Si hay un género que la industria española ha sabido explotar, además de la comedia, ese es el thriller. Alejado de la mirada puramente comercial, el segundo largometraje de Imanol Rayo trae una historia de intriga familiar, cuyas afiladas escenas evocan a una historia con tintes de tragedia griega: 'Campanadas a muerto (Hil Kanpaiak)', presentada en la sección Nuevos Realizadores de la 68ª edición del Festival de San Sebastián.
Basada en la novela '33 campanadas' de Miren Gorrotxategi, Rayo trae un thriller rural, cuya mirada local atrae, al convertir los bellos y verdes parajes de un típico caserío vascuence en un escenario de misterio, asesinatos y oscuros secretos del pasado. La aparición de un cráneo en los terrenos de una familia desata una historia de rencores familiares, cuentas pendientes, drogas y desaparición de personas. A diferencia de otras novelas de género ambientadas en una zona geográfica similar, el texto de Gorrotxategi eludía toques místicos para centrarse en la esencia de la España profunda.
Y es ahí donde este filme consigue tener esencia propia, con un escenario fascinante. No obstante, Rayo ejecuta la obra de una forma ajena a lo convencional del cine de suspense, pues introduce una serie de escenas de flashbacks que, lejos de contextualizar, convierten a la cinta en una especie de mito griego, recordando a la dura y fría mirada que Jaime Rosales plasmó en su magnífica 'Petra'.
Un bello paisaje convertido en un escenario de intriga
Y lo consigue gracias a unas interpretaciones soberbias, Itziar Ituño parece mimetizarse en Bárbara Lennie, una abnegada madre cuyos fantasmas del pasado marcan un destino inevitable. También deslumbra Eneko Sagardoy, el joven talento del cine vasco. El actor de 'Handia' tiene un papel doble es una alegoría que parece una versión contemporánea de la historia bíblica de Caín y Abel.
Aunque 'Campanadas a muerto' hipnotiza con su puesta en escena, en ese halo de misterio que hay en cada escena y en sus entregadas interpretaciones, el guion de Joanes Urkixo crea demasiada intriga y no sabe resolverla con unos flashbacks que, lejos de explicar las elipsis, confunden más. Pese a narrar una historia en la que los años 80 tienen un peso en el presente, Rayo lo desaprovecha, pues da por hecho que el público relacionará las turbias tramas con el pasado más reciente de la comunidad autónoma, cuando solamente queda una historia de narcotráfico, que tampoco bien explicada, pues esa década fue la más dura de la droga en España.
Todo ello provoca que, tristemente, este relato esté más cercano al desenlace cinematográfico de la Trilogía del Baztán que de un potente drama familiar al más puro estilo Jaime Rosales o de un soberbio thriller local como fue 'Tarde para la ira', de Raúl Arévalo.
Nota: 5
Lo mejor: Su maravillosa puesta en escena, las interpretaciones entregadas de sus actores protagonistas.
Lo peor: La historia se pierde en sus escenas de flashbacks y su misterio acaba dejando de ser importante, cuando debía ser algo más que un mero Macguffin.