La industria cinematográfica está viviendo un importante proceso de transformación, especialmente en Hollywood, donde se está viviendo una huelga de guionistas y actores sin precedentes, la cinematografía gala hace honor a su nombre, erigiéndose como baluarte de esas producciones medias que están entre lo comercial y lo autoral. Las llamadas cintas feel-good son las más visibles en esa línea, con títulos que han sabido conquistar al público como '50 primaveras', 'Pastel de pera con lavanda' o 'Luces de París'.
En este ocasión, llega 'Cata de vinos', una amable propuesta dirigida y escrita por Ivan Calbérac, quien estrenó en España en 2017 la notable 'El Sr. Henri comparte piso'. Especializado en relatos cotidianos y aparentemente mundanos, el cineasta pasa una road movie con 'Venise n'est pas en Italie' para narrar una encantadora historia de provincias y de cómo desconocidos solitarios se encuentran gracias al manjar de Dioniso.
Pecando de maldad, 'Cata de vinos' no tiene nada excepcional en su relato. Precisamente, esa es su virtud, el lograr crear interés en un relato que transmite amabilidad y encanto. El público se sentirá como si estuviera presencia un relato que bien podría estar protagonizado por un vecino o una conocida del barrio. Eso es lo que, precisamente, explota Calbérac, en ir creando un relato de amor con dos protagonistas muy reales y auténticos, que son bien defendidos por Bernard Campan e Isabelle Carré.
Se paladea como un buen vino en una terraza y entre amigos
El primero tiene experiencia en personajes humanos que ocultan sus sentimientos bajo un aspecto huraño, como bien demostró recientemente en la estupenda 'Mentes maravillosas'. En el caso de la segunda, Carré transmite cierta ingenuidad e inocencia que bien puede esconder un carácter autónomo e independiente, como demostró en 'Las sillas musicales' o 'Tímidos anónimos'. Ambos derrochan carisma y química, sabiendo elevar el resultado final del largometraje.
En medio, el sabor del vino, el cual no debe embriagar si las cantidades están bien equilibradas y la elección de la botella es la adecuada. En este caso, bien podría decirse que se está saboreando un crianza de 2022, con ciertos momentos secos y otros afrutados, ideal para degustarse pausadamente en una terraza por la tarde, justo como momento previo para disfrutar de una película en el cine.
Eso es precisamente 'Cata de vinos', una comedia feel-good con tintes románticas y que, con sus personajes tremendamente humanos y con carisma, conquista. Una demostración más del savoir-faire francés de llegar a ese punto de equilibrio entre lo excesivamente comercial y lo que demasiado autoral. Al final, como el buen vino, tiene que ser una buena mezcla de sabores.