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CRÍTICA

'El castillo': Una herencia, una hija y una mansión

Crítica de 'El castillo', dirigida y escrita por Martín Benchimol. Documental con Justina Oliva y Alexia Caminos Olivo. Premio Horizontes al mejor film iberoamericano en el 71 Festival de San Sebastián.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 6 de Octubre 2023 | 11:50
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Imagen de 'El Castillo'
Imagen de 'El Castillo' (Sherlock Films)

Para su tercer largometraje, el argentino Martín Benchimol vuela solo, tras haber codirigido sus dos anteriores trabajos con Pablo Aparo. Siempre atento a la realidad de la Argentina más singular y alejada de las grandes urbes, en esta ocasión opta por mostrar el lado más amable de la vida alejada del mundanal ruido con 'El castillo', mostrada en la sección Panorama del 73 Festival de Berlín y galardonada con el Premio Horizontes al mejor filme iberoamericano en el 71 Festival de San Sebastián.

El castillo

'El castillo' nació de mera casualidad, cuando Benchimol se encontraba rodando 'El espanto' y se topó con una vetusta mansión que vivió mejores años y que le permitió también conocer a su propietaria, Justina Olivo, una antigua mucama de la casona que había heredado el palacio (situado en la Pampa) junto con su hija Alexia, con la condición de tener que vivir en él. La mujer, de origen indígena, intenta como podía mantener una herencia que bien podría interpretarse como un regalo envenenado de su difunta patrona.

Benchimol realiza una potente crítica social bajo la cobertura de amable documental, en el que demuestra tener un poder de narrativa en la línea de la producción de no ficción actual, en la que la difusa división entre lo real y lo guionizado permite crear producciones artísticas que suponen un estímulo para el público. 'El castillo' bien podría ser la fábula de las contradicciones que provoca un cambio en el destino. Es como ver qué pasaba después de que un protagonista pobre se hiciera rico, que es justo donde suelen acabar los cuentos populares.

El castillo

Una fábula con moraleja convertida en una estupenda experiencia de no ficción

Bajo la cándida mirada de Justina, que contrasta con la de su hija, Alexia, quien tiene otros planes para su vida, Benchimol realiza una potente crítica social en la que la desigualdad de clase se une a la racial. Resulta interesante ver cómo las dos mujeres actúan entre sí como propietarias de la mansión, la cual se asemeja verdaderamente al castillo que da nombre a la cinta. Pero más evidente resulta la crítica cuando a la mansión llegan los familiares de la anterior propietaria, argentinos caucásicos, que provocan que el anterior orden se muestre, con Justina retomando inconscientemente el rol de mucama.

El castillo

Una acción que provoca un gran enfado en su hija, la cual refleja el cambio de mentalidad de las siguientes generaciones, cuyas propias aspiraciones van mucho más allá del rol que una sociedad elitista y racista impone. También con rasgos amerindios y piel más morena, la joven sueña con ser piloto y está planeando su marcha a Buenos Aires, para trabajar en el taller de un amigo. El contraste entre ambas mujeres ofrece una imagen luminosa de cambio real, que el propio Benchimol muestra con sólido compromiso. Mención también a su apartado técnico, su fotografía es exquisita (obra de Nicolás Miranda) y su música, compuesta por José Manuel Gatica Eguiguren, que revalidan ese cuidado del realizador por la historia.

Dado que hay situaciones recreadas y otras que son auténticamente documental, 'El castillo' evoca a ese encanto único de producciones híbridas entre documental y drama, en el que la ficción y la no ficción se tocan, como sucedió con la estupenda 'El agente topo'. Benchimol ha sabido especializarse en este tipo de producciones, creando largometrajes profundamente empáticos cuyo encanto reside en la propia realidad. 'El castillo' invita, además, a realizar una profunda reflexión sobre esa desigualdad inconsciente que aún perpetúa en las sociedades iberoamericanas, en las que los rasgos y los tonos de piel influyen directamente en la percepción de nivel social de la población.

7
Lo mejor: El carisma de sus protagonistas, imposible no querer tanto a Justina como a Alexia. El cuidado técnico refuerza, además, el compromiso de su director con el relato.
Lo peor: Se echa en falta algo más de metraje, produce la sensación de que la historia daba para más.
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