974, la de la Revolución, un momento lleno de incertidumbre para todos aquellos inmigrantes que vivían en las zonas periféricas de la ciudad.

Crónica de las líneas límites

Pedro Costa es uno de los cineastas excepcionales del cine actual, con una mirada muy propia y alejada de los estándares del cine de autor europeo, es más, está muy lejos de las obras portuguesas anteriormente citadas o de Rita Azevedo Gomes, que presentó recientemente en Locarno 'Correspondências' y que estrenó hace poco en España 'La venganza de una mujer'. Con 'Caballo dinero', referencia al animal que tenía Ventura en su Cabo Verde natal antes de morir picoteado, Costa sigue mostrando las ruinas del antiguo barrio de Fontainhas, zona deprimida de la capital portuguesa y lugar para el narcotráfico y donde muchos inmigrantes tuvieron que sobrevivir, como hizo desde 'Ossos' y que continuó con 'En el cuarto de Vanda' o la magnífica 'Juventud en marcha'.

Caballo dinero

Precisamente de 'Juventud en marcha' rescata al personaje de Ventura aunque en este caso, el anciano está sumido en una especie de hospital lúgubre que puede ser la metáfora de una cárcel o del purgatorio, un lugar de esperar para saltar hacia oro nivel. En ese sentido, hay que tomar 'Caballo dinero' como una película en la que la narrativa es libre, no hay una trama concreta, como tampoco un guión elaborado. Costa deja fluir a sus actores, sus realidades y verdades. En ese extraño camino, Ventura se encuentra con el personaje de Vitalina, mujer que narra la pesadilla que vivió durante el viaje en avión de Cabo Verde a Portugal. Realidades que se mezclan con ficción, como si de un letargo profundo se tratasen.

Hipnótica y reflexiva

Recuerda, salvando las distancias, al 'Caravaggio' de Derek Jarman, en el sentido de entremezclar recuerdos, hasta épocas. No obstante, 'Caballo dinero' también tiene la esencia de la propia saudade portuguesa, mostrándose como un canto melancólico hacia las heridas de un pasado que, en el final de la vida, pesa.

Caballo dinero

Contando con ello y a caballo entre ficción, surrealismo y documental, 'Caballo dinero' resulta una experiencia sensorial extraordinaria, que atrapa por su apesadumbrada estética, así como su comprometido sentido de realidad social. Quizás el cine de Pedro Costa sea desconocido para el gran público, pero su nombre ya está grabado en la historia del cine. Un honor que, aunque sea con dos años de retraso, pueda verse esta extraña joyas en salas españolas.

Nota: 8

Lo mejor: La hipnótica y reflexiva experiencia que ofrece su visionado.

Lo peor: No es fácil entrar en ella, lo que provoca cierto distanciamiento con lo que se ve.

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