Intriga, celos, pasión y un poderoso trasfondo autodestructivo. Estos son los principales ingredientes de 'Cegados por el sol', trabajo que supone el regreso a la gran pantalla del director Luca Guadagnino tras el film que le catapultó a la fama: 'Yo soy el amor' (2009). En esta ocasión, el cineasta italiano rescata a su libre albedrío el film de 1969 'La piscina', dirigido por Jacques Deray. Si la cinta original tenía lugar en St. Tropez, 'A Bigger Splash' (su título original) nos sitúa en Pantelaria, una perdida isla del Mediterráneo donde una pareja se dispone a disfrutar de unas vacaciones aparentemente idílicas hasta que reciben una inesperada visita. Pero sólo la base se puede comparar con la película de Deray, ya que este es el punto de partida de un film en el que el lenguaje visual cobra especial sentido. De hecho, uno de los protagonistas apenas puede hablar. Y aún así, se come la escena. Bienvenidos de nuevo al mundo Guadagnino.
Marianne Lane (Tilda Swinton) es una estrella del rock de los 90 que ha decidido dejar a un lado una vida llena de excesos. Un oscuro y frenético pasado que la ha llevado a perder su don más preciado: la voz. Ahora, medio muda y arrepentida, espera sanarse física y espiritualmente alejada del mundanal ruido. Para ello se apoya en su pareja, el amable y sosegado Paul De Smedt (Matthias Schoenaerts), quien se ha convertido en el pilar fundamental de su recuperación. Juntos disfrutan de unos días de vacaciones en una bucólica casa rural con el mar y las montañas como único horizonte. Todo va bien (o al menos, sin sobresaltos) hasta que Harry (Ralph Fiennes) llega a la isla acompañado por su joven y enigmática hija (Dakota Johnson), a la que acaba de conocer. Él es el antiguo productor musical de Marianne, su ex-novio y quien ejerció de celestino entre la actual pareja... Y él mismo será quien ponga de nuevo patas arriba la vida de todos los que le rodean.
Guadagnino no se anda con rodeos y su nueva creación avisa desde los primeros minutos. Celos, muchos celos, reencuentros que abren puertas que parecían cerradas hace tiempo y el morbo que suscitan esas situaciones se hacen presentes a cada paso. 'Cegados por el sol' habla de emociones, de conductas depresivas, de lo inestable del ser humano y su fragilidad ante los instintos más básicos que lo sacuden cuando menos se lo espera. Y, sobre todo, habla de lo vulnerable que se vuelve cuando se deja consumir por ellos. Y esa inseguridad y ese pavor infantil oculto tras una fachada entusiasta u hostil, según cada caso, se deja ver en cada mirada, en cada pequeño gesto, dando lugar a un excitante juego del que les costará salir airosos.
Lamentablemente (algún pero tenía que tener), para verse partícipe de esta inquietante trama hay que darle tiempo, tener paciencia. Y es que la complejidad que trata de abarcar la película por momentos se le va de la manos a Guadagnino, quien no llega a cumplir con sus ambiciosas pretensiones. Si algo chirría en 'Cegados por el sol' es la inicial despersonalización de sus personajes, excesivamente fuera de contexto, lo que provoca que hasta bien avanzado el metraje el espectador no llegue a conectar con los protagonistas. El thriller propiamente dicho, impregnado con tintes de cine negro y un jocoso humor, tarda en arrancar, y al que coja por sorpresa lo que está viendo puede costarle algún bostezo. Pero lo cierto es que en cuanto se le da la vuelta a cada uno de los personajes ya no hay quien pare esta locura. Si estás dentro, estás perdido.
