En un momento en el que los derechos LGBT están siendo vulnerados en varios países del mundo, como Estados Unidos, Polonia o Hungría; toca hacer un ejercicio de memoria histórica con 'El caso Braibanti', un asunto que conmocionó a la opinión pública y a la esfera intelectual de la Italia de los años 60, al condenar al escritor y dramaturgo Aldo Braibanti a nueve años de prisión por "plagio" (cuya traducción más exacta sería la de subyugación moral en castellano). Un supuesto delito de manipulación que escondía un profundo caso de homofobia en el que se le condenó al artista por ser homosexual.
Braibanti, abiertamente homosexual y adherido al Partido Comunista (formó parte de los partisanos de Florencia y fue torturado por los nazis y los fascistas), fue la Italia democrática la que lo encerró por sus ideas y su orientación sexual. ¿El crimen? Mantener una relación sentimental y sexual con uno de sus pupilos; Giovanni Sanfratello, varón mayor de edad de 23 años (y que en la cinta es renombrado como Ettore Tagliaferri), al cual su familia internó en una institución psiquiátrica, donde sufrió terapias de electroshock en un absurdo intento de 'curar' su homosexualidad.
Se trata de uno de los casos más vergonzosos que se ha producido en la justicia italiana, por el cual no se ha pedido perdón públicamente (a pesar de ser el "plagio" un delito inconstitucional desde 1981 por atentar contra los derechos humanos y la libertad de expresión y cátedra). De ahí, que Gianni Amelio se haya atrevido a llevar al cine el caso. El cineasta, quien firma el guion junto con Edoardo Petti y Federico Fava, envuelve a sus protagonistas en una especie de tragedia romana, con la música de la célebre ópera 'Aída', una de las más aclamadas de Verdi, con la que ya se siente el terrible destino de los amantes protagonistas.
Amelio configura una historia de amor con inspiración griega, en el sentido de utilizar la pasión uranista con un mentor y un pupilo, al más puro estilo de Sócrates con Platón. Para ello, le dota el film de un aura clásica con una estética que evoca al cine de Visconti o Pasolini, propio justo de los años 60 en los que se ambienta la cinta. Eso sí, Amelio le impregna una atmósfera gris, en la que los deseos y las ideas se intuyen presas del rechazo y la inquisición moral.
Certero ejercicio de memoria histórica. El caso que debería avergonzar a la Justicia italiana
El resultado en un largometraje con espíritu apesadumbrado, más por la injusticia que narra con el ritmo del film, en el que se muestran las costuras de un país que, supuestamente, derrumbó al fascismo, salvo en el caso de hablar de homosexualidad, rescatando justo un delito creado por Mussolini. En ese aspecto, Amelio para encontrarse Sebastian Meise y ese golpe en el corazón que era 'Great Freedom (Gran libertad)', uno de los mejores exponentes de dónde se parte en materia de derechos LGBT.
'El caso Braibanti' ha sido comparado con el asesinato de García Lorca en la Guerra Civil Española o el triste destino del amor entre Rimbaud y Verlaine. A pesar de su importancia histórica, la propia película incide en cómo la sociedad italiana hizo todo lo posible por enterrar el asunto en lo más recóndito de la historia. De ahí, que Amelio realice un ejercicio cinematográfico solemne, con unos actores que saben plasmar esa sensación de frustración de estar luchando contra gigantes de hierro.
Luigi Lo Cascio trasmite ese tormento de quien ha vivido una época que no le hubiera correspondido. Elio Germano sabe ser su respuesta, ofreciendo un tándem artístico sublime. Mención para Leonardo Maltese, el joven que encarna a Ettore, una promesa de la interpretación cuyo estilo recuerda al de Kacey Mottet-Klein o Mathieu Spinosi. Aplauso también para Sara Serraiocco, quien ofrece una mirada femenina de empoderamiento e inspiradora.
En Italia, uno de los países más homófobos de la Unión Europea, sirve como memoria histórica, pero 'El caso Braibanti' recuerda cómo la sensación de impunidad y la indiferencia de la opinión pública pueden ser los bastiones más fuertes para aquellos que buscan reprimir la democracia y los derechos. De ahí, que la propuesta de Gianni Amelio resuene con tante fuerza en el público contemporáneo.