Ralph Fiennes, desatado
La elección del elenco es uno de los grandes aciertos de 'Cegados por el sol'. Nada más asomarse al proyecto llaman la atención los cuatro actores de renombre que dan vida a los protagonistas. Swinton puede parecer desaprovechada en cierta manera al no poder hablar, pero si alguien es capaz de darle fuerza a este personaje sin apenas pronunciar palabra esa es Tilda. Entre el misticismo y la melancolía da rienda suelta a su incontestable talento. Por su parte, Dakota Johnson pasa de la cándida Anastasia de '50 sombras' a la rebelde y misteriosa 'lolita' que encarna como Penélope, la hija de Harry. Entre padre e hija, quienes acaban de saber de la existencia el uno del otro, surge una relación eminentemente fraternal pero que poco a poco da paso a las dudas más extrañas y enfermizas. Mientras tanto, su figura hará que Marianne saque a relucir su yo más amenazado e inseguro, después de toda una vida de adoración como reina del rock. Definitivamente Johnson busca su sitio en Hollywood y da un pasito más hacia el objetivo, sembrando con su brillante papel las dudas en la moral de todos los protagonistas y en la del propio público. Su interpretación te hace preguntarte dónde está la frontera entre el bien y el mal. Espera un segundo... ¿Existe ese límite?
En el apartado masculino quizá encontremos más desigualdad de opiniones. Matthias Schoenaerts trata de dar luz a un personaje sombrío y con un atormentado pasado a sus espaldas, pero el actor danés no consigue transmitir ese énfasis pasivo y a la postre autodestructivo que se le presupone, y finalmente queda enormemente deslucido ante la inmensa actuación de la, ahora sí, verdadera e incontestable estrella del film: Ralph Fiennes. Y es que al ritmo de los mismísimos Rolling Stones podemos disfrutar de un Fiennes desatado y fuera de su hábitat natural, que precisamente por eso nos deja una interpretación para el recuerdo. Su baile a lo Mick Jagger es sin duda una de las escenas del largometraje, y me atrevería a decir que de toda su carrera.
En cuanto al aspecto técnico cabe destacar, y mucho, la elegante y cuidada fotografía que acompaña a cada escena, lo que convierte a 'Cegados por el sol', interpretaciones individuales aparte, en un gran producto cinematográfico. Los impecables planos generales de la isla al atardecer son para detener la película, entrar en internet y buscar precios de billete a Pantelaria. Además, vuelve a emerger el Guadagnino más 'voyeur', cualidad que él mismo reconoce, y eso queda reflejado en el detalle y la bella factura con que el director graba los cuerpos y sus formas que despertarán el interés y el lado más lascivo del espectador. Se trata, pues, de una delicia visual a todos los niveles.
Patinazo innecesario y clímax final
En el tramo final se hace una simplista referencia al drama de la inmigración de quienes han alcanzado la orilla de Pantelaria desde Túnez. Es cierto que no se trata del corazón de la película, pero supone un recuerdo de lo más vacuo y anodino sobre un tema mucho más relevante en la realidad isleña. Eso sí, sirve como ejemplo directo de una extraña contraposición de los dramas humanos que hace reflexionar. Mientras unos languidecen obcecados en el sufrimiento de sus fantasmas personales, otros arriesgan la vida cruzando el mar con tal de tener una oportunidad. En el Festival de Venecia, donde la cinta vio la luz por vez primera, los críticos italianos no perdieron el tiempo y abuchearon decididos dicha referencia. Sin duda, un error más que evitable.
Con todo, 'Cegados por el sol' no resulta ser una obra maestra, ni siquiera en la filmografía del director, que se movió con más soltura en la aristocracia de 'Yo soy el amor', pero suscita un atrayente sentimiento de amor-odio por sus personajes y se compensa entre las virtudes que posee, que son muchas, y las pequeñas muescas que deja por el camino. Agua, celos y tensión sexual. Situaciones inquietantes y relaciones complicadas. Escenas de auténtico clímax (cinematográfico) y la sensación de no saber nunca a qué atenerse con lo que pasa por la mente de los personajes, tan imprevisibles como la propia naturaleza humana. Todo ello convierte a este relato en un salvaje e impredecible thriller erótico que se deja disfrutar al ritmo en que los protagonistas dan rienda suelta a sus instintos más viscerales, hasta acabar irremediablemente sumergidos en 'A Bigger Splash'.
Nota: 7
Lo mejor: El elenco y la particular manera de abordar la sexualidad de Guadagnino.
Lo peor: Algún flagrante patinazo de guión.